miércoles, marzo 12, 2008

La muerte del libro impreso, ¿un mito?

(fuente: Jamillan)



Ya desde hace buen tiempo se viene hablando de la muerte del libro, es decir: el libro impreso presuntamente desaparecería y sería reemplazado por el digital.

En el presente artículo plantearé algunas interrogantes que por lo menos me hacen dudar de esta profecía, mucho más agudizada con el surgimiento del Kindle, aparato con conexión inalámbrica (sin necesidad de conectarlo a un ordenador) y con capacidad de almacenar hasta doscientos títulos a elegir entre unos aproximados noventa mil y a descargarse de la librería electrónica Amazon por un costo que como mínimo sería de ocho euros (aunque para una realidad como la que conozco, la peruana, un libro a ocho euros no estaría precisamente entre los más baratos, pero ya ahondaré después sobre esto).

No pretenderé fungir de futurólogo disertando sobre si el libro impreso desaparecerá y si será reemplazado por el libro digital (o por el Kindle). Pero creo que a este pronóstico se le está brindando un enfoque tan marcadamente tecnologicista, que se están ignorando otros factores que también deberán considerarse para poder presagiar qué tanto éxito y qué tanta divulgación tendrá el libro digital; factores que son los que en parte fundamentarán algunas interrogantes que tengo sobre el supuesto fin del libro de papel y que plasmaré en el presente trabajo.


¿Enfoque marcadamente tecnologicista?


Con un enfoque marcadamente tecnologicista me refiero a esa tendencia a considerar a los adelantos tecnológicos como el factor único (y no sólo como uno entre tantos) y determinante (y no sólo como uno condicionante) del curso de la sociedad y hasta del de la historia; enfoque tecnologicista muchas veces no explicito en un discurso sino más bien tácito en una visión del mundo.

Qué duda cabe. Los avances de la Ciencia sí cambian bastante nuestras vidas; pero no sólo por la Ciencia en sí misma sino también por otras variables.

En otras palabras, un enfoque marcadamente teconologicista presenta sobre el mundo una visión errada al ser parcial y determinista: parcial porque de la realidad se resalta sólo un aspecto (la tecnología) presentándolo incluso como el único y negando otros aspectos; determinista porque ese solo aspecto arrastraría presunta e indefectiblemente al mundo en una sola dirección.

Por eso, ya en general, toda visión determinista y parcial es falsa, puesto que la realidad es mucha más compleja y no determinada sino sólo condicionada y no por una sino por muchas y diversas variables que podrían desbordar hasta a las más sesudas proyecciones, no obligatoriamente certeras por más bien sustentadas que estén en elementos muy razonables del presente.

Y entre estas variables, la tecnológica es sólo una entre tantas otras, como bien podrían ser también las políticas o sociales o económicas o culturales o hasta humanas.

Pero aún siendo una entre tantas variables, ¿la tecnológica no sería acaso una de las más importantes?

Resalto por ejemplo a las variables humanas: los hombres somos criaturas muy imprevisibles e influenciadas por la tecnología no tanto por su importancia intrínseca sino más bien por su importancia en nuestra cultura y por su poder para moldear incluso nuestra percepción de la realidad, esto es: como cuando entendemos a las personas en una organización cual engranajes en una gran maquinaria; como cuando entendemos al cerebro sólo cual disco duro o cual procesador de información (y el cerebro es mucho más complejo que estas analogías mecanicistas, las que nos permiten entenderlo más rápida y fácilmente, pero también más reductivamente)

Si nuestra civilización y nuestra historia estuvieran tan determinadas por las innovaciones científicas, pues a estas alturas por ejemplo nuestros automóviles usarían combustibles ya no fósiles sino otros más alternativos y menos costosos y contaminantes, como el alcohol o la energía solar o la electricidad, dado que esas tecnologías existen…

Y entonces ¿por qué nuestros autos siguen funcionando mayormente con gasolina y la Exxon Mobil no ha quebrado? Porque habría repercusiones muy severas e incapaces de ser asimiladas por nuestras estructuras sean sociales o políticas o económicas o hasta mentales. Porque en el supuesto de que fueran sustituidos el petróleo y sus derivados por otros combustibles habría consecuencias de índole diversa: por un lado, muchas naciones podrían ver sus arcas bastante mermadas (fácil es gravar con impuestos a la gasolina pero no por ejemplo a la luz solar); por otro lado, si hoy mismo las Petroleras cerraran sus puertas habría a nivel mundial una gran escalada de desempleo no sólo en estas industrias sino también en sus sectores colaterales; por otro lado, entre estos sectores colaterales bien podría estar una industria bélica que se quedaría con un gran stock al ya no poder ser proveedora en guerras sobre cuyo trasfondo petrolero no es difícil especular; por otro lado, esta industria bélica bien podría colocar su excedente productivo en otras regiones del planeta o bien generando nuevos conflictos o bien agravando más a los ya existentes (no digo que esto tenga que darse, pero es totalmente verosímil que pueda darse bajo esta lógica).


Ya: pero ¿a qué viene todo esto?

A que un avance tecnológico tendrá éxito y un gran efecto en nuestra civilización no sólo por ser genial sino además por otros factores que entren en juego y que también debemos analizar; factores tan diversos como los ya mencionados: los políticos, los sociales, los económicos, los culturales o hasta los humanos.

Es decir, un invento puede ser muy deslumbrante, pero muchas veces es censurado o no prospera porque sus beneficios no compensarían sus eventuales perjuicios sea por las particularidades de una coyuntura dada o sea por un mundo todavía no preparado para tanta maravilla, etcétera…


Ya: pero ¿a qué viene todo esto en relación al libro digital y al Kindle?

A postular lo siguiente: no porque el libro digital o el Kindle haya salido al mercado, el libro impreso ya estará inevitablemente condenado a extinguirse, pues deben considerarse otras variables como las ya indicadas; variables que me permiten no aventurar pronósticos pero sí fundamentar algunas interrogantes en torno al supuesto fin del libro de papel, dado el advenimiento del libro digital, en general, y del Kindle, en especial.


Primera interrogante: si se robaran mi Kindle ¿ya se habrán robado toda mi biblioteca?

