martes, enero 29, 2008

El Gran Simón: las limitaciones también son una ventaja




Fuente: Photobucket

¿Alguna vez se han preguntado por qué no nacimos perfectos? ¿Por qué tenemos tales o cuales defectos? ¿Qué sentido tienen? Y si tal vez están predestinadas a ser verdaderas ventajas en el lugar y momento oportuno. Desde la perspectiva de dos niños próximos a la pubertad, estos temas me sugirieron la película El Gran Simón (U.S.A., 1998); película que entiendo en otras latitudes la conocen como El inolvidable Simon Birch o Simon Birch.

Simon Birch (interpretado por Ian Michael Smith) y Joe Wentworth (interpretado como niño por Joseph Mazzello y como adulto por Jim Carrey) son dos menores que tienen en común el sentirse distintos en su pueblo por razones diversas: Simon tiene el Síndrome de Morquio y padece por tanto un enanismo y deformidad que se traducen sin embargo en un peculiar carisma sobre todo para con los niños; Joe es hijo natural de Rebecca (Ashley Judd) y desconoce a su padre.

Simon y Joe habitan una localidad cuyos residentes son conservadores más por una moral burguesa en la que muchas veces escrúpulo y virtud se desdibujan en prejuicio e ignorancia. En otras palabras, hablamos del típico pueblo que se aferra a las buenas maneras no tanto por convicción como por preservar las apariencias por pánico a las habladurías.

En este contexto, si bien no está en los roles protagónicos, Rebecca es un personaje interesante. Ha sido algo estigmatizada en aquel pueblo por ser madre soltera. Y por razones que ya se irán develando a lo largo de la cinta, ella no le dice a su hijo quién es el padre. No obstante, es desprejuiciada pero en un sentido positivo: tiene la capacidad de sobreponerse a las presiones sociales y maledicencias para continuar con su vida, sacar adelante a Joe y aproximarse a Simon con mucha naturalidad para darle afecto trascendiendo su aspecto físico y haciéndolo olvidar cuán diferente es.

Más aún, paradójicamente, por esa suerte de estigma que sufre, ella pareciera ser más humana que muchos en aquella localidad y haber agudizado más su sensibilidad. De allí que sabe cómo entender a Simon y cómo hacerlo sentir bien, al punto de casi representarle una madre sustituta, mientras el resto del pueblo y hasta el propio Reverendo Russell (David Strathairn) no pueden mostrar por aquel pequeño más que conmiseración o condescendencia, sentimientos que lejos de equivaler a aceptación o cariño, aumentan más todavía las barreras aunque disfrazándolas de falsos respetos o de amabilidad.

Por su parte, Simon no ignora que es distinto y que lo ven como distinto. Incluso, su padre no se esfuerza en disimularle el rechazo que le tiene. Por ejemplo, en una escena, muestra un abierto desinterés cuando el pequeño lo llama por teléfono para explicarle que todavía no ha llegado, a pesar de ya ser muy tarde, porque está en casa de Joe.

Como si fuera poco, a Simón el propio Reverendo Russell trata de desalentarlo de grandes aspiraciones. ¿Es que acaso aquel niño con Síndrome de Morquio no se da cuenta de sus limitaciones y de sus deficiencias físicas? ¿No sería mejor que fuera más conformista? ¿Eso no lo libraría de posteriores decepciones?

Sin embargo, Simon tiene la serena certeza de que ha nacido para un propósito en esta vida, para algo grande… Esto no significa necesariamente que él haya perdido la perspectiva de la realidad o que esté soñando con aventuras extraordinarias para compensar sus carencias. El pequeño sí es un soñador, pero es muy conciente de sus limitaciones y tiene los pies bien puestos en la tierra. Él es optimista sobre todo porque sea cual fuere la misión para la que haya nacido, esa misión por más modesta que sea, debe ser muy grande al ser valorada no por su espectacularidad sino por su significado.

Así, en este film observamos que cuando tenemos certeza de haber venido con un fin a este mundo, nuestras mayores limitaciones y adversidades cobran un mayor sentido y nuestra vida asume novedosas perspectivas del mundo que nos hacen tomar derroteros muy distintos que cuando sólo nos abandonamos al escepticismo.

De allí que esa sola certeza tiene repercusiones muy concretas en el presente y en nuestras conductas y decisiones más cotidianas, las que en su conjunto forjan un gran destino.


