domingo, noviembre 05, 2006

Cómo banalizar un drama sin ser insensible…



En una edición reciente, el diario peruano El Comercio dedicó una nota a un complot que amenazaría la vida del presidente Alan García y que habría sido organizado por un grupo civico-militar de ultraderecha. Más allá de disertar sobre su viabilidad o no, este complot motivó algunas especulaciones entre las que uno ya no sabía en cuál de ellas confiar, por más verosímiles o no que parecieran: que dicho complot sólo sería una bomba de humo para distraer al público de otros temas más centrales; que buscaría opacar la controversia sobre una ley para aumentar en el Perú el control sobre las ONG; que sería una maquinación de la embajada norteamericana para no sé qué fines... No es que haya que creer todo lo que se escucha, pero si una cadena está incompleta el público la unirá inventando él mismo sus propios eslabones, aunque éstos no siempre sean muy originales.

Hace algún tiempo me llegó un correo electrónico con un título sugestivo: Imágenes que nunca verás en la CNN. Al abrir el archivo adjunto me encontré con algunas fotos: tanques que abrían fuego; un misil en pleno vuelo; el asiento de un piloto eyectado de la cabina de un avión que estaba incendiándose; un portaviones que dio un giro tan abrupto que ya parecía una maniobra militar; en un barco una pila de contenedores se había desmoronado como cajas de fósforo sobre otra pila similar. Una de las fotos más dramáticas fue la de un edificio donde bajo un cielo muy oscuro ocurría una gran explosión, probablemente de un misil, escena que con cierto remordimiento no puede evitar asociarla con un gran fuego artificial que iluminaba una noche navideña, aun cuando era conciente que tal comparación bien sería una broma de pésimo gusto.

Dichas fotos traslucían dramatismo pero no la crudeza de por ejemplo aquéllas donde soldados norteamericanos torturaban a detenidos islámicos. No obstante, esas imágenes efectivamente no eran del tipo a las que la CNN nos ha acostumbrado. Con esto no sugiero que las grandes cadenas noticiosas necesariamente nos escamoteen la verdad. Por supuesto que no ignoramos que el Medio Oriente está convulsionado, que Australia atraviesa por una severa sequía y que, en general, nuestra Historia Contemporánea tiene muchos más de estos conflictos, pero éstos nos llegan tan mediatizados que su carga trágica se diluye y terminamos banalizándola, aunque no queramos. No es que seamos insensibles, ni que tengamos tampoco que estar empapados de lágrimas para mostrarnos conmocionados por tanta desgracia en el mundo, pero a veces pareciera que cuando nos sentamos a leer las noticias, recién duchados y tomando un café bien cargado, igual peso les diéramos a los correos electrónicos del día o a las noticias sobre cómo debuta en la bolsa El Banco Industrial y Comercial de China, sobre la última ofensiva israelí en Gaza o sobre cómo ha aumentado el Calentamiento Global. Es verdad que sabemos que tras muchas de estas noticias debe haber muchas desdichas humanas y muy conmovedoras. Es verdad que tampoco es saludable atormentarnos por situaciones que no depende de nosotros cambiar, porque terminaríamos muy disgustados con la vida y el optimismo nunca debe perderse. Pero no sé qué tan concientes seremos del mundo que nos rodea, si hemos seleccionado nuestras noticias a manera de catálogo, según nuestras apetencias e intereses. Me explico mejor, por allí leeremos un titular sobre un bombardeo de aviones del Ejercito Cingalés en una localidad dominada por los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil (LTTE). Pero quién sabe si lo que más llame nuestra atención sea cómo el último James Bond, Daniel Craig, impresionó a la crítica por su actuación en la película Casino Royal. Claro que podremos jactarnos en una charla de cafetín de haber sabido sobre dicho bombardeo del Ejercito Cingáles, pero no sé si por eso debiéramos considerarnos bien informados, más cuando hasta desconocemos que cingalés es el gentilicio de Sri Lanka, país al que probablemente no podríamos ubicar con facilidad en un mapa. Y tampoco es que por no saber todo esto seamos unos ignorantes, pero sólo quería precisar mejor a qué me refería antes cuando hablaba de cómo ciertos dramas nos llegan tan diluidos que los banalizamos (aun cuando no seamos unos inhumanos; aun cuando tampoco afirmemos que las grandes cadenas noticiosas gozan engañándonos): esto es, que usualmente lo mismo nos representa seleccionar tal o cual noticia, según nuestras preferencias y aficiones, como en un menú de restaurante, donde no hay platos más importantes que otros, pues ya es cuestión de paladar.