Aun cuando el Kindle pueda costar ya no 399 dólares (según entiendo) sino sólo cinco dólares y pueda almacenar no doscientos títulos sino ya los noventa mil que Amazon posee en su stock virtual, pues ¿qué ocurriría si me robaran el dichoso aparato? Pues pedería mi biblioteca completa. Y si por lo que me vengo informado, lo más barato que se paga por una descarga virtual son ocho euros, y si lo que tendría almacenado en ese Kindle hipotético fueran por ejemplo mil títulos, pues me habrán robado ocho mil euros, el precio de un auto… Suena tonto, ¿verdad? Pero esas cosas pasan. Y recalco: por lo que me vengo informando, hasta el momento ocho euros es lo más barato que puede llegar a pagarse por una descarga virtual.

Por otro lado, no me extrañaría que con el tiempo el negocio del Kindle no esté en el aparato en sí mismo (al que quizás puedan hasta regalarlo); sino precisamente en las descargas virtuales.

Ustedes me dirán, con el tiempo las descargas virtuales podrían abaratarse a centavos de dólares. Ya veremos. Pero mientras tanto sentiremos más seguro un libro impreso, el que si nos lo roban o se nos pierde, a lo sumo perderemos nuestras anotaciones, pero siempre podremos adquirir otro ejemplar. Por ejemplo, si nos vamos de viaje, nos compraríamos uno o dos libros impresos, pero ya nos parecería muy temerario cargar con toda nuestra biblioteca virtual en el Kindle.


Segunda interrogante: si generas dependencia, ¿no estarías tentado a fundar un monopolio?

Reconozco que en esta interrogante especularé sobre un hipotético escenario futuro (aunque no sé con cuánto éxito, pues ya he sugerido que hasta las más sesudas proyecciones pueden fallar por más bien sustentadas que estén en elementos del presente, principio que también debo aplicármelo si quiero ser consecuente con mis afirmaciones).

No hay que ser demasiado agudo para presumir que lo que pretende Amazon con el Kindle es generar una dependencia o adicción, y de allí sólo habría un paso para la tentación a un monopolio (aun cuando podría ser también que las prácticas monopólicas de Microsoft me han vuelto ya muy desconfiado). Y entonces, ¿qué tal si mañana más tarde del Kindle sólo podamos hacer descargas del portal de Amazon y no de otros portales como el de Barnes & Noble?

Más aún, ¿qué tal si Amazon gracias al Kindle pueda volverse el próximo monopolio de las descargas virtuales de libros (sí: algo como el Microsoft de las librerías en línea) y pueda darse incluso el lujo de imponer cualquier precio (eso me hace no dar por sentado el abaratamiento con el tiempo de las descargas virtuales) y de obligar a todo autor reconocido a firmar un contrato exclusivo para estar en esa gran vitrina en línea? O sea: en tal hipótesis, si fueras un escritor y no estuvieras en Amazon pues simplemente no existirías, al menos en el ámbito virtual (y no olvidemos que los intereses más mezquinos también podrían ser variables a considerar).

Bueno, me dirán, en tal caso surgirán otros competidores de Amazon que también sacarían sus respectivos Kindles (y unos que sí permitirían descargas de otros portales) y que presionarían a Amazon a cambiar sus políticas.

Sin embargo, aparte de eventualmente haber acaparado a los autores contemporáneos más representativos, Amazon podría contar con títulos que también tendrían otros competidores. Y el público siempre se inclinaría por Amazon pues no va a estarse comprando el eventual Kindle de cada librería virtual que aparezca.

Y el Kindle y sus funciones y su sistema operativo bien pueden ya haber sido patentados por Amazon (y protegidos legalmente por ende de las imitaciones de la competencia), y al público no le agradaría estarse familiarizando nuevamente con otros Kindles (cuyas funciones y sistemas operativos ya serían muy distintos al no poder ya copiar a los de Amazon para evitar demandas judiciales) eventualmente sacados al mercado por otras librerías virtuales competidoras como Barnes & Noble (es como el sistema operativo Windows, al que podemos criticar por no ser perfecto y gratuito, pero por la fuerza del hábito lo seguimos usando aun cuando existan otros sistemas operativos quizás iguales o mejores y hasta libres)

Es en este punto donde las librerías tradicionales podrían tener un mercado de ediciones impresas cuyas versiones digitales habrían sido ya acaparadas por Amazon.

Es en este punto también que bien podrían alegarme que no habría considerado a otros potenciales competidores de Amazon, como por ejemplo el Google Print. En ese aspecto, primero deberíamos entender mejor qué es Google Print, algo que me llevaría a la siguiente interrogante.


Tercera interrogante: ¿todos los libros de la humanidad serán digitalizables? Y si sólo lo serán algunos, ¿bajo qué criterios se hará tal selección?

En principio, podríamos asumir que Google Print neutralizaría a ese hipotético monopolio de Amazon. Frente a esto, deberíamos preguntarnos primero, ¿qué es Google Print? Jorge Paredes nos describe cómo este proyecto fue anunciado por Google un 14 de Diciembre de 2004: «Un proyecto faraónico que prometía digitalizar unos quince millones de libros impresos. El objetivo era ofrecer gratuitamente, en línea, las obras que estuvieran en el dominio público hasta 1930 y las impresas después con una pequeña remuneración» (Paredes 4; mis destacados).

Sin embargo, existen contra Google Print algunas objeciones hechas por Jean-Nöel Jeanneney, alguna vez presidente la Biblioteca Nacional de Francia: «La cantidad prometida por Google (para digitalizar), que en términos absolutos es impresionante, no corresponde más que a un pequeño porcentaje de esa inmensidad. Hay, pues, que interrogarse sobre los libros que van a componer su selección y los criterios que conducirán a determinar la lista de elegidos» (cit. en Paredes 5; mis paréntesis y mis destacados).

Pero Jeanneney agrega más reparos hacia el Google Print: «El primer riesgo es que, en lo que respecta a las obras cuyos derechos patrimoniales ya han caído en el dominio público, la lista de prioridades favorezca a las expresiones de la cultura anglosajona» (cit. en Paredes 5; mis destacados).

