sábado, junio 21, 2008

Madeinusa: ¿dónde termina la parodia y comienza el realismo?


(Fuente: El Ojo Soberano)

Por Martín Palma Melena

En Madeinusa (Perú y España, 2005), la protagonista es una adolescente de nombre homónimo a la película (Magaly Solier). Llega a su terruño, un imaginario pueblo andino, el joven limeño Salvador (Carlos de la Torre) en víspera de Semana Santa, fiesta de guardar a la que dicha localidad ha tergiversado y de la que se ha apropiado mediante una tradición muy curiosa, ésta es: desde el Viernes Santo a las tres de la tarde hasta el Domingo de Resurrección, lo lugareños tienen libertad para desatar incluso sus más disolutos deseos, pues Dios ha muerto y no ve nada.

Ni bien estrenada, la cinta despierta controversia en el Perú (la desatada en la blogósfera peruana fue de la que estuve más atento) no por el argumento relativamente convencional (chica provinciana + hombre capitalino = aventura o romance); despierta controversia más bien por la construcción que una guionista no extranjera sino justamente peruana, Claudia Llosa, hace de un poblado imaginario en los Andes Peruanos.

Tal construcción en sí misma sería tolerable si se presentara abiertamente como la parodia que finalmente es. Pero ¿cuál es el problema? Dicha parodia carece de hilaridad (al menos de una voluntaria) y es encubierta con visos de documental y de denuncia social, de forma que todos estos elementos conspiran para brindar a una caricatura un aura verosímil (que no verdadera) ante miradas desprevenidas, como las de quienes desconozcan la realidad peruana y hasta latinoamericana.

En otras palabras, siendo peruana, la guionista muestra a una parte de su propio país, la Sierra, no para darla a conocer sino para hacerla cuadrar dentro del imaginario o del gusto de algún eventual turista occidental que sobre el Perú sabría más por la cuarta secuela de Indiana Jones que por un buen documental de National Geographic.

Y ¿en qué consiste tal construcción? Llosa nos exhibe una localidad de Los Andes con las siguientes características: primero, hay ciertas reminiscencias de Realismo Mágico; segundo, los personajes encarnan básicamente estereotipos y son muy vagamente individualizados como personas; tercero, hay mucho énfasis en aspectos negativos de la localidad y se refuerzan así prejuicios ya pre-existentes.

Respecto a los resabios a Realismo Mágico, aquella comunidad imaginaria me parece tan fantástica como el Macondo de García Márquez por algunos ejemplos: por un lado, en la plaza principal del poblado el único reloj consiste en tres cartelitos que tienen números escritos a mano y que son cambiados por un lugareño usualmente soñoliento (o sea, allí la noción del tiempo depende de un sujeto que cada nada se queda dormido); por otro lado, se hacen en los habitantes muy difusas las fronteras entre un tiempo cronológico ya de por sí precario y un tiempo psicológico teñido por una cosmovisión dónde lo mágico y lo supersticioso y lo religioso son indistinguibles; por otro lado, la interpretación tan peculiar que aquellos provincianos supuestamente se harían de la Semana Santa sin tener a un sacerdote que los salve del malentendido (en la Sierra Peruana verdadera la inculturación del Cristianismo a las costumbres locales existe, pero no al punto de que la Fe haya mutado a tal nivel que ya sea parte del acervo de mitos y de leyendas regionales, lo que no significa que sean inexistentes casos de sincretismo, dimensión a la que sin embargo intuyo Llosa no pretende registrar o caricaturizar).

Respecto a que los personajes encarnan básicamente estereotipos, a la joven protagonista la presentan como tan ingenua y tan poco instruida que si no es por el limeño Salvador ni se enteraría de que su nombre Madeinusa es resultado de la contracción de los anglicismos Made-in-USA (hecho en Estados Unidos). No manejo estadísticas para afirmar qué tan difundido está el inglés en los Andes Peruanos; no obstante, en la vida real, en un pueblo como el que esta película reproduce (parodiándolo): por una parte, definitivamente los habitantes han debido tener alguna vez en sus manos un producto Made in USA o Made in China (y ni qué decir del Cuzco, ciudad cada vez más cosmopolita por el turismo); por otra parte, alguna cabina de Internet debe existir; por otra parte, ofenderíamos allí en su inteligencia a una chica provinciana si la creyéramos necesitada de un galán citadino para enterarse qué significa Madeinusa… Ahora, indudablemente, la región serrana es muy variada y compleja y adolece de índices de analfabetismo; sin embargo, percibo, los guionistas exageraron con el estereotipo que proyectaron en la protagonista del film.

Respecto al énfasis en aspectos negativos de la localidad, entre otras cosas figura el incesto, cuyo fantasma ronda a lo largo de la cinta.

