sábado, noviembre 26, 2005

Pat Morita y Karate Kid



Originally uploaded by Martín Palma Melena.

El viernes supe del fallecimiento de Pat Morita y quise comentar esta noticia.

En mi caso, a Morita lo asocio inevitablemente a Karate Kid, película que bien figuraría entre las cinco que más recuerdo de mi época escolar…

Karate Kid me resultó inolvidable no porque su argumento fuera muy original. Los estereotipos abundaban. Ralph Machio era Daniel La Russo, el chico frágil, bueno y pobre: una suerte de nerd carismático. Elisabeth Shue era Ali Mills, la chica bonita y millonaria. También estaban los clásicos deportistas populares y abusivos. Finalmente Pat Morita era el señor Miyagi, mentor de Daniel que no sólo lo inicia en las Artes Marciales sino también en una visión del mundo.

La diferencia de Karate kid con el resto Teen Movies de la época es su planteamiento de los desafíos propios de la adolescencia (sentimentales, deportistas, sociales); planteamiento que algunos calificarían de algo cándido, pero también auténtico a mi criterio.

Esta película siempre me sorprendió porque es la más recordada entre otras películas ochenteras que, si no eran del mismo género, se dirigían al mismo público explotando fórmulas fáciles como las iniciaciones sexuales, caso de Negocios Riesgosos (1983) o Admiradora Secreta (1985).

En ese contexto, Karate Kid apuesta por una fórmula más diáfana logrando no sólo ser taquillera sino también un pequeño clásico (al menos para mí), sobre todo por sus protagonistas, que merecen todo un desarrollo.

A diferencia de por ejemplo Kelly Preston, una de las actrices de Admiradora Secreta, a Elisabeth Shue terminamos queriéndola más que deseándola (aunque también, pero no tanto como a Kelly Preston). Y a Ralph Machio más que admirarlo nos identificamos con él porque tranquilamente podría ser tu vecino…

Karate Kid no sólo hizo verosímil que la bella Ali trascendiera las apariencias y se fijara en alguien como Daniel, sino incluso que éste venciera a su forzudo rival en el torneo de karate; torneo por el que Daniel atravesó entrenamientos que conllevaron toda una ética contraria a la idiosincrasia maquiavélica del entrenador rival, antítesis del señor Miyagi en todo sentido.

Los protagonistas de Karate Kid pudieron ser estereotipados pero, paradójicamente, también auténticos justo por su dosis de imperfección. Por eso los sentimos más cercanos.

Por ejemplo sentimos vergüenza ajena cuando a Daniel y a su madre, Lucille, se les malogró el carro y tuvieron que empujarlo tras recoger a Ali de su casa, mientras los padres de ésta los miraban desconcertados… Esa escena no es dramática pero nos es más intensa casualmente porque podemos vernos proyectados: quizás pudo pasarle a cualquiera de nosotros.

Talvez esa sea una de las razones por las que esta película tuvo gran aceptación en su momento, incluso compitiendo con otras como las ya mencionadas.

Y ¿por qué empiezo hablando de Pat Morita y termino hablando de Karate Kid? Porque Morita y el maestro Miyagi no sólo se fusionaron en mi imaginario sino también contribuyeron al éxito de la película.

Miyagi asume con Daniel un rol equilibrado. De haber sido más drástico con él hubiera herido su sensibilidad. De haber sido más tolerante no hubiera podido formarle el carácter y entrenarlo. Era en resumen reposado y sabio, pero enérgico cuando debía serlo. En ese sentido, debe destacarse a quienes hicieron el casting de los actores por elegir a las personas adecuadas para esos roles…

Ya después las secuelas de Karate Kid no fueron lo mismo… Sólo debió quedarse en la primera, que fue la que más me gustó.

Quizás en la trayectoria de Pat Morita deban resaltarse más aspectos, pero no pude evitar recordarlo como el maestro Miyagi… Por eso vinculé su semblanza a karate Kid

Imagen:
http://sportsmed.starwave.com/media/pg2/2002/0830/photo/karate3_i.jpg






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