Por su parte, Paredes subraya otros riesgos del Google Print: «Y tiene que ver en palabras de Jeanneney con el peligro que un proyecto de esta envergadura representa para la cultura europea y la de países periféricos de África, Asia o de América Latina, como lenguas y poblaciones minoritarias» (Paredes 5; mis destacados).

En resumen, los libros digitalizados por Google Print representarían sólo un pequeño porcentaje de toda la producción de obras impresas desde que Gutenberg inventara la imprenta. Y entonces ¿con qué criterio Google Print decidiría qué es o no digitalizable? Y por lo menos durante un mediano plazo, la misma inquietud podría seguir interpelando al Kindle de Amazon, esto es: con qué criterio Amazon ha seleccionado a los noventa mil títulos que tiene como stock virtual para proveer a los usuarios del Kindle.

Entonces no es difícil suponer que siempre logren sobrevivir librerías tradicionales (al menos en un plano minoritario o alternativo), cuyos libros impresos no sean considerados ni comerciales ni representativos ni digitalizables o por Google Print o por el ya mencionado stock virtual de Amazon; libros impresos cuyo volumen aún así no sería poca cosa (si atendemos a las opiniones de Jeanneney) y poseería un mercado potencial nada desdeñable.


Cuarta interrogante: y ¿las competencias sumergidas?

Ya había sugerido que al menos para los estándares peruanos (y quizás en general tercermundistas) un libro a ocho euros no estaría precisamente entre los más baratos. Una descarga virtual al Kindle por ese precio todavía no es competitiva dentro de economías sumergidas o informales (como las existentes en el Perú), tales como la piratería de libros o como las consabidas fotocopias.

La realidad es lamentable, pero por ejemplo en Lima uno puede conseguir un ejemplar pirata hasta por menos de cuatro euros. En síntesis, el Kindle estaría compitiendo no con los mercados informales e ilegales (y tampoco tal vez con los mercados de libros usados) sino básicamente con las librerías formales y legalmente constituidas.

En otras palabras, por más ilegales que sean, estas economías sumergidas seguirán haciendo rentables a los libros impresos. Lastimosamente, éstas también son variables a considerar.



Quinta interrogante: ¿acaso los registros impresos no son más perdurables?

No importa en qué país vivamos, sobre cualquier evento histórico allí ocurrido por ejemplo hace veinte años, ¿donde encontraríamos registros en audio o en video sobre los noticieros de la época? ¿En una radio o en un canal televisivo? Esos registros ¿estarían conservados todavía? ¿Cuánto costarían? Y si sí existieran por ejemplo videos, ¿éstos estarían en formato VHS o Beta y deberían ser trasladados a un formato más moderno como el DVD (que tampoco ya es lo último)? Salvo que por allí tuviéramos algún VHS viejo y todavía funcionando, algo muy improbable… ¿Saben? Lo más práctico nos resultaría irnos a la biblioteca nacional de nuestros respectivos países y revisar las viejas y modestas ediciones impresas de los periódicos de la época para sacar los datos del caso; periódicos impresos que de repente Google Print nunca digitalizaría porque podríamos vivir en algún país de lengua considerada minoritaria por culturas más hegemónicas. Hasta el momento de escribir estas líneas, los únicos registros seguros de épocas pasadas siempre han sido los impresos de las bibliotecas públicas; registros que quizás con el tiempo terminen todos siendo digitalizados y más fáciles de acceder vía Internet, algo que es muy incierto y materia de debate (a juzgar por las opiniones de Jeanneney) y que no se dará con igual celeridad en todos los países.

En todo caso, las librerías tradicionales tendrían incluso en el extranjero un mercado minoritario pero interesante al ofrecer copias de registros históricos impresos (no considerados digitalizables por Google Print) o al ofrecer también títulos no encontrados en el ya mencionado stock virtual de Amazon.

Más aún, me pondré apocalíptico, si hubiera una tercera guerra mundial y nos quedáramos sin servicios básicos como el de la electricidad, porque habríamos retrocedido a las mismas condiciones que épocas bastante pretéritas, en tal contexto, quizás los únicos registros que quedarían serían los impresos, los que siempre podríamos consultar sin necesidad de ordenadores o servidores que no habría ni siquiera dónde enchufarlos.


Sexta interrogante: Y ¿la cuestión fetichista y psicológica?

Aunque parezca mentira, cuando pagamos por ciertos productos en realidad estamos pagando más por las apariencias que nos suscitan el envase o el empaque, o sea: pagamos por un producto pero también por una fantasía (y este principio me arriesgaría a aplicarlo no sólo a mercancías suntuarias sino también a algunas de primera necesidad). ¿Consumiríamos un perfume Coco Channel que estuviera no en un envase sofisticado sino en uno plástico y parecido a un desinfectante de baños? ¿Consumiríamos una Coca Cola que esté no en su curvilínea botella sino en una lata de leche? ¿Compraríamos un Ferrari cuya carrocería fuera la de un proletario Volkswagen? A las tres preguntas responderíamos probablemente que no o que sí pero pagando un menor precio. Y esto porque de alguna forma siempre estamos condicionados por las percepciones y tenemos cierta tendencia al fetichismo. Es decir, el acto de comprar es muy complejo y entran a tallar muchos elementos: pagamos no sólo por un producto en sí mismo sino también por toda una construcción simbólica que hace que nuestro imaginario le asigne un valor a un artículo determinado.

No se trata de romanticismo, pero nunca nos resultará lo mismo una descarga virtual y abstracta que un libro con pasta dura y con ilustraciones vistosas, características que con el tiempo podrían tener toda una carga simbólica considerada incluso hasta como un valor agregado del que carecería la descarga virtual de un libro. Sé que esto sonará absurdo, pero al libro debemos sentirlo tangible y palpable para percibir que tenemos algo importante y apreciable. No olvidemos que son siglos de haber leído información en material impreso, y esto de leer en la pantalla de un ordenador es relativamente nuevo. En suma, no se trata sólo de la eficacia de un invento; se trata además de paradigmas mentales.

Asimismo, en cierto sentido, el libro impreso nos facilita o bien el contexto de un texto o bien una noción sobre el tipo de percepción hacia una obra en cierto tiempo y lugar, en suma: lo que a grandes rasgos sería la información intertextual y paratextual. Y ¿qué es la intertextualidad y la paratextualidad?