Y ¿cuál es el problema con estos tres elementos mencionados? Que lamentablemente la región de la Sierra Peruana podría quedar estigmatizada al ser impregnada con estos imaginarios. Y ¿por qué? ¿Acaso una región europea o norteamericana, vistas en una cinta mediante imaginarios análogos, correría el riesgo de verse tan marcada y dañada en su imagen? Y entonces ¿por qué esto si ocurriría con los Andes Peruanos? Formularé mejor mi pregunta con un ejemplo extremo, ¿por qué una historia sobre el incesto en New York no estigmatizaría de incestuosos a todos los neoyorkinos? Pero ¿por qué la misma historia en los Andes Peruanos sí estigmatizaría así a todos sus habitantes? ¿No estaré siendo ya demasiado partenalista y chauvinista?

Para comenzar, los imaginarios nunca son inofensivos, y de allí que mientras no visite Nueva York, indudablemente mi visión de esa ciudad estará empañada por los imaginarios que los medios me brinden; empero, a Nueva York al menos la percibo a través no sólo de eventuales documentales sino además de infinidad de películas y de series televisas diversas que fungen como diversas ventanas para aproximarme a esa sociedad, a cuyos ciudadanos muy difícilmente estigmatizaré sólo por ver a algunos de ellos retratados en una historia incestuosa; ciudadanos que aun así no estarían librados de ser mirados mediante el filtro de los medios y de las subsiguientes ideas pre-concebidas en quienes nunca hayan conocido personalmente esa realidad. En otros términos, mientras no conozca personalmente una sociedad, básicamente la entenderé mediante mis representaciones mentales y condicionadas no pocas veces por los medios y las publicaciones.

Y si esto se da con una ciudad como New York, peor aún en el caso de los Andes Peruanos, y por dos factores: el primer factor, indudablemente la Cultura Andina en el mundo está infinitamente menos divulgada que la Neoyorkina; el segundo factor, dicha cultura y sus miembros han sido tradicionalmente víctima de prejuicios.

En referencia al factor de divulgación, a la Sierra Peruana no son muchas las cintas extranjeras que la difunden (salvo por esporádicos documentales o por realizaciones hollywoodenses no siempre muy fidedignas o por propagandas turísticas bajo sesgos multiculturales, los que acaso serían formas de enlatar y etiquetar a una cultura ). Y a esta región serrana quizás le signifique una escasa oportunidad para mostrarse ante el mundo un ocasional film, el que cuánto daño haría si es no sólo una parodia sino además una camuflada tras una factura documental (ojo: Madeinusa no es un documental; pero se vale de ese registro para plasmar su historia).

En referencia al factor de los prejuicios pre-existentes, esta caricatura es disimulada no para ojos peruanos ni latinoamericanos sino quizás para unos más desprevenidos y pertenecientes a otras latitudes; caricatura a cuyos prejuicios los matiza con documental realismo como parte de la idiosincrasia y del acervo de las tradiciones y de las costumbres locales en una comunidad andina (muy fantasiosa); prejuicios que podrían ser creídos y que entonces podría impregnar a los Andes Peruanos con una imagen tal vez difícil de despejar por muchos años, algo que no es tan descabellado como podría pensarse… Y esto porque esta región ya de por sí ha sido tradicionalmente olvidada y relegada y vista con prejuicios, y muy negativos, incluso por los propios peruanos capitalinos, situación ¿cuánto más agravada en un público foráneo cuya idea ya en general sobre el Perú no va más allá de las postales? Y ¿cuánto más desdibujada quedará esta sociedad serrana peruana si además se le añaden prejuicios inventados mediante parodias que además se insertan en el género no de comedia sino de un drama (y de uno todavía con aire a denuncia social) a cuyo supuesto realismo contribuye un trasfondo de paisajes y escenarios retratados en una fotografía de innegable fidelidad y calidad? Es decir, yo como peruano puedo establecer dónde está la realidad y dónde la exageración, pero no estoy seguro de lo mismo para un público que nunca haya visitado ya no sólo el Perú sino ninguna parte de Latinoamérica… Y no es mi intención ofender la inteligencia de dicho público…

Madeinusa en sí misma no tendría nada de malo y podría reconocérsele méritos en el plano de manufactura y de técnica y de fotografía. No obstante, esta producción presenta problemas por ser exhibida en un contexto como el descrito; contexto que a su vez condiciona a una recepción ya de por sí prejuiciosa, ante la cual una comunidad como la Andina Peruana sería más vulnerable por ser más desatendida y desconocida en relación a otras comunidades… En otros palabras: innegablemente existen culturas más frágiles que otras al ser representadas distorsionadamente.