Al final de la película, gracias a Simon, aprendemos la importancia de reconciliarnos con nosotros mismos (con los que nos gusta y con los que nos disgusta de nuestra identidad), pues sólo entonces descubrimos que incluso nuestros mayores defectos (sean éstos físicos o incluso psicológicos) siempre han sido verdaderas virtudes que sólo necesitan el momento y lugar adecuado para ser canalizadas… Y aquel niño sabe que conservando esa convicción recién será capaz de asumir misiones que solo él y más nadie será capaz de realizar.

Y esto porque si cada uno de nosotros somos seres únicos e irrepetibles, entonces también existen tareas únicas e irrepetibles a las que únicamente nosotros estamos llamados. Todo esto podemos o creerlo o no, pero por el personaje de Simón comprendemos que esa sola certeza tendrá desde ya consecuencias muy concretas en nuestra vida y aun en nuestros actos más cotidianos…

Y estas tareas pueden ser no impactantes pero quizás sí muy trascendentes. Y esto porque muchas veces podemos impactar sin trascender o podemos trascender sin impactar, reflexión que no pretende ser un ejercicio de retórica, dado que hasta nuestros actos más modestos (y totalmente desapercibidos para el común de los mortales) pueden tener alcances y efectos de lo más inesperados y eficaces, cual explosión cuyas ondas expansivas ignoramos hasta dónde podrían llegar. Con una madurez bastante precoz, el pequeño Simón intuye todo esto.

Y ¿habrá nacido aquel jovencito con un propósito en esta vida? ¿Lo encontrará? ¿Cuál será? Averígüenlo… Esta producción es muy recomendable…

Datos de la película

El Gran Simón. Guión de Mark Steven Johnson. Dirección. Mark Steven Johnson. Actores. Ian Michael Smith, Joseph Mazzello, Ashley Judd, Oliver Platt, David Strathairn, Dana Ivey, Beatrice Winde, Jan Hooks, Cecilley Carroll, Sumela Kay, Sam Morton, Jim Carrey, John Mazzello. Hollywood Pictures / Caravan Pictures, 1998.
Nota (Sábado 2 de Febrero del 2008):
Esta reseña ya se encuentra publicada en CinemaNet

martes, enero 15, 2008

Algunas de mis reseñas cinematográficas en CinemaNet

(fuente: CinemaNet)

Quería compartirles una grata noticia. CinemaNet es una asociación ubicada en Barcelona. Según indica en su portal, su apuesta es «por un cine inteligente» y «nació en el año 2003 a partir de una agrupación de aficionados al cine del mismo nombre que existía desde hacía siete años en el seno del Grup d'Entitats Catalanes (GEC) de la Familia y que pasó a tener entidad jurídica propia y amplió su campo de actividad desde Cataluña a toda España».

Esta entidad promueve en el país ibérico: por un lado, la Muestra Internacional de Cine sobre la Familia; por otro lado, los Premios Cinematográficos 'Familia' (Olas de Oro); por otro lado, los Premios 'Rovira Beleta' de Guiones de Cortometrajes.

Asimismo, ellos colaboran con los Premios Jóvenes Productores e impulsan actividades como cine-forums, conferencias, debates y estudios sobre cine.

Juan-Luis Valera, administrador de este portal, tuvo el gesto de invitarme a participar como colaborador, por lo que de ahora en adelante algunas de mis reseñas cinematográficas en esta bitácora también serán publicadas en dicho espacio.
Nota 1 (17 de enero):
La imagen de este post fue cambiada por una considerada más indicada por la administración de CinemaNet
Nota 2 (17 de enero)
Confirmo complacido que algunos eventos organizados por CinemaNet tienen cobertura en importantes medios españoles, tales como Terra, La Vanguardia , ABC, el portal del Ayuntamiento de Barcelona, etcétera.
Nota 3 (19 de enero)
Una de mis reseñas de cine ya está en CinemaNet. Es un texto publicado hace poco en esta bitácora sobre la película francesa Mi mejor amigo

jueves, enero 10, 2008

Mi mejor amigo: cómo aprender algo muy difícil por ser muy elemental

(fuente: El Séptimo Arte)


Mi mejor amigo (Mon Meilleur Ami, Francia, 2006) es una película de la que lo único que sabía antes de visionarla era que había sido seleccionada oficialmente en el Festival Internacional de Toronto 2007.

El film es una comedia para toda la familia. Pero lo de comedia es un decir porque ésta más que reír nos hace sonreír. Su riqueza está en los diálogos que más que graciosos son amenos pero para hacernos reflexionar.