Michael Riffaterre define así a la intertextualidad: «El intertexto es la percepción, por el lector, de relaciones entre una obra y otras que la han precedido o seguido» (cit. en Genette 11; mis destacados)

Por su parte, Gérard Genette da los siguientes ejemplos de lo que serían los paratextos en un libro: «título, subtítulo, intertítulos, prefacios, epílogos, advertencias, prólogos, etcétera; notas al margen, a pie de página, finales, epígrafes, ilustraciones; fajas, sobrecubierta, y muchos otros tipos de señales autógrafas y alógrafas, que procuran un entorno (variable) al texto y a veces un comentario oficial u oficioso del que el lector más purista y menos tendente a la erudición externa no puede siempre disponer tan fácilmente como lo desearía y lo pretende»(Genette 11; mis destacados).

Y ¿la intertextualidad y la paratextualidad para qué nos interesan? En el soporte físico de un libro, siempre encontramos algunos elementos que van desde la portada y las ilustraciones y los prólogos hasta el tipo de letra que se emplea; elementos que sugieren incluso de un mismo libro datos muy diversos en las diversas ediciones a través del tiempo; datos como los siguientes: por un lado, la recepción o la percepción que una obra tuvo en una época determinada (algo que responde a un entorno siempre variable según cada época y contexto); por otro lado, la manera cómo dialogaba esa misma obra con otras obras de su tiempo o con otras de tiempos pasados.

Más aún: un mismo libro A en épocas diversas dialogará también de formas diversas con los libros B, C, y D que le fueron coetáneos o que le fueron anteriores.
Más aún: el diseño de una carátula y/o un prólogo y/o un simple epígrafe o cita en la edición impresa de un año, nos podría dar hasta una idea de hacía qué coordenadas ideológicas quería orientarse la interpretación de una obra.
Y pistas de estos diálogos intertextuales y/o paratextuales son vislumbradas más facilmente en las características del soporte físico de un libro.

Las descargas abstractas y virtuales de un libro ¿tendrán los mismos elementos de intertextualidad y de paratextualidad?



Séptima interrogante: y ¿ahora cómo cito?

Cuando uno escribe un artículo tiene que citar las fuentes, las que exigen precisar el número de página, la editorial, el año de publicación, etcétera… Eso le da credibilidad a nuestra información. Pero si yo cito lo consignado en un blog o en una web, ¿qué pasaría si el enlace desaparece y no lo encontráramos ni el caché de Google? En tal caso, cómo la gente sabría que lo que yo alguna vez cité realmente estuvo en la Red y no fue una invención de mi parte. Y el Kindle me genera suspicacias análogas. ¿Cómo citaré sus descargas virtuales? Por lo pronto, yo en lo personal siento más seguro acudir a una edición impresa para citar.

Puede que estos problemas de citar fuentes virtuales o en línea vayan resolviéndose con el tiempo. Puede que sea un hombre que todavía conserva una mentalidad del siglo XX y que haría reír con sus preguntas a generaciones futuras. Pero por ahora el libro impreso me sigue pareciendo más fiable para citar.


Octava interrogante: y ¿la escala humana?

Yo recuerdo de niño haber tenido un reloj con calculadora incorporada. Pero me resultaba incomodo sacar cuentas con unos botones tan diminutos, dado el ancho de mis dedos. Además, en la pantalla de un reloj digital es fácil ver la hora pero es incomodo ver el resultado de una multiplicación como la de 35483764903 x 7340337493

No sé si actualmente esos relojes con calculadora estén descontinuados; pero las calculadoras tradicionales siguen vendiéndose, porque su pantalla y sus botones están pensados para una escala humana.

Alguna vez, leí o escuché que si el Internet hubiera existido desde siempre, al libro impreso se le consideraría como un gran adelanto por ser más funcional. Y ¿por qué más funcional? Porque sus características tienen una escala humana; características como las del tipo de letra o como el espacio para hacer anotaciones o como la facilidad para distinguir un párrafo si somos miopes… Pregunta: ¿el Kindle y sus dimensiones y sus botones y su pantalla ¿han sido pensadas para una escala humana?

Novena interrogante, y ¿el Tercer Mundo?

Si todo el planeta Tierra perteneciera al Primer Mundo y todos tuviéramos iguales recursos económicos y oportunidades para estarnos familiarizando permanentemente con las nuevas tecnologías, pues yo sería el primero en sentenciar la muerte del libro impreso (y aun así tendría ciertos reparos por otros argumentos que también he planteando en este artículo). Pero bien sabemos que existe un Tercer Mundo, por lo que si en este momento aceleráramos la extinción del libro impreso, podríamos dejar fuera de gran parte de la producción bibliográfica a una gran porción del planeta que en este momento quizás ni siquiera sabría qué es un lector digital como un Kindle o un Sony Reader; gran porción del planeta que no podría ir al mismo ritmo de velocidad que los cambios tecnológicos, algo que podría sólo aumentar la brecha entre países ricos y pobres.

Quizás con el tiempo estas tecnologías se abaraten y estén al alcance de todos, pues ojalá así sea.

A manera de conclusión

Como ya señalé, no pretendo hacer pronósticos sino únicamente mantenerme cauto ante la tan voceada desaparición del libro impreso, dado el advenimiento del libro digital o del Kindle (y esto no signfica que sea un tecnófobo). Sólo quiero compartirles algunos indicios que por lo menos me hacen sospechar que los libros impresos podrían tener o bien todavía para rato o bien una convivencia pacífica en el futuro con el libro digital.

Las librerías tradicionales no necesariamente están condenadas a desaparecer aunque sí deberán replantear su negocio. Ellas tal vez ya no tendrán un mercado masivo pero quizás sí un mercado más enfocado y minoritario en el cual deberán posicionarse; un mercado como el de por ejemplo aquellos distraídos que pudieron haber quedado traumados con el robo de su Kindle y con la consiguiente perdida de toda su biblioteca y de todas sus anotaciones. ¡Verdad! ¿Se podrán hacer y conservar anotaciones en un libro electrónico?
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Bibliografía

Genette, Gérard. Palimpsestos. La Literatura en segundo grado. Madrid: Editorial Taurus, Alfaguara, 1989.