Por otro lado, reitero nuevamente, los imaginarios nunca son inofensivos y tienen mucho poder y reverberan en la mente con mayor fuerza que las evidencias más contundentes o que hasta la propia Historia. Y las ficciones generan imaginarios, forjadores eventualmente de ideas pre-concebidas y de estereotipos, los que con el tiempo serían no imposibles pero sí difíciles de borrar y extensibles a regiones andinas de otros países, dado el prisma uniforme a través del cual Sudamérica suele ser observada (algo confirmado recientemente en la versión cuarta de Indiana Jones, producción donde descubro asombrado como peruano que en el Perú existen edificaciones no incas sino mayas o que las líneas de Nazca están en el Cuzco o que el mexicano Pancho Villa le habría enseñado quechua al célebre arqueólogo). Por algo le atribuyen a Einstein la siguiente frase: más fácil es romper un átomo que un prejuicio…

Por lo expuesto en este artículo, los cineastas deben tomar conciencia no sólo sobre sus argumentos sino además sobre la recepción que éstos tendrán, dadas las particularidades de una coyuntura determinada… Las licencias creativas deben ser válidas y libres, pero deben tener también alguna responsabilidad social, digo yo…


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Datos de la película

Madeinusa. Guión de Claudia Llosa. Dirección de Claudia Llosa. Actores. Magaly Solier, Yiliana Chong, Carlos J. de la Torre y Juan Ubaldo Huamán. Wanda Vision, Oberon Cinematográfica S.A., Vela Films, 2005.


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Nota 1 (22 de Julio del 2008):
Este artículo ya ha sido publicado en el portal CinemaNet
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14 comentarios:

Hilda dijo...

Estimado Martín, como siempre muy interesante leer tus reseñas. Y más interesante leer una crítica así escrita por un peruano, por alguien que conoce la realidad de su país, lo cual debería haber hecho la guionista.
No conozco tu país, solo lo que algunas personas (peruanas) me han platicado y es interesante aprender de tus textos, como siempre lo hago.
Tú crítica me hizo recordar mucho al cine mexicano actual, al cual todavía sigo sin entender, precisamente porque en su intento de ser realista muestra cosas que no necesariamente son verdaderas.
Personalmente creo que las generalizaciones y los prejuicios hacen mucho daño tanto a nivel individual como colectivo.
Es por eso que reforzar los aspectos negativos de una localidad y de sus habitantes no solo es totalmente perjudicial sino falso. Si vamos a criticar o denunciar algo, hay que hacerlo con bases diría yo.
No creo en lo personal seas demasiado partenalista, por lo menos no lo percibo yo así. Y lo entiendo porque por muchos años en el extranjero tenían la imagen de los mexicanos como los indios en las hamacas, los charros machistas y las mujeres de poca autoestima e inteligencia. Ahora es la imagen del mexicano brasero, narcotraficante o promiscuo. Y son precisamente las películas quienes dan esa imagen. Imagen no necesariamente cierta, sino distorsionada. Porque no todos somos así. Y quitar al mundo esa imagen, no es algo fácil, bastará con preguntarle a los mexicanos que han viajado a otros países o que viven en ellos.
Bien lo dijiste y coincido totalmente: "los imaginarios nunca son inofensivos y tienen mucho poder y reverberan en la mente con mayor fuerza que las evidencias más contundentes o que hasta la propia Historia."
Yo no he visto la de Indiana Jones, leí lo de los errores que mencionas en el blog de Marta, pero creo que efectivamente cuando un cineasta hace una película, lo menos que puede hacer antes de hacerla es informarse.
Repito, muy buena crítica a la película. Un saludo. Hilda

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Hilda

Esto de los estereotipos es todo un tema. El asunto es crear conciencia de que mexicanos, peruanos y latinoamericanos en general somos una realidad mucho más rica y compleja de la que presentan los medios de comunicación…

Saludos

Hilda dijo...

Hola Martín, y de hecho creo que de todo el mundo. Porque los estereotipos que vemos en las películas sobre los europeos, africanos y asiáticos, también muestran una realidad que no siempre es verdadera.
De ahí la importancia que si un escritor de libros, películas, documentales, etc., piensa "retratar" a un país, debe hacerlo con bases verdaderas, informándose, documentándose, investigando, para así no distorsionar la realidad y los que no conocemos no nos quedemos con ideas falsas sobre "x" país. (claro está, uno como público, también debe informarse y no dar por cierto todo lo que vee o lee)
Saludos. Hilda

Mariana dijo...

Hola, Martín, muy interesante la crítica a pesar de que no vi la película. Así como no me sorprendieron las bestialidades de Indiana Jones (una película pochoclera que nadie debería tomarse en serio), sí me siento sorprendida de que una peruana vaya a distorsionar intencionalmente su propio país para adecuarse a un imaginario social que ni siquiera le es favorable... en fin, ojalá los artistas aprendieran a ser más responsables.

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Mariana

Exactamente, has tocado un punto importante, qué paradójico que una peruana alimente un imaginario que ni siquiera le es favorable a su propio país… Por otro lado, allá en Argentina, ustedes llaman pochoclo, creo, a lo que nosotros llamamos canchita (o lo que los gringos llaman Pop Corn)… =) Y sí, pues, Indiana Jones me gustó pero entendida sólo como una cinta pochoclera… Sin embargo, entendida desde otros aspectos, esa película también merecería una crítica (y muy severa), la que no sabes las ganas que tengo de escribir… …

Muchos saludos, y me ha dado mucho gusto saber de ti después de tiempo (aunque mejor yo ni hablo pues también me he perdido, y esto porque por una cuestión coyuntural, estoy algo sobre cargado de cosas…). Pero intentaré no perder el hábito de visitar a los blogs amigos

Un abrazo

El ornitorrinco dijo...

