sábado, octubre 04, 2008

¿Percibir más allá de la consciencia?

Fuente: Allocine.fr

Estamos en 1968. Dorothy Retallack, organista y soprano norteamericana, realiza en su habitación un experimento que durará ocho semanas: a unas plantas las divide en dos grupos y enciende paralelamente dos radios, la primera sintoniza música clásica y la segunda Rock. 

¿Los resultados? Las plantas expuestas a la música clásica crecieron en dirección al aparato y las expuestas al Rock lo hicieron en dirección opuesta. 

II 

Aun cuando no puedan pensar (al menos hasta donde yo sé), si las plantas no son precisamente objetos inertes y hasta manifiestan mayor predisposición o rechazo a ciertos géneros musicales, entonces con mayor razón nosotros los humanos deberíamos conservar algunas facultades todavía latentes incluso en los más severos casos de inconsciencia (como el coma); facultades que nos harían quizás ya no sentir pero sí siquiera absorber como esponjas del mundo exterior estímulos diversos tales como la calidez o la frialdad de los demás; estímulos que en tal estado siempre interiorizaríamos aunque por formas todavía muy enigmáticas para quienes suelan ser muy cerebrales incluso para entender los afectos.

III 

Y ¿a qué vienen tantas reflexiones sobre estas percepciones más allá de la consciencia? No he sido influenciado por lecturas ni metafísicas ni vinculadas a fenómenos paranormales o extra sensoriales. He sido influenciado más bien por una película muy entrañable que ya tiene algunos años pero que vale la pena analizarla; película donde existen protagonistas que no necesitan de experimentos científicos ni teorías rebuscadas para comprender algo muy sencillo, esto es: aun cuando adolezca de un mal como el Alzheimer, un ser querido merece gestos que siempre podrá disfrutar de una u otra manera, y para tales efectos cualquier esfuerzo nunca será vano. 

Y ¿la cinta en cuestión?, El hijo de la novia (Argentina, 2001). 

IV 

Por su temática, esta producción hubiera sido perfecta para dedicarla a toda la familia; sin embargo, los guionistas quizás prefirieron un cuadro plagado de claroscuros, para que el amor filial y familiar se libraran de lugares comunes y de resabios empalagosos y tuvieran planteamientos apelantes incluso dentro de las relaciones más disfuncionales y dentro de un público más maduro y curtido.  

No obstante, si habrían tenido estas pretensiones, dichos guionistas bien pudieron haber utilizado medios distintos de aquellos como ciertos exabruptos o como expresiones algo bruscas que dificultan a este film volverse familiar en un sentido estricto y que causarían interferencias en la recepción del mensaje por un público infantil (aunque sobre este punto podría hacer concesiones y ya seguiré profundizando) 

No obstante, si estamos en nuestros treintas o cuarentas, tal vez requeriríamos de un argumento no como los de la factoría Disney sino como los de esta cinta, la que es sublime pero que está sazonada con unas bien calibradas dosis de banalidad y de aspereza y de humor, para salvarnos sí de sensiblerías pero no de mirarnos mediante los ojos paternos y maternos con un tierno remordimiento que vuelve inevitable cierto nudo en la garganta. 

Definitivamente: esta historia nos obliga a un balance sobre nuestra vida para interrogarnos ya a cierta edad qué tanto a nuestros progenitores los hemos hecho sentirse orgullosos o defraudados en sus expectativas (en parte, este film bien podría interpretarse como una crisis de los cuarenta aunque desde la óptica de los padres; como una forma de medir el éxito o el fracaso de una vida adulta teniendo como referente no a la sociedad sino a la familia: escrutinios difíciles no tanto por drásticos como por conmovedores). 

V 

Hablo de un cuadro plagado de claroscuros por diversas razones: por un lado, el argumento y los sujetos resultan muy humanos justamente por ser a la vez afectuosos y rudos y cómicos y dramáticos; por otro lado, existen en los libretos líneas enternecedoras pero alternadas con otras algo zafias por estar matizadas con el típico desenfado bonaerense. 