Los actores son sobrios y naturales. No son propiamente comediantes (lo que no significa que carezcan de talento) sino se desempeñan como tales por las situaciones y la misma dinámica en que los coloca el excelente guión…

François (Daniel Auteuil) es un acaudalado anticuario de unos cincuentaitantos. En una cena comenta sorprendido sobre los pocos asistentes a un velorio que hacía poco había asistido. Alguien le advierte que probablemente serían más de los que acompañarían a François o a cualquier de los presentes en caso de que fallecieran.

El anticuario se escandaliza. ¡Qué va! Si él tiene muchos amigos. Sólo era cuestión de que revise su agenda y los tendrá para escoger. Su socia Catherine (Julie Gayet) no le cree nada y le hace una apuesta: si en diez días él no le presenta un amigo verdadero, ella se quedaría con un valioso jarrón.

En este punto François descubre que lo que siempre había tenido eran socios y conocidos y clientes y contactos pero no amigos. No es un mal hombre. Tampoco es como el intimidante Señor Scrooge del cuento navideño de Dickens. Pero en su vida lo único que había aprendido a hacer eran negocios, no amigos.

Entonces asiste a una charla de autoayuda y a alguna librería para averiguar cómo hacerse de un auténtico amigo.

Un día conoce a Bruno (Dany Boon), taxista con una memoria enciclopédica y con el sueño de algún día participar en un programa concurso donde pueda desplegar sus talentos. Sin embargo, Bruno siempre ve truncas sus aspiraciones porque sus nervios siempre lo terminan traicionando y bloqueando en los castings a los que se presenta.
El taxista tiene limitaciones que son empero compensadas ampliamente por sus virtudes. Es sencillo, algo tímido y sensible y asombra por su ingenuidad. En algún momento nos enteramos que su esposa lo abandonó por irse con otro. Pero él tiene la simple y maravillosa cualidad de saber hacer amigos; cualidad que François envidia y que quiere aprender del taxista, al que por eso contrata para le dé un curso intensivo.

Pero Bruno tiene una fórmula muy simple a la que denomina de las Tres S: sinceridad, sonrisa y simpatía.

Y quiero destacar la sinceridad. Él no miente a las personas y sí les dice lo que piensa de ellas, incluso sus errores, aunque sin jamás ofenderlas. No es el hombre más carismático del mundo. Pero es honesto y transparente y los demás así lo perciben. Y por eso tiene facilidad no únicamente para hacer amigos sino además para conservarlos. Más aún, si a alguien halaga, no lo hace mintiéndole sino más bien resaltándole aquellos talentos que ya de por sí tenía y que quizás nadie había notado.

François descubre así que en teoría la fórmula de las Tres S es muy fácil; el desafío es llevarla a la práctica. ¿Aprenderá en tan poco tiempo a hacer amigos para llevar aunque sea a alguno a su socia y así ganar la apuesta?

El film nos plantea varias cuestiones: primero, quizás todos creemos querer dinero y ser admirados pero ignoramos que en el fondo sólo queremos ser queridos; segundo, qué tan capaces somos de tener un amigo puro y simple con el que tal vez hasta no haya ningún interés en común y al que no podamos considerar ni socio ni conocido ni contacto…

Formularnos estos temas puede parecernos hasta infantil, pero la lógica de esta película nos hace vislumbrarlos con cierta complejidad para entender así que a veces hay cosas que para aprenderlas resultan más difíciles por lo mismo de ser muy elementales…

En algún momento se brinda una cita de El Principito que puede servir de clave de lectura de esta producción gala:

-Ciertamente –Dijo el Zorro-. Para mí tú no eres aún más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no tengo necesidad de ti. Y tú tampoco tienes necesidad de mí: yo soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero si tú me domesticas, tendremos el uno necesidad del otro. Serás entonces el único del mundo para mí. Yo seré también para ti el único en el mundo (De Saint-Exupéry 67; mis destacados)


François tiene el problema de que sólo quiere domesticar y ser el único para el otro pero no quiere ser domesticado ni que el otro le sea único… En otras palabras: quiere los beneficios pero no las exigencias de la verdadera amistad

Y ¿la cinta? Muy recomendable. Y para todo público…

Datos de la película:

Mi mejor amigo. Guión de Olivier Dazat, Patrice Leconte, Jérome Tonnerre. Dirección. Patrice Leconte. Actores. Julie Gayet, Daniel Auteuil, Danny Boon, Marine Laporte, Titouan Laporte, Henri Garci, Pierre Aussedat. IFC Films, 2006.