No resto razón a todos los argumentos que se sostienen... ¿pero no estamos perdiendo de vista que es una película, que por lo tanto se trata de la construcción de un universo verosímil antes que verídico? igual que Indiana, si no hay que tomarse en serio esta última entrega, tampoco hay que tomarse en serio ninguna de las anteriores, porque el Grial representado en un cáliz es tan cliché como la manzana de Adán y Eva como fruto prohibido del paraíso... ni las piedras de Shankara que busca Indiana son de nepal, ni las cenizas del emperador oriental son tales porque el emperador tal no fue nunca incinerado... y así sucesivamente... y si es así, tampo habría que tomarse en serio Tiburón, ni El Padrino, porque los italianos de Nueva york no se la pasan hablando como compadritos todo el tiempo... creo que cuando entramos con la variable moralista del asunto empezamos a arruinar el gusto por ciertas cosas... Que se apela a un estereotipo en Madeiusa, sí, vale, es así... ¿por qué molesta? Porque se trata de nosotros, de algo muy cercano... si ese va a ser el resquemor, deberíamos sentirnos igual con las representaciones de los judíos y hasta de los nazis... Una película cuenta una historia y para ello construye un mundo representado: ¿por qué damos por sentado que todo el cine peruano tiene una vocación realista? hay pasajes a todas luces inverosímiles y forzados si los cotejamos con la realidad, pero que funcionan muy bien en la película ¡eso es verosimilitud!... ¿Por qué culpamos a la Llosa de deformar la imagen del Perú? Pienso que ha sido absolutamente fiel a sus propios cánones, porque realmente es esa la idea que mucha gente (sobre todo en Lima) tiene de nuestro propio país... en fin, ya me alargué demasiado.

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Giancarlo

Disculpa la demora en responder. Tu interesante comentario tiene muchas aristas que se prestarían para un interesante intercambio. Pero por ahora te comparto algunos apuntes.

Tú sostienes:

«No resto razón a todos los argumentos que se sostienen... ¿pero no estamos perdiendo de vista que es una película, que por lo tanto se trata de la construcción de un universo verosímil antes que verídico? igual que Indiana, si no hay que tomarse en serio esta última entrega, tampoco hay que tomarse en serio ninguna de las anteriores, porque el Grial representado en un cáliz es tan cliché como la manzana de Adán y Eva como fruto prohibido del paraíso... »

Te respondo:

Partamos de algo, y justamente de la distinción que tú mismo haces entre lo verosímil y entre lo verídico (y ya entenderás a qué viene esto en relación con Indiana Jones y con Madeinusa).

Lo verosímil es mucho más sugestivo y más influenciable que lo verídico. Y de allí que los imaginarios (construidos usualmente sobre la base de lo verosímil) nunca son inofensivos y pueden terminar siendo inicialmente interiorizados (en un nivel inconsciente) y posteriormente creídos (a un nivel consciente).

Los imaginarios no discurren en la mente como ideas (las que al ser conscientes bien que mal podemos cambiar si son negativas); los imaginarios reverberan más bien como «destellos» (los que al ser inconscientes son más difíciles de aprehender y de cambiar). Nota aparte: Lacan probablemente a estos «destellos» los llamaría Pantallas Fantasmáticas, pero la verdad no quiero enredarme con argumentos lacanianos, de los que sólo podría dar tímidas pinceladas…

Sin embargo, paradójicamente, por lo mismo, los imaginarios muchas veces influyen más que la realidad… Por ejemplo, los prejuicios de toda índole responden a imaginarios y no a verdades, pero aun así más fácil es destruir un átomo que un prejuicio, según decía Einstein… Y no olvidemos que los imaginarios muchas veces se fundan en lo verosímil (y no en lo verídico) Por eso, repito, incluso sólo los imaginarios e incluso sólo los elementos verosímiles nunca son inofensivos.

Y esto me lleva sólo a hacerme una pregunta, ¿acaso no serían formas sutiles de perjudicar o de difamar (sea a una persona o sea a una cultura) al convertir sólo en verosímil (que no ya en verídico) algo que antes no necesariamente lo era?