Paredes, Jorge. «Los libros de Google». El Comercio [Lima] 2 de Marzo de 2008, El Dominical 4-5.
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Nota 1 (17 de Marzo del 2008):
He agregado una novena interrogante a este artículo, y gracias a los lectores que tuvieron el gesto de aportar a este espacio sus valiosos comentarios.

28 comentarios:

Anónimo dijo...

Al libro lo están matando desde que nació la televisión, y aún no muere. De hecho, dudo mucho de que realmente desaparezca. Aparte de todas las razones por tí brillantemente expuestas, tenemos el componente sentimental, de cariño al libro, y claro... cosas de otro nivel más visceral, como, ¿quién puede llevarse a la cama un libro electrónico?

Siempre será mucho mejor un buen libro.

Mariana dijo...

Como siempre, Martín, tus artículos prometen y cumplen. Muy interesantes tus reflexiones, que comparto! El argumento de la tercera guerra mundial lo vengo pensando desde que era muy chica, siempre quería imprimir todo lo que escribía por si las computadoras dejaban de funcionar, la electricidad se moría, etc.

No creo que los libros vayan a desaparecer del todo, y mucho menos con la velocidad con la que desaparecieron los VHS. Tal vez, de acá a dos o tres generaciones sí sean una suerte de rareza, pero dudo mucho que vayamos a ver esto nosotros.

El ornitorrinco dijo...

Resuenan los ecos de Platón en el Fedro... recordarás, Martín, que el viejo griego se quejaba de la escritura: "Es inhumano pretender establecer fuera del pensamiento lo que sólo puede existir en él" y ¡zaz! se instaló soberanamente la escritura y el libro se tornó de pan llevar... siguió Platón argumentando: "La escritura destruye la memoria" y lo que conseguimos con la escritura y el libro fue avanzar a otro nivel de conocimiento (las ciencias numéricas, la metafísica, la misma filosofía)... Platón era un tipo inteligente, y siguió retrucando: "La escritura debilita el pensamiento porque un texto escrito no produce respuestas", pero nos las arreglamos para encontrarlas investigando, ejerciendo la curiosidad y el derecho a dar la contra... El libro es un artificio, un bendito artificio, quizá el mayor artificio que haya alcanzado la humanidad, de modo que el siguiente paso en su evolución (vía la tecnología o no) es natural... no creo que sea razonable volverse apocalípctico o integrado en esto... lo importante es que la escritura no se acabe. Y, ya ves, en eso andamos metidos por lo menos los que llevamos un blog. Un fuerte abrazo.

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Isabel

Tienes razón, al libro lo vienen matando desde hace tiempo y allí sigue. ¿Recuerdas ese eslogan que decía que «la radio está más cerca de la gente»? Creo que por la cuestión visceral que mencionas, lo mismo diría del libro: que está más cerca de la gente.

Muchos saludos

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Hola, Mariana

Qué graciosa la anécdota que me cuentas, que tú de chica querías imprimir todo lo que escribías por si las computadoras dejaban de funcionar. Y ¿sabes? Yo de chico tenía la misma paranoia e, incluso, ahora ya de adulto a veces me asaltan ideas así…

Más aún, creo que tenemos paranoias o inquietudes parecidas que creía que yo sólo tenía. Y digo esto a juzgar por algunos posts tuyos que vengo leyendo.

Y creo que coincidiríamos en que los formatos tecnológicos cambian (sean de audio, de video o digitales) pero el libro impreso siempre será el mismo.

Muchos saludos

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Hola, Giancarlo

Muy interesante comentario. Los ecos de Platón en «El Fedro», que nos compartes, hacen recordar que siempre ha habido una resistencia al cambio… Sin embargo, no soy ni un antagonista ni un fanático de los avances tecnológicos (a los que veo únicamente como medios pero no como fines en sí mismos); no obstante, sólo creo que hay cosas que nunca variarán en cualquier época y lugar… Y, gracias a Dios, una de esas cosas es el libro (y la escritura), sin importar cuál sea su soporte, sea éste impreso o digital… Aunque no sé por qué, algo tiene el libro impreso que me hace percibirlo como más perdurable: en fin, ése ya sería todo un tema =D

Un abrazo

JoseAngel dijo...

Otro momento apocalíptico con ciertas similitudes al actual (aparte de este tan bien traído del Fedro) es el de la aparición de la imprenta. Hubo quejas de irrelevancia, de evanescencia de lo escrito, de superproducción de textos... y no desaparecieron los manuscritos, pero sí fueron sustancialmente arrinconados. Se reorganizó todo el panorama de lo escrito. Lo que se oferta impreso, en versión manuscrita y miniada, o no existe o es carísimo.

Anónimo dijo...

boa noite. espero fazer-me entender no meu comentário. peço perdão mas não sei escrever no seu idioma. entendi, porém, tudo o que li e gostei muito :) obrigada.

Martín Palma Melena dijo...

Hola, José Ángel

Coincidiría quizás contigo en que con la aparición de la información digital (y en especial con la del libro digital) podría ocurrir lo mismo que con la aparición de la imprenta, esto es: no es que desaparecerán las formas anteriores de publicación; más bien habrá una reorganización del panorama de lo escrito (en ese sentido, me apropio de tus términos). Ahora, ¿cómo será esa reorganización en el futuro? Ya eso sería todo un tema. Aunque al respecto sólo algunas ligeras pinceladas he tratado de brindar en este trabajo.

Muchos saludos

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Hola, Alice

Creo que el portugués y el castellano se parecen lo suficiente como para haber entendido todo tu amable comentario, por el que te estoy agradecido. Y gracias por la visita a mi espacio

Muchos saludos

Hilda dijo...

Estimado Martín, por fin de vacaciones para poder leer con calma tu artículo.

Como antecedente te platico que pertenezco a un grupo de lectura por Internet (el que tú conoces) y desde que estoy ahí en algún momento alguien planteaba la misma pregunta: si el libro escrito moriría.