Bibliografía:

De Saint-Exupéry, Antoine. El Principito. Lima: Librería, importadora, editora y distribuidora Lima S.A., ¿año?

miércoles, enero 09, 2008

El Custodio

Cuando lo peor es no existir (fuente: Diversica)

Habrá sido hace unos dos o tres años cuando un amigo sacerdote se hospedó por unos días en mi casa. En alguna ocasión, en la cuadra en donde vivo, él observó a un vigilante y me hizo un comentario que textualmente no lo recuerdo pero que encerraba la siguiente idea: que en ese oficio era casi sintomático las depresiones o las crisis existenciales (y no precisamente por los peligros). .

En su momento no entendí todo el sentido de esas palabras aunque imaginaba que el religioso sabía de qué hablaba. Finalmente, percibía muy ignorante yo, el de guardián o el de huachimán (como se dice en Lima por corrupción local del anglicismo watchman) era un trabajo indudablemente riesgoso y poco reconocido pero por lo demás relativamente fácil, pues la mayor parte del tiempo quien lo ejercía parecía ganarse el sueldo sólo por el mero hecho de estar parado (y recalco: parecía). A lo sumo, su mayor problema sería el aprender a lidiar con el aburrimiento.

Supe cuán inconciente era de una realidad frente a mis propias narices, recién gracias a una película no sobre un vigilante sino sobre alguien con una profesión análoga…

La cinta El Custodio (Argentina - Francia – Alemania - Uruguay, 2006) es árida y monótona, rasgos que son más acentuados por un registro de documental y de implícita denuncia social y que paradójicamente despiertan interés al reflejar exactamente las vivencias de Rubén (Julio Chávez), el protagonista, en su trabajo como guardaespaldas de Artemio (Osmar Núñez), ministro de Planeamiento de la Nación.

Aparentemente Rubén tiene un oficio que sólo lo obliga a seguir a su custodiado por todos lados y a esperarlo durante interminables jornadas.

Pero, intuyo, lo más difícil para él es no la tensión por lo peligros inherentes a su oficio, sino la capacidad que debe desarrollar para ser indiferente a todos; para serles indiferentes; para ser invisible y no existir mientras no lo necesiten; para no exteriorizar sentimientos y no dialogar ni con otros colegas(al menos no más de lo necesario); para resignarse a que un día será exactamente igual al siguiente y a los posteriores.

Sospecho, la indiferencia entre los custodios responde no únicamente a una disciplina propia de la labor y ya incluso muy arraigada por un posible pasado militar, sino también a una suerte de mecanismo de defensa, esto es: cuanto menos se involucre uno con un colega, menos sentirá o lo extrañará en caso que muera o que resulte herido…

Rubén es siempre tratado amablemente por el ministro, quien empero conversa o se queda dormido frente al televisor o actúa en última instancia como si su guardaespaldas fuera parte del mobiliario o no existiera…

El argumento del film nos sugiere que aquel custodio en realidad es alguien que tal vez pudo haber dado para más en la vida: por un lado, ejerce su afición al dibujo con cierta discreción y talento (y no lo hace mal pues hasta su empleador ha detectado eso); por otro lado, por un colega suyo vislumbramos que en un pasado nunca revelado pudo haber llegado muy lejos.

El protagonista tiene una rabia y frustración muy contenidas de las que sabemos por ser no explicitas sino ya muy latentes aun cuando rara vez se exterioricen y más por algún descuido

El final es inesperado aunque comprensible (mas nunca justificado), de una forma sórdida, y tácito, por alguna extraña razón, en la lógica del argumento, dadas además la particular rutina y el temperamento del personaje, quien parecía harto no de los riesgos propios de su oficio sino de simplemente no existir…

El Custodio cuenta con galardones como el Sundance 2005 por el mejor libreto latinoamericano o como el premio Alfred Bauer en el marco del Festival de Berlín 2006. La cinta merece verse.

Datos de la película

El custodio. Guión de Rodrigo Moreno. Dirección de Rodrigo Moreno. Actores. Julio Chávez, Osmar Núñez, Marcelo D’Andrea, Elvira Onetto, Cristina Villamor, Luciana Lifschitz, Osvaldo Djeredjian, Guadalupe Docampo, Julietta Vallina. Rizoma Films-Ctrl Z Films-Pandora-Charivari Films-Ibermedia, 2006.

Para mayor información visiten este enlace de Cinencuentro