Sin embargo, nada de malo tiene construir universos verosímiles.
Tampoco tengo una mentalidad cerrada ni soy un chauvinista… Las ficciones bienvenidas sean, pero hay algunas salvedades a considerar; salvedades que quedaran más claras diferenciando a Indiana Jones de Madeinusa…

Con Indiana Jones, esta producción desde el principio se muestra abiertamente como una ficción de la que el público tiene claro que no debe tomarla en serio; tiene claro además la frontera entre la ficción y la realidad

Aunque esta cinta ya sería un tema aparte y merecería algunas críticas, entre ellas, por ejemplo: primero, a los guionistas nada les hubiera costado revisar aunque sea Wikipedia para darse cuenta que las Líneas de Nazca no están en el Cuzco; segundo, se presenta sobre el Perú una visión quizás ya no verosímil (y mucho menos verídica) sino hasta onírica; una visión que sobre nuestro país estaría presentando como verosímiles (que no como verídicos) elementos que no necesariamente en principio lo eran…

Pero, como repito, a pesar de todas las críticas que tenga hacia esta cinta, en Indiana Jones la frontera entre la ficción y la realidad están claras… (Aunque no sería descabellado presumir que algunos gringos terminen creyendo algunos elementos de esta película).

Pero en Madeinusa el caso es muy diferente. Y ¿por qué? Porque aquí no están claras las fronteras entre la parodia y la ficción y la realidad; no están claras las fronteras entre lo verosímil y lo verídico. Y tales fronteras no están claras no para nosotros los peruanos (quienes en este film bien que mal podemos distinguir la realidad de la exageración); tales fronteras no están claras sobre todo para un público extranjero para el que Sudamérica suele ser un gran todo indistinguible…

En Madeinusa, al menos desde mi percepción, existe una ambigüedad: a una parodia y/o a una ficción de los Andes Peruanos se le da visos no verosímiles sino ya verídicos, al utilizarse registros de documental y de hasta denuncia social.

Madeinusa es ambigua para un público extranjero que no tiene claro si se está plasmando una realidad o una parodia (en Madeinusa la parodia no se plantea abiertamente como lo que es)…

No me extrañaría que en otros países se crea que la historia de esta cinta pueda ser perfectamente verídica (y no sólo verosímil), algo que no ocurriría con Indiana Jones, donde lo verosímil está claro para cualquier público, sea peruano o sea extranjero (pero aun así yo tendría críticas ante la visión verosímil que sobre el Perú presenta la película del arqueólogo).

Giancarlo, el tema da para más (y más con un comentario tan agudo como el tuyo). Pero en resumen te diría: nada de malo tiene el construirse universos verosímiles; el problema es cuando un público determinado no tiene claro si el universo que le están presentando es uno verosímil o es uno verídico. Y, creo, ése es el caso de Madeinusa… Como reitero: en Indiana Jones por lo menos está claro que lo que se presenta es un universo verosímil (aunque incluso a ese universo verosímil le haría algunas críticas, pero ya eso dilataría más este comentario)


Un abrazo

Martín

El ornitorrinco dijo...