Mira, amo los libros y leer, desde que tengo 14 años soy lectora compulsiva y aunque puedo leer en el día (si es que tengo tiempo) en realidad soy lectora nocturna puesto que leo para arrullarme. Me encanta tener un libro entre las manos y soy de las que subrayan y hacen anotaciones, con el regaño de mis maestros de español (cuestión de criterios).

Procuro tener en papel solo aquellos libros que guardan un espacio en mis recuerdos, aquellos que me impactan y si llego a comprar uno en papel que no me satisfaga lo regalo a quien si le gusta. Y es por eso que cuando entré a este grupo, para debatir leo primero el libro en versión digital y si me gusta entonces busco conseguirlo en la versión papel. Además de que no siempre encuentro las versiones en papel.

Es por eso que al empezar a leer tu post sobre el vaticinio que hacen de la muerte del libro me digo y me pregunto ¿porqué tienen que estar peleados? ¿Porqué la gente vaticina la muerte de uno u otro cuando podrían convivir pacíficamente? Coincido que a este asunto se le está brindando un enfoque tecnologicista y en realidad creo que a muchas cosas. Como si lo tecnológico por el hecho de serlo fuera una panacea y lo tradicional algo por olvidar. Y yo creo que como decimos en mi país "ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre"

Si bien es cierto que confío en la tecnología y esta me auxilia, no apostaría a ello toda mi confianza. Digo, mi biblioteca personal puede ser quemada o robada pero puedo volver a comprar los libros. Y aunque ignoro si en México ya hay Kindle, sé que mis alumnos tienen aparatos parecidos, sin embargo no les apostaría mis tesoros. Ni a mí PC se los apuesto. Constantemente estoy haciendo respaldos en DVD por aquello que me equivoque o suceda un accidente y formatee la máquina (aprendí a la mala después que oprimía teclas que no debía oprimir, j eje). Como en todo yo creo que es mejor prevenir que lamentar.

Ocho euros son $120 pesos mexicanos, me temo que es un libro de precio promedio en mi país, aunque existen más baratos. Leer nos sale caro a los mexicanos.

Por todo esto coincido y creo que si la tecnología llegase a ser determinista, el ser humano y todo lo que hace sería autómata y perderíamos nuestra autonomía. ¿Qué acaso las películas de Terminator no nos mostraron lo peligroso que puede resultar eso?  De ahí que creo que tu premisa que la realidad puede ser condicionada más no determinada sea acertada.

Jajaja, el cerebro como disco duro o procesador de información. Me hiciste recordar que cuando hablo de cromosomas los comparo a estos con términos de informática para que los chicos lo entiendan. Pero efectivamente sé perfectamente que la maquinaria genética y el cerebro humano es muchísimo más complejo que una máquina, quizás por eso no han podido inventar más que en películas, máquinas que razonen, piensen y sientan por sí mismas.
Totalmente de acuerdo que los intereses humanos predominan sobre los inventos tecnológicos. Y es triste cuando el invento tecnológico podría mejorar la calidad de vida o salvar a la ecología como los que mencionas.
Otra vez vuelvo a lo mismo, si nos vamos a los extremos, el ser humano es el único que sale perdiendo.

Robar el aparato ese aunque fuera barato, me hizo recordar todos los robos que hay en mi país de celulares. ¿será por eso que hasta mi libreta de números de celular la tengo guardada por si acaso? Mmm, estoy pensando me la paso haciendo respaldos de todo.

Al principio los celulares empezaron así, te regalaban el teléfono porque lo que costaba eran las llamadas. Ahora que las llamadas se abarataron, los celulares aumentaron el costo. Nadie nos asegura que no suceda así con el Kindle ese.

Terrible que se tuvieran que usar criterios para elegir que libro digitalizar, si en gustos se rompen géneros!!! ¿Cómo mantener a todos contentos? Yo creo que imposible.

Terrible que algo así no compitiera sino con las librerías formales y legalmente constituidas. Digo, ya bastantes impuestos tienen que pagar, ya bastante sufren con que la gente no pueda o no quiera comprar libros. ¿Ahora enfrentarse a eso? Y te aseguro que hasta en esas descargas habría piratería.

Jajaja, yo sí tengo un VHS funcionable hasta que termine de trabajar, entonces lloraré por él.

Yo procuro no pensar en una tercera guerra mundial, no sé que haría sin la electricidad!!

Oh si, cuanta razón en que pagamos por apariencias y la mercadotecnia. Digo el interés entra por la vista pero ¿acaso no es más importante el interior que el envase? Digo, el aceite de ricino igual me sabría a purga aunque me lo pusieran en un envase con la foto de los chicos de IL Divo.
Además de eso es como pagar por un status, como si por tener lo "moderno" tu status fuera más importante. Conozco muchos jóvenes infelices porque su celular ya pasó de moda o porque su videojuego no es la última versión. Sin darnos cuenta que a la tecnología nunca la alcanzamos, así que depender de ella es estar siempre "out", para mí es ilógico basar la felicidad en ello.

Vuelvo a estar de acuerdo contigo, lo mencioné al principio, mis libros escritos son mis tesoros y mis subrayados parte de ellos, de ahí la razón que solo conserve los que son importantes para mí.

Je, je, me perdí en lo de intertextualidad y paratextualidad, pero no importa.

Eso es muy cierto, a mí me ha pasado más ahora que escribo en mi blog o comento en el grupo de lectura, mucha información la saco de páginas web y cuando cito el link y pasa el tiempo resulta que ya no está ahí. Y el libro no se va, sigue ahí.

¿no soy la única que tenía odiaba hacer cuentas en un reloj así? No, no tenía uno, lo tenía mi hermano pero me desesperaba y corría volando por mi arcaica pero segura calculadora de números grandes, aunque mis dedos sean delgados y pequeños.
Y de hecho mi celular tiene calculadora, pero me compré un celular con teclas grandes aunque parezca del año del caldo. Me importa la funcionalidad, no la modernidad.

Y bueno para terminar mi ya largo comentario, que como siempre me sale casi igual de tamaño de tus post, pero es que me aprovecho de tu generosidad en leerlos y recibirlos. Ya Marta y Ana saben lo mucho que hablo cuando les comento, je je.