Aunque tampoco se llega a abusar de estos recursos, mérito que yo atribuiría en parte a una edición muy hábil para equilibrar facetas diversas y hasta contradictorias en personajes cuyas irreverencias nunca opacan a sus virtudes y contribuyen más bien a un aire de localismo y de autenticidad. 

VI 

Por ejemplo, Rafael (Ricardo Darín) es hosco y agresivo, el típico porteño barrial que emocionalmente sigue siendo un muchacho matoncito pero que cronológicamente ya está en los cuarentipocos, rasgos más marcados aún por un constante estrés. 

Sin embargo, precisamente por esas imperfecciones, en él el cariño y la lealtad son más connaturales pero no siempre tan evidentes… Rafael nos brinda los mismos sentimientos encontrados que un Pedro Picapiedra contemporáneo, a quien increparíamos aunque disculpándolo y comprendiéndolo y hasta teniéndole simpatía. 

Al parecer, nuestro sujeto anteriormente habría sido considerado un bueno para nada (esto lo percibimos en alguna parte del film). Empero, en algún momento, cuando ya un jovencito precisamente no era, él empezó a conocer un relativo éxito, innovando el restaurante familiar (el cual posee finanzas algo desorganizadas, aunque conserva cierta clientela y cierto atractivo para compradores con mayor peso en el mercado, aspecto en el que la crisis económica argentina bien podría ser un telón de fondo).  

Entonces, al fin, este personaje creyó que algún logro podría exhibir a su madre, Norma (Norma Aleandro), quien no obstante ya no pudo gozarlo, pues empezó a padecer el mal de Alzheimer

VII

Aunque en su vida personal, Rafael es más bien mediocre a todas luces: tiene ya un divorcio a cuestas y no asume un gran compromiso en su nueva relación con Naty (Natalia Verbeke). Y si se esmera en atender a su hija, Viky (Gimena Nóbile), es acaso porque por el afecto de la niña está compitiendo también la ex esposa, Sandra (Claudia Fontán). 

Nuestro personaje no es malo, pero tiene una vida tan desordenada como sus finanzas y se siente desbordado por las preocupaciones, y de allí que no tiene cabeza para aquilatar a su familia y para corresponder a todo el afecto que le brindan. En otras palabras, él no se niega a dar afecto, pero no se posee a sí mismo y está fuera de sí por presiones diversas, y quien no se posee lo suficiente no puede entregarse lo suficiente a los suyos. 

No obstante, Rafael siente cuestionada su vida sentimental por un gran referente: su padre, Nino (Héctor Alterio) 

VIII

Nino interpela a su hijo no recriminándolo sino dándole un ejemplo discreto: él insiste en acudir a un geriátrico para ir a ver diariamente a su esposa, aun cuando ella no tiene cabal conciencia de quién la está visitando. 

Sin embargo, el anciano guarda un cierto remordimiento. 

En su juventud, asumió ciertos ideales que le impidieron aceptar el matrimonio religioso. ¿Un agnóstico? ¿Un librepensador con visos anticlericales? Este punto no queda del todo esclarecido. En todo caso, él convivió muchos años con Norma sin haberla desposado por la Iglesia. 

No obstante, ya en los últimos años de su vida, Nino va vislumbrando más claramente cuánto debieron haberlo amado, para que su pareja renunciara a la máxima ilusión de cualquier chica de barrio: dejar su casa estando vestida de blanco. 

Por tal motivo, el anciano tiene ese peso en su conciencia y desea resarcirse casándose con ella. Empero, Rafael se opone: que su madre ya ni cuenta se dará de esas nupcias; que su padre mejor invierta su dinero en pasearse por Italia… 

Pero Nino está dispuesto a hacer esa inversión pues tiene un pálpito: en algún remoto rincón de su mundo interior, Norma disfrutará de ese matrimonio, aprehendiéndolo si no por la inteligencia sí por alguna de esas facultades siempre latentes aun en plena enajenación mental; facultades que ya sugerí al principio y con las que aquella mujer pareciera seguir reconociendo a sus seres queridos. 