Recientemente supe vía la BBC de que Francia había anunciado que desclasificaría archivos sobre el genocidio en Ruanda, dado que el País Galo venía siendo acusado de haber sido cómplice de la masacre de tutsis en 1994. Mucho se ha hablado sobre este tema, pero por documentales y artículos por los que me he venido informando en los últimos años, todo apuntaría a que más de una potencia extranjera como mínimo habría estado en capacidad de anticipar dicho genocidio (incluso escribí un artículo al respecto hace algún tiempo).

Estos tres casos tienen algunos rasgos comunes, tanto el del presunto complot contra el presidente Alan García, el de las fotos que nunca veremos en la CNN y el de la desclasificación de archivos sobre la masacre de Ruanda: o sea, si antes el público quizás intuía que había una parte de la realidad que los medios le ocultaban, pues ahora ya no lo intuye, está seguro… Y entonces esa parte de la realidad buscará recrearse como sea, aunque sea de forma errada…

Cuando recurrimos a los medios para informarnos, no es que necesariamente dudemos de las noticias, pero sospechamos de que estás deben tener un contexto mayor donde ubicarlas, un trasfondo que las antecede y que nos ayudaría a comprenderlas mejor. Pero como ni ese contexto ni ese trasfondo los conocemos, entonces necesitamos recrearlos de alguna forma, especulando o hasta inventando, aunque no siempre de manera ingeniosa (por ejemplo, más de una hipótesis hay en torno a los organizadores del supuesto complot contra el presidente García)… Y este proceso puede equivaler al ciego que dispara a todos lados para ver sí acierta y, así, se puede ser muy injusto cayendo en simplistas generalizaciones y/o atribuyendo falsedades a autoridades, personas, instituciones o países; falsedades que por muy desacreditadas que sean, serán las que más calarán en el imaginario de la gente. Recordemos que no son tan escasos quienes todavía creen que Galileo fue quemado en la hoguera cuando en realidad murió de muerte natural. Y es que ese es el gran poder de los imaginarios, que influyen mucho más que las verdades más evidentes.

Es por eso que todos los medios no sólo deben decir la verdad (se supone que lo hacen), sino además divulgar todas sus posibles aproximaciones, enfocar a las noticias dentro del mayor contexto posible y dentro de todo su trasfondo, no sólo presentes sino incluso pasados. Cabe agregar que contexto y trasfondo los definiré en esta ocasión de maneras muy particulares (porque tampoco busco crear nuevas categorías): contexto serían todos aquellos elementos que circundan una información y que no necesariamente son velados; trasfondo sí serían los sucesos que ocurren tras bambalinas. En suma, contexto y trasfondo serían esas partes de la realidad que ordinariamente la gente presume que no se divulgan tanto como se debería o que se niegan; partes de la realidad que aunque no guste debe informarse porque a la larga sale más a cuenta a aquellos medios que quieran mantenerse vigentes en el largo plazo; partes de la realidad que finalmente ayudarán a que una noticia sea mejor comprendida para así evitar muchos malos entendidos. Y con esto no pretendemos sólo apelar a cuestiones éticas sino también a algunas muy pragmáticas: esto es, comprender que ante la información incompleta o la carencia de ella, surgen los imaginarios para compensar tal situación; imaginarios que son muy difíciles de borrar y que generan prejuicios, mucho más difíciles de destruir que un átomo, según reza un refrán usualmente atribuido a Einstein; prejuicios que acabarán perjudicando a los propios medios…

Tal vez por eso es que en la era del Internet y de la Globalización, donde toda información imaginable puede obtenerse con un click de mouse, cada día está más arraigada una cultura de la desconfianza y de la sospecha; una cultura donde las teorías conspirativas están más de moda que nunca; donde el cinismo gana terreno porque finalmente si la verdad nos parece casi un lujo entonces para qué buscarla, para qué informarse, por qué no sólo divertirnos y punto, dado que por ejemplo mi situación económica no va a mejorar porque descubra los intereses que hubieron detrás de tal o cual guerra, de tal o cual ley recientemente promulgada, de tal o cual anuncio de un presidente. Y ¿los primeros en salir afectados con un público tan descreído no serían nuevamente los propios medios, que así verían mermados su poder de influencia y sus lectores o espectadores?