Concuerdo contigo en que independiente a si el libro desaparece o no en que las librerías tradicionales tengan que replantear su negocio. Como dije al principio y tú también. Tecnología, modernidad y tradición no tienen porqué competir y pelear, pueden coexistir pacíficamente. Así es todo, hay que renovarse y adaptarse a los nuevos tiempos sin por eso caer en extremos.

Saludos y excelente artículo como todo lo que sale de tu pluma (bueno teclado de tu PC). Cuídate. Hilda

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Hilda

Gracias por tan esmerado comentario (un interesante ensayo, diría yo), el que agrega más argumentos, por lo menos, a favor de una coexistencia pacífica entre el libro impreso y el digital y a favor además de un no determinismo de la tecnología. Aunque hay muchos más elementos que merecerían destacarse en tu comentario.

Muchos saludos y gracias por tu tiempo en compartirme tus aportes

Hilda dijo...

Estimado Martín, al contrario, gracias a ti por recibir mis comentarios aún cuando son extensísimos. Sabes que es un gusto visitar tu espacio.

Gracias por las porras al calificarlo de interesante ensayo. Viniendo de ti es un honor.

Y es que yo lo vi así, si no encontramos argumentos para conciliar lo "moderno" con lo tradicional, no lograremos avanzar. Y seguiremos corriendo el riesgo de caer en los extremos lo cual se traducen en consecuencias indeseables. La conciliación es importante diría Benita.
Y por lo menos yo he ido encontrando poco a poco una convivencia pacífica entre ambos tipos textos aunque sea para mi propio beneficio.
Parafraseando a Viktor Frankl, nuestro común autor favorito: no es importante las circunstancias, sino la actitud que tomes ante dichas circunstancias.

Muchos saludos y gracias otra vez por tu paciencia en leerme y responderme.
Nos estamos leyendo que es un gusto saber que andes todavía por aquí a pesar de tu tiempo limitado. Me voy a dormir. Cuídate. Hilda

A.M. dijo...

Yo creo que los libros tradicionales han sabido ganar muchas batallas, y esta también la ganaran.Personalmente pienso que no hay nada más placentero que leer un buen libro impreso, lo demás es comodidad de poder llevar miles de libros en un mismo aparato pero es algo irrelevante. Además el libro nunca se quedará sin batería, ni se bloqueará, ni te cansará tanto la vista como una de esas pantallitas que por mucho que digan que no cansan la vista, si que lo hacen. Nada yo por mucha tecnología seguiré comprando libros impresos, y creo que como yo mucha más gente.
Magnífico post!!!!!
Un abrazo muy grande amigo!

HPR dijo...

Hola, estoy de acuerdo con tu análisis del tema, incluso una cosa aparentemente tan peregrina como las citas web que desaparecen, ¡ya me ha sucedido a la hora de documentar uno de mis post! Pero, claro, el tema de publicar en papel es también un tema de costes. Se queda mucho sin publicar sencillamente por que no es rentable hacerlo de la manera "tradicional" y no por criterios de calidad o interés. Acaba pesando más el coste y la promoción del producto-libro. En las librerías tiende a haber siempre lo mismo y se resiente la diversidad de gustos e intereses. La publicación digital es una buena salida para obviar estos problemas. Ahora, un libro, siempre es un libro.

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Iris

Coincido contigo. Y resalto cuando dices: «Además el libro nunca se quedará sin batería, ni se bloqueará, ni te cansará tanto la vista como una de esas pantallitas que por mucho que digan que no cansan la vista». Fíjate que entre tus observaciones: algunas son ventajas del libro impreso que se me quedaron y que tú me has recordado; otras hacen referencia a lo tan pensado que está el libro impreso para la escala humana. Pero como siempre: en general estamos de acuerdo y muchas gracias por tus aportes.

Un gran saludo desde Lima

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Hola, HPR

Es verdad que en la cuestión del libro impreso hay también una consideración de costes, pero lo pronto me parece lo más seguro y fiable al menos para citar (no sé en el futuro). No niego que la publicación digital es salida más rápida aunque por alguna razón la siento más efímera (por muchas razones que ya he expuesto en este artículo). En todo caso, estamos de acuerdo en que un libro es un libro.

Y bienvenido a mi espacio

Muchos saludos

Anónimo dijo...

querido martín
yo recuerdo que cuando era joven hace 20 años (o más) si se quería escuchar música, salíamos a la calle con varios cassetes en la mochila y un walkman,,, ahora se almacena muchísima música en un mp3 y se mete en el bolsillo, lo cual es más cómodo y más barato.

Creo que no es tan terrible pensar en el libro digital. Deforestaríamos menos, por ejemplo.

Cuando nació la imprenta hubo un gran cambio en la democratización de conocimiento puesto que más personas empezaron a tener acceso a los libros.

Ahora,los libros estan tan caros,,
que sin duda en formato electrónico más gente podría tener acceso a los mismos, estaríamos pues ante una nueva democratización del acceso al conocimiento

un beso
Nila

Martín Palma Melena dijo...

Apreciada Nila

Para empezar no creo que la juventud la hayas dejado hace tanto. Y esto: si es que todavía no sigues siendo joven =)

Por otro lado, si de economía se trata, bienvenida sea le era digital. No obstante, como ya señalé en mi artículo, si ocho euros es lo más barato que se paga por una descarga virtual (y ojo: hablo de lo más barato), ¿tú crees que ese precio es accesible para el promedio de ingresos de nuestra realidad peruana?

Lo que sí me entusiasma de las publicaciones electrónicas es su eventual abaratamiento y su democratización (coincido contigo en que en el Perú los libros están bastante caros para el índice de ingresos). Pero, al menos, al momento de escribir estas líneas, tal abaratamiento no lo vislumbro en el Kindle (aparato que está por el orden de los casi 400 dólares) y en el costo de sus descargas.

Imagino que con el tiempo esto podría cambiar. Y en tal caso, las descargas digitales del Kindle sí tendrían muy buen argumento a su favor con su eventual reducción de precio y con su consiguiente mayor democratización.

Muchos saludos !!!

Nila dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

querido Martín,
claro ahorita todavía no vemos el abaratamiento de los libros, pero de hecho este se irá dando cuando se masifique, es como los reproductores de dvd, cuando recién salieron eran carazos, ahora ya no,,,
En verdad, si a eso le sumamos el hecho de que se deforestarán menos bosques, la cosa a mi me entusiasma.

un beso
Nila

Martín Palma Melena dijo...