Apreciado Martín, saludo el intercambio de metralla... De Madeinusa han hablado casi todos y desde varias trincheras: los del psiconálisis han leído las pulsiones lacanianas en la película, el eros, el tánatos, el incesto, etc... los sociólogos la han usado para referirse a la construcción del otro y cómo ese otro es siempre el salvaje, el no occidentalizado, el bárbaro... tú pareces enfrentarlo desde una preocupación por la verdad, te interesa lo que de verdad hay en el objeto, y pareces no estar muy cómodo con que aquello que has visto no se ajuste al patrón de lo real (o lo que tú quieres tomar como real)... A mí no me interesan los nexos con la realidad de ese producto, no creo que haya que buscarlos, por lo tanto las categorías veridiccionales y los juicios de valor no van... a mí me interesa el producto en sí, porque cada película, igual que un libro es un mundo aparte, un mundo en sí mismo, lo referencial es anecdótico, porque lo que hay que entender es el mundo representado, no "el mundo al que se parece"... Cuando lees La Tía Julia, ¿recurres a la biografía del autor para aceptarla?... ¿Cuando lees Cien años de soledad, indagas si cerca de Aracataca pasaban cosas como las que cuenta Gabo?... ¿Cuando lees un libro de espías de Green, te preocupa si efectivamente las prostituas de Saigón saben tanto de venenos exóticoso o si existen esos venenos?... Creo entender que si una historia no se ajusta a la convenciones de género (los géneros ya no son puros tampoco), o si no es abiertamente poco real o explícitamente paradójica estamos definitivamente ante algo real y el problema con lo real es que tiene que ser realísimo, sino se convierte en un problema de peligrosas interpretaciones... Tomo este cachito tuyo: "el problema es cuando un público determinado no tiene claro si el universo que le están presentando es uno verosímil o es uno verídico. Y, creo, ése es el caso de Madeinusa"... Te preocupa que la gente pueda interpretar o leer algo distinto de lo real, o tomar aquello como real... yo no veo qué tenga de malo... si alguien quiere hacerlo, es su problema, no el de la película: la película quiere contar esa historia y la cuenta así, ¿me pregunto si el prurito sería el mismo si ocurriera en Islandia? ¿Qué haces? ¿te instalas en la duda para siempre o suspendes todos tus juicios al respecto? ¿te compras la idea o te sumerges en una biblioteca para ver si eso es real o si eso pasa efectivamente?... A mí no me importa si efectivamente los muros de Jericó cayeron por obra del Arca, o si la mujer de Lot se convirtió en estatua de sal, o si de veras ocurrieron las plagas de Egipto: a mí me parece todo el antiguo testamento una súper historia, una historia bomba, y punto... ni siquiera me pongo dogmático y la asumo porque es "palabra de Dios"... Lo que importa es la historia que se cuenta ¡y es una gran historia!... Si a partir de cualquier historia la gente puede hacerse una idea errada de las cosas, ¿no crees que hay un problema en la gente?... no quisiera que enfrentemos esto como en la escuela de Frankfort: que pensaba que los contenidos de los medios drenaban la mente de las personas como a través de una aguja hipodérmica o porque detrás había una intención o la voluntad de un demiurgo... Las películas, igual que los otros medios, no nos dicen qué pensar: y esto no es posible porque al revés tampoco funciona... es decir, si mañana sale una peli en donde todos somos lindos, solidarísimos, y demás, la gente no se va a tragar que ese país es maravilloso y hay que mudarse para allá... sabemos que en todas partes se cuecen habas y en todas partes las miserias conviven con las bondades... Madeinusa no nos dice qué creer, usa un entorno como pretexto para contar una historia dura, punto... si ese es un problema, estamos jodidos, porque todas las hitorias duras habría que contarlas entonces en un "no where"... ¿Voltaire no escribía de América sin haber estado nunca aquí en sus historias? No importaba si se ajustaba o no a la realidad, importaba la historia que contaba... Si Madeinusa fuera un documental, no argumentaría yo nada... ¿pero es una película, una ficción, un divertimento, como las viejas historias de los ancianos alrededor del fuego?... si la gente cree algo distinto a la realidad a partir de eso, si se compra algo que no es, ¿no es un problema de ingenuidad de la gente que está acostumbrada a comprarse las cosas y tragarlas sin digerir? ¿no es más interesante pensar que si una película así es capaz de despertar esas preocupaciones es porque tenemos un problema a nivel social antes que fílmico, que tenemos un escaso conocimiento del mundo, o que el mundo se ha hecho tan grande que es imposible conocerlo todo y tenemos que aceptar lo que circula para orientarnos en el mundo?... las películas no nos dicen qué pensar, creo que nos pueden plantear acerca de qué pensar... y creo que aquí, antes que echarle la pelota a la película hay que echarle la pelota a la gente ¿tenemos gente tan pobre (y nuestros índices de educación los conoces bien), tan ingenua, tan "pagana", que cree lo primero que le ponen por delante?... hubo un tiempo en que ir al cine se trataba de pasar un buen rato, riendo, llorando, o reflexionando... Madeinusa es una alegoría del mundo andino y sobre todo una alegoría acerca de la mujer y las relaciones familiares... punto... Si hay un problema de ajuste con la realidad en su representación en la pantalla que puede distorsionar o provocar lecturas erradas, ése es un problema de público no de la película... nos enseñan a leer y escribir, pero poco nos han enseñado acerca de ver los medios.

Martín Palma Melena dijo...

Estimado Giancarlo

Tu comentario tiene varios frentes, entre los cuales me enfocaré sólo en algunos:

El primer frente: sólo importa una obra de arte en sí misma (sea una película o una novela) por su valor estético y por su capacidad de deleitar y más nada.

El segundo frente: lo que hay que entender es el mundo representado, no "el mundo al que se parece.

Tercer frente: la ambigüedad de las ficciones

Pero vayamos por partes

El primer frente: sólo importa una obra de arte en sí misma (sea una película o una novela) por su valor estético y por su capacidad de deleitar y más nada (esa idea central me parece que es la que defiendes).

En esa idea central estarían otras que tú no necesariamente defenderías pero que estarían implícitas en tus opiniones, por ejemplo: primero, un artista no tendría ninguna culpa, aun cuando pudiera prever si su obra tendrá un efecto positivo o uno negativo en su público (sin embargo: un artista a su público tiene que conocerlo y tiene que saber si éste es culto o analfabeto o analfabeto funcional; un artista tiene que tener una idea de cuál será la recepción de su obra); segundo, ya en el ámbito literario y bajo la misma lógica, sólo habría libros bien y mal escritos y punto, y todo juicio valorativo es subjetivo (entonces: sea El Principito o sea El Príncipe de Maquiavelo o sea La Biblia y o sea Mi Lucha de Hitler tendrían igual valor y serían neutros y sólo importarían que estén bien o mal escritos y punto, y ¿en realidad es tan así?); tercero, en un autor no importaría ni su personalidad ni su psicología ni su biografía sino solamente su obra en su sentido puramente estético y más nada (entonces ¿para qué dentro de la Teoría Literaria se estudia el Psicoanálisis de Freud o de Lacan?); cuarto, si sólo importaría en su sentido puramente estético, la obra entonces podría ser interpretada según el gusto de cada quien y según lecturas incluso hasta contrarias a la intención del autor; quinto, si sólo importaría en su puro sentido estético, una obra una vez que pasa al público escapa de las manos del autor, el que entonces poco o nada podría decir sobre la forma en que entiendan su obra, aun cuando a ésta la distorsionen totalmente en su sentido o en su espíritu original.