Al menos, dada su magnífica actuación, la Aleandro persuade hasta al más escéptico de una realidad, a saber: el discernimiento puede haberse perdido, pero el corazón siempre seguirá latiendo e impregnando e impregnándose de cariño mientras haya vida. 

Y Nino no necesita de argumentos médicos o científicos para saber todo eso. Simplemente lo sabe… Y eso lo lleva a realizar cualquier sacrificio para conservar la ilusión de unas nupcias en la tercera edad. 

Y él ¿conseguirá formalizar su relación? ¿La Iglesia consentirá ese matrimonio a pesar del estado de ella? Rafael ¿logrará convencerse del presuntamente descabellado proyecto de su padre? Si no han visto este film, les dejo estas intrigas… Y si ya lo han visto, vuelvan a intrigarse… 

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Bibliografía 

El hijo de la novia. Guión de Juan José Campanella y Fernando Castets. Dirección. Juan José Campanella. Actuaciones. Ricardo Darín, Héctor Alterio, Norma Aleandro, Eduardo Blanco, Natalia Verbeke, Gimena Nóbile, David Masajnik, Claudia Fontán, Atilio Pozzobón, Salo Pasik, Humberto Serrano, Fabián Arenillas. Pol-Ka Producciones, Patagonik Film Group, Jempsa y Tornasol Films, 2001. 

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Sobre Dorothy Retallack y su experimento con las plantas, la información consultada pertenece a la siguiente fuente: 

« ¿Las plantas sienten?».Perú 21 [Lima] 9 de Octubre del 2006. 

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2 comentarios:

Hilda dijo...

Hola, con respecto a esos experimentos con las plantas, sabía de otros en los cuales las plantas podían "sentir" cuando alguien las intentaba atacar, teniendo reacciones en los sensores a los que estaban conectados. Y de otros en vacas a quienes también se les exponía a música clásica y de rock. Desafortunadamente no tengo la referencia bibliográfica de ellos.
Y si bien las plantas y los animales son seres vivos que no razonan como nosotros, siempre me he cuestionado qué tanto pueden o no manifestar sensaciones y emociones. Pero bueno, no quiero elucubrar.

Con respecto a la película, la vi hace dos años aproximadamente, curiosamente como "terapia". Me gustó bastante, aunque te soy sincera no me gustó que tuviera muchas palabras altisonantes.
Pero en general la historia me pareció bastante dulce y conmovedora. Realmente conmueve la forma en que el padre ve a su esposa enferma y el ingenio del hijo es satisfacer el sueño de su progenitora. En verdad muchas escenas muestran verdaderos actos de amor. La manera en que se desarrollan los conflictos es muy interesante. No hablo del final, veo que has dejado el final abierto y no pretendo arruinar esa intriga, solo decirte que quedé muy satisfecha con la forma en que termina la película y como se desarrollan los hechos. Me gusta la actitud del hijo y me gustó la actitud de la pareja del hijo. De hecho desde esa perspectiva me dejaron ver la película.

Siempre me ha dado mucho pesar los enfermos de Alzheimer, creo que es una de las enfermedades emocionalmente más desgastantes para el enfermo y los familiares. Pero como el ejemplo que pones de la película, creo que muchos tenemos que aprender que con caridad y amor podemos soportar tan dura prueba. Además de que creo que en materia de la "mente humana" tenemos todavía un horizonte muy grande por descubrir. La naturaleza tiene horizontes insospechados.

Saludos. Hilda

NO A LA DISCRIMINACION dijo...

La pelicula El hijo de la Novia es verdaderamente un canto al amor . Todo un ejemplo para muchos.

Un saludo