No es que seamos por naturaleza frívolos y no nos guste pensar, pero si percibimos que estar bien informado es un privilegio de pocos, que conociendo de ciertas noticias, no podemos ubicarlas en un contexto y un trasfondo mayor para darles un mayor sentido, entonces puede que nos dediquemos a conjeturar sobre lo que desconocemos, o a buscar fuentes de información alternativas (¿los blogs?) o a evadir la realidad del mundo en que vivimos y estar más pendientes de la última entrega de los premios Grammy y de lo guapa que estaba Shakira. Y no es que tenga nada de malo aficionarse al mundo del espectáculo, el problema es cuando ésa es la única realidad que nos importa o que creemos que existe. Y entonces podría ocurrir que la explosión en un edificio y un juego pirotécnico navideño ya no sólo terminemos asociándolos sino confundiéndolos : es decir, podría llegar el día en que una guerra al otro lado del mundo nos la quieran presentar como la última producción Hollywood, y no es que pretendan con ello ofender nuestra inteligencia sino que sabrán que ya no nos importa que nos mientan, y nosotros ya por la fuerza del hábito podríamos terminar creyendo esa descabellada farsa. ¿Exagerado? Espero que sí. Aunque las cosas tampoco serían en la práctica tan burdas, pues si a uno le presentan un conflicto bélico donde éstos son los buenos y aquéllos son los malos, ¿no nos estarían en el fondo vendiendo una película de guerra con un argumento muy elemental? Y entonces por esa razón ¿un programa de noticias no podría terminar convertido en una forma de espectáculo…? Muchos dirán que en la era de la Red de Redes nuestra aspiración a estar bien informados no podría estar más colmada. Pero ¿no nos pasa a veces que cuando averiguamos en Google sobre un tema determinado de cada diez portales, en realidad sólo dos o tres son confiables? ¿No nos pasa que con tanta información a la mano no sabemos discernir entre lo esencial y lo accesorio ni adónde diablos está yendo el mundo? ¿No intuimos que una sobre abundancia de información puede ser también fuente de desinformación cuando sentimos que estamos como buscando una aguja en un pajar? ¿No nos damos cuenta que quizás estar bien informado signifique algo diferente?


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Bibliografía

«Investigarán supuesto complot contra Alan García». Portada. El Comercio [Lima-Perú] 3 noviembre 2006.
http://www.elcomercioperu.com.pe/EdicionOnline/Html/2006-11-03/onEcPortada0607664.html

«Francia desclasifica archivos sobre Ruanda». Internacional. BBC [Londres] 2 noviembre 2006.
http://news.bbc.co.uk/go/em/span/-/hi/spanish/international/newsid_6111000/6111858.stm


Cortesía de la imagen:

http://www.foretica.es/imgs/foretica/periodico.jpg

10 comentarios:

Magda Díaz Morales dijo...

A mi manera de ver, Martín, mucha de toda esta información y sobre información tiene como objetivo precisamente lo que señalas, confundir al pueblo. Acá sucede exactamente igual, amarillismo total tanto en los periódicos llamados de "izquierda" como los de la "derecha", inventan cada cosa y manejan cada cosa, que en verdad es preocupante. Son los medios los que parecen gobernar (tanto tv como periódicos).

Lo que sería excelente es que no nos dejáramos manejar, pero es dificil no hacer caso, bombardean con información que el público, como bien dice, acompleta.

Es un serio problema.

Muchos saludos para ti.

Martín Palma Melena dijo...

Apreciada Magda

Al menos es bueno empezar a tomar conciencia, entre otras cosas, de que la sobreabundancia de información en la Red no necesariamente es sinónimo de estar bien informado; de que la clave no es cantidad de información sino calidad de información. Gracias por tu visita y por tus siempre interesantes comentarios.