Giancarlo, no digo que necesariamente defiendas todos estos cinco puntos mencionados, los que sin embargo en casos extremos son fácilmente deducibles de la idea central que defiendes, ésta es: sólo importa una obra de arte en sí misma por su valor estético y por su capacidad de deleitar y más nada.

Y esa idea central, sospecho, tiene resabios de Estructuralismo (aunque déjame revisar mis textos de Teoría Literaria para confirmar esa sospecha). Y hacia el Estructuralismo, por algún motivo, nunca he podido evitar tener una cierta visión crítica, la que para desarrollarla haría más dilatado este comentario… (Y no niego que el Estructuralismo pueda tener sus aportes…)

En todo caso, este primer frente lo dejo abierto y no necesariamente discrepo con él, y por varios motivos: primero, porque en este caso más que fórmulas generales habría que analizar cada caso concreto; segundo, aunque tal vez habría que matizarla según cada circunstancia, tu idea central tiene lógica por varios motivos: por un lado, porque dicha idea central aspiraría a proteger al artista de no ser juzgado o perseguido por sus ideas, algo que podría suceder por ejemplo en un régimen fascista; por otro lado, porque esta idea central ayudaría a que por ejemplo la Literatura no se dispersará sino definiera mejor su objeto de estudio, la obra misma (y esto a pesar de que un libro es producto de una serie de factores que también deberían conocerse y que serían por ejemplo: o bien los condicionamientos diversos que un autor atravesó al escribir; o bien los vínculos con un determinado contexto, algo que obligaría a la Literatura a dialogar con otras disciplinas, como la Historia o la Sociología o la Antropología, etcétera… Quizás por eso están tan de moda los Estudios Interdisciplinarios)

Por eso, reitero, en este primer frente no pretendo ser dogmático ni proponer fórmulas generales: por ende, ya habría que analizar cada caso concreto…

El segundo frente: lo que hay que entender es el mundo representado, no "el mundo al que se parece (esa otra idea, creo, también defiendes)

Y eso me lleva sólo a preguntarme si son inofensivas o no las representaciones ficcionales de una cultura verdadera, aun cuando esta cultura pudiera quedar estigmatizada por los imaginarios (y te vuelvo a recordar el poder de los imaginarios). Pero ¿sabes? Incluso a este segundo frente también lo dejaría abierto y podríamos coincidir en algo (finalmente la Literatura crea mundos ficticios y por algo hemos estudiado Literatura). Más aún, no me parece mal que Madeinusa construya un universo ficticio en torno a los Andes Peruanos; más aún, hasta podría tener cierta tolerancia con los estereotipos allí dibujados (aun cuando, dada su escasa divulgación y su desconocimiento para el resto del mundo, ciertas culturas sí serían más vulnerables que otras ante los estereotipos o construcciones ficticias que de ella se hagan, aunque ése ya sería otro tema). Pero incluso a pesar de estos detalles, podría ser tolerante con Madeinusa y no darle más importancia que la que le daría a Indiana Jones… Y entonces ¿cuál es el problema con Madeinusa? La ambigüedad… Y eso me lleva a un tercer frente

Tercer frente: la ambigüedad de las ficciones

El problema con Madeinusa es La ambigüedad… Repito, en Madeinusa el problema no es tanto la representación ficticia de Los Andes Peruanos (por más caricaturizada que esta región sea); el problema es cuando un público extranjero (incluso con mucho criterio) no pueda eventualmente discernir ni ante qué registro está ni ante la naturaleza de la historia que quiere registrarse: ¿Se esta ante un registro de parodia o ante un registro de documental? ¿Se está registrando una realidad o una simple versión cinematográfica de una telenovela? Es decir, nosotros como peruanos si tenemos claro esto, pero no creo que ése sea el caso de todo el público en el extranjero…

Con Indiana Jones, ese registro y la naturaleza de la historia registrada están claros para todos los públicos y no hay problema (aun cuando en esa cinta nada les hubiera costado a los guionistas presentar Machu Picchu y no tantas edificaciones mayas).