Apreciada Nila

Tal vez coincidiríamos en lo siguiente: si los libros digitales terminan abaratándose con el tiempo (al menos las descargas del Kindle), y si a eso sumamos el evitar la deforestación de los bosques, pues yo sería el primero en estar a favor de estas tecnologías…

Al menos, más que en el ámbito del pronóstico, me quedo en el ámbito de la prescripción, esto es: estas tecnologías deben masificarse y bajar así de precio. Ojalá que así sea en el futuro.

Muchas gracias por tus aportes. Realmente me ayudas a ordenar mejor mis ideas.

Saludos muy cordiales

Marta Salazar dijo...

lo que más me preocuparía es el tema de "las competencias sumergidas", que no sólo es un tema peruano...

lo tenemos en todas partes, pronto empezaría (en realidad ya empezó) el intercambio de libros, tal como ahora se hace con los MP3.

En todo caso, yo estoy a favor de la digitalización! es que me falta el espacio para tanto libro y tanto papel y además, la mayoría de los libros que quiero leer, no está en las librerías alemanas...

Un abrazo Martín y te pondré un link!

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Marta

Realmente también es otro desafío el cómo evitar que estas nuevas tecnologías favorezcan a estas competencias sumergidas o, más exactamente, a la piratería de libros.

Ahora, como ya lo vengo diciendo, yo estoy a favor de la digitalización, aunque creo que deben considerarse o resolverse además una serie de cuestiones que he intentado plasmar en este artículo. Espero que con el tiempo eso se dé.

Tampoco me considero contrario a la tecnología o un tecnófobo, como le dicen…


Muchos saludos !!!

Hilda dijo...

Martín, en el grupo de lectura estamos debatiendo La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón, hoy inicié su lectura y encontré estos párrafos que al leerlos se me vino a la mente tu artículo. Párrafos que hablan de las bondades de los libros escritos.
Tal y como le señalas a Marta (por cierto me pasa igual que a ella ya no sé donde poner tanto libro, je je), yo tampoco soy contraria a la tecnología, puesto que el libro mencionado lo estoy leyendo en su versión digital pero de que a mi juicio hay como tú bien mencionas razones para la convivencia pacífica de ambos textos las hay.

Estos son los párrafos, espero te agraden. Saludos. Hilda

"Me crié entre libros, haciendo amigos invisibles en páginas que se deshacían en polvo y cuyo olor aún conservo en las manos.
—Daniel, bienvenido al Cementerio de los Libros Olvidados.
—Este lugar es un misterio, Daniel, un santuario. Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte. Cuando una biblioteca desaparece, cuando una librería cierra sus puertas, cuando un libro se pierde en el olvido, los que conocemos este lugar, los guardianes, nos aseguramos de que llegue aquí. En este lugar, los libros que ya nadie recuerda, los libros que se han perdido en el tiempo, viven para siempre, esperando llegar algún día a las manos de un nuevo lector, de un nuevo espíritu. En la tienda nosotros los vendemos y los compramos, pero en realidad los libros no tienen dueño. Cada libro que ves aquí ha sido el mejor amigo de alguien."

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Hilda

Gracias por regalarme este párrafo, el que bien podría ser un anticipo, dado que La sombra del viento está entre mis pendientes.

Saludos

FRANCISCO PINZÓN BEDOYA dijo...

Gracias Daniel. Vuelvo de vez en cuando a tu Blog y cada vez aprendo algo más. "El libro" - Ese tabú que en mí... no desaprecerá

Algo de ese efecto y en este link algo de ello me publicaron http://letraclara.wordpress.com/2008/02/27/algo-sobre-ellos-y-algunas-de-sus-virtudes-por-francisco-pinzon-bedoya-desde-medellin/

Saludos desde Medellín

Un abrazo lleno de poesía, quien no conoce fronteras

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Francisco

Gracias por la visita, pero mi nombre es Martín, no Daniel... =D

Y gracias por el enlace: con algo de tiempo lo visitaré.

Muchos saludos

el llibreter dijo...

Creo que hay un factor determinante: no se lee igual en pantalla que en papel. Cada forma de leer genera unas determinadas expectativas y requiere unas determinadas habilidades que se traducen en formas diferentes de atención a lo escrito.

El Kindle y afines desaparecerán porque dependen demasiado del libro: no satisfacen las expectativas de leer en pantalla. Si me gasto dinero en un dispositivo de este tipo, exijo poder "navegar" el texto. Si no puedo leerlo con internet de apoyo, no me vale. Esto es: si exijo que funcione como un ultraportátil, ¿para qué quiero un aparato redundante?

Leer en papel y leer en pantalla no son incompatibles. Si acaso, la lectura en pantalla modificará las formas de transmisión textuales. Sin olvidar, por supuesto, las formas de textualidad pensadas desde entornos virtuales (la literatura ergódica) y que es imposible trasladar al papel.

Saludos y gracias por tu post: muy lúcido.

Martín Palma Melena dijo...

Estimado Libreter

Me conforta encontrar personas con personas como tú, con las mismas intuiciones de uno. Como bien decía en mi texto, el Kindle me despierta muchas interrogantes. Y tú has aportado más elementos de juicio a mis intuiciones. Gracias por tu comentario.

Saludos

Anónimo dijo...

Hola Podría jurar que he estado en tu blog antes, pero después de navegar a través de él viendo
muchos de los mensajes me di cuenta de que es nuevo para mí.
De todos modos, estoy encantado de haberme encontrado con esta página.
La añadiré en mis marcadores para volver de vez en cuando!


Feel free to visit my web page contaminacion

Martín Palma Melena dijo...

Amable Anónimo

Gracias por tu gentiles palabras. Eres bienvenido (a)cuando quieras. Estaré al tanto de tu visita. Más bien te sugiero que me dejes un comentario al menos con un pseudónimo, para entrar a leer tus comentarios. Sucede que con frecuencia me dejan muchos spam y de allí que usualmente a los anónimos no los revise cuando me los notifican ami e-mail

Muchos saludos