No obstante, repito, con Indiana Jones, la gente tiene claro finalmente: por una parte, cuál es el registro que se utiliza; por otra parte, cuál es la naturaleza de la historia que se registra…

Pero con Madeinusa no ocurre lo mismo, pues su problema es la ambigüedad…

Para qué me entiendas mejor, ¿por qué Los Cazadores del Arca Perdida no causó tanto resquemor como El Código Da Vinci…? Porque, en el caso de la primera película, aun cuando El Arca de la Alianza allí presentada tenía sesgos hasta ya esotéricos, todo el mundo tenía claro cuál era la naturaleza de esa historia y cuál era su registro En cambio, con El Código Da Vinci, Brown era ambiguo en definir qué cosa era su obra, ¿Historia? ¿Ucronía? ¿Historia Novelada? ¿Novela Histórica? (Bueno: yo tengo claro la calidad de este libro, pero ése ya sería otro tema)

Tengo la sospecha de que El Código Da Vinci no hubiera despertado tanta animadversión (quizás sí pero no tanta) si no hubiera aspirado a tener más importancia que la de Indiana Jones; si se hubiera presentado abiertamente como la ficción ucrónica que era (yo creo que El Código Da Vinci es una Ucronía; pero ése ya sería también otro tema)…

Giancarlo, en suma, y no sé si me dejo entender, el problema con Madeinusa y El Código Da Vinci no es tanto la ficción o los mundos ficcionales allí construidos ni cómo son construidos: el problema es la ambigüedad; el problema es cuando una ficción no se presenta abiertamente como lo qué es y no establece ni cuál registro utiliza ni cuál es la naturaleza de la historia que se registra; el problema es cuando una ficción pareciera querer disfrazarse de géneros que no le corresponden; el problema es cuando la ficción pareciera o bien querer hacerse pasar por la realidad o bien tener visos ya verídicos y no sólo verosímiles. Las ficciones podrían hacer daño: cuando son ambiguas; cuando a una realidad buscarían no sólo representarla fantasiosamente sino ya quizás hasta reemplazarla…

No se si sería descabellado o hasta un contrasentido de mi parte el aspirar a una transparencia en las ficciones…

Un abrazo

Isabel Barceló Chico dijo...

Pasé a verte y dejarte un abrazo, y me he encontrado con este interesantísimo post. Desde luego, no conozco la película, pero de la lectura del análisis que haces de ella, casi involuntariamente me he de poner de parte tuya. Los prejuicios son muy destructivos y cuando estos prejuicios, agigantados, recaen en sociedades poco o nada conocidas, pueden causar mucho daño. En fin, comprendo tus sentimientos. Pensemos también, no obstante, que esta película tendrá una difusión limitada, por amplia que llegue a ser. Un abrazo muy fuerte y hasta pronto.

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Isabel

Qué gusto saber nuevamente de ti. Y tienes gran capacidad de síntesis: en pocas palabras has plasmado una de las ideas centrales de mi texto. Y obviamente coincido plenamente contigo…

Un gran abrazo desde Lima

Hilda dijo...

Martín, sé que andas atareado y por esa razón no nos visitas, así que solo pasé a saludarte, decirte que extraño tus comentarios y avisarte que abrí un nuevo blog destinado a la defensa de la vida y la salud, espero también contar ahí con tus comentarios, si puedes y gustas.
Hay una dedicatoria para ti en el blog. Saludos afectuosos. Hilda

http://aladefensadelavidaydelasalud.blogspot.com/

zeta dijo...

No he visto la película, pero he oído bastante de las críticas de ella, y hasta donde he leído-no he podido leer todo por falta de tiempo-da buenos argumentos para reclamar lo último, que los guionistas y los directores tomen más de consciencia. Curiosamente lo primero que me hizo pensar la película fue el argumento de que cuando es Semana Santa dios está muerto y no ve nada, por lo que se pueden cometer todos los pecados sin culpa: esto lo escuché muchos años antes de la voz de mi padre, quien ha vivido más de la mitad de su vida en las profundidades de la sierra, y me pareció curioso verlo reflejado en una película, y que eso genere bastante polémica. Otra cosa que me llama la atención es la percepción que pueden tener los otros sobre la realidad de la sierra, el ejemplo de Nueva York es lógico, pero le falta considerar que siendo una ciudad cosmopolita y archiconocida a nivel mundial, también occidental, un caso de incesto sería visto desde el punto de vista social occidental moderno, o sea que se denigraría, en cambio en la sierra no hay tal interés de los ojos del mundo, ni siquiera de nuestros ojos, por eso que de vez en cuando salta con horror noticias de que una chica de 13 se casó con uno de 45 o que una hija se casó con su hermano, o cosas así, hasta hilaridades como que una chica cuando cumple la mayoría de edad y debe casarse se llama a competencia de velocidad entre las personas del pueblo para que el ganador se case con ella- esto ocurre, según recuerdo, en la selva-. Estoy de acuerdo con lo que dice de que se exageran los estereotipos, aunque ya que le da bastante consideración al hombre tendría que considerar que en Trujillo, en la playa de Huanchaco, hay varios chicos que se llaman HamiltonLight, o sea que es un tema amplio para pensarlo, de todos modos veamos cómo está la siguiente película y todo, mientras felicidades por la dominación, aunque veo que éste es un blog de cine y no tanto de literatura, ya van dos así en los de literatura, será que se han equivocado o qué...No lo sé, suerte, escribí bastante, chao.

David Cotos dijo...

La película es original, Claudia Llosa demuestra que tiene pasta para el oficio.