Y muchos saludos para ti también

Oscar Pita Grandi dijo...

Ante todo hay que aceptar que somos consumidores con el gusto inducido a lo dramático, a lo violento, a lo catastrófico y siempre, a distancia, comodamente condoliéndonos hasta que con un botón, cambiamos de realidad, o de canal o de emisora. Y los medios saben eso, así comercializan con el dolor ajeno, porque eso vende y la violencia y los dramas reales, son siempre un negocio para alguien.
Un abrazo.

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Óscar

Es verdad, como bien dices, al conocerlos cómodamente instalados y poder olvidarlos con sólo apretar un botón, muchos dramas se terminan perdiendo en un mar de información y no llegamos a ser plenamente concientes de ellos. Sabemos que las historias tras las noticias son parte de la vida real, pero nos llegan tan mediatizadas que finalmente las percibimos de manera no muy diferente a una telenovela.

Un abrazo

Papeto dijo...

Oh, bueno, mientras leía tu post pude visualizar claramente en mi mente la ingeniosa solución política ideada por Julio César Octavio, conocido como Augusto, que en procura de consolidar su asolapado poder imperial sobre la República, gastaba fabulosas cantidades de dinero de su propio pecunio para llevarle circo al pueblo y así, adormecer las inquietudes políticas del pueblo romano.

El fenómeno que señalas es triste, por que además vemos cómo la libertad de prensa y el denso poder concentrado por los mass media ha terminado por dejar atrás la consolidación de los mismos como fuente de información veráz e imparcial, pervertiendo su sentido social proveniente del más puro ideario liberal, para convertirse a su vez en detentadores de poder y, en consecuencia, sostenes del status quo, no necesariamente el oficial sino, por qué no, el propio -tal como lo ilustran en una de las películas recientes de James Bond, creo que era Goldeneye.

En mi país esta permeabilización de los medios se ha venido dando, aunque quedan valientes profesionales que aún persisten en resistir la nefasta influencia de la ultraderecha -paramilitares-, la derecha -las clases políticas y dirigentes, junto con los grandes terratenientes- y la izquierda -intelectuales y artistas- o extrema izquierda -guerrillas marxistas. El gran catalizador ha sido el oscuro poder del dinero proveniente del increíblemente lucrativo negocio del narcotráfico, que ha terminado por penetrar a todos los grupos socioeconómicos.

Muchos han muerto en esta batalla, y posiblemente los medios salgan fortalecidos de la misma, pero es absurdo observar cómo muchos han sucumbido a la banalización informática, al mediatismo que busca mejorar los propios balances financieros o a la triste y obsequiosa adulación al poder oficial detentado por el político de turno.

¡No lo creo! Debe ser otra teoría de conspiración que en Colombia ha ganado espacio... o de pronto los últimos atentados o amenazas de estos en contra del Presidente Uribe, supuestamente resultado del montaje de grupos de inteligencia de las Fuerzas Públicas y que tiene a muchos oficiales prominentes requeridos por la Fiscalía, son otra cortina de humo para desviar la atención sobre las nuevas medidas legislativas de corte neoliberar que impulsa el gobierno para crear nuevos tributos sobre los asalariados, aumento en la cobertura y el porcentaje del IVA -vá en 16%- y estímulos para la creación de empleo, rebajando los impuestos existentes sobre las rentas de capital, mientras se hace un profundo recorte presupuestal en Salud y Educación...

Pero cierro este comentario con el conocido anuncio de las telenovelas: "cualquier parecido con Perú -agrego yo- debe ser mera coincidencia".

Recibe un afectuoso abrazo, Martín.

Karina Falcón dijo...

"El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy" Y hay que enfatizar el hoy. La tragedia y lo que ya no está humanizado por ser tan humano sólo converge en una estadística más. Los excesos llegan a provocar confusión y me parece que es la idea primordial. Triste (o no?) todo depende.

Un abrazo!

gonz780213 dijo...

Muy instructivo e interesante tu artículo, pero creo algo largo para un blog. Saludos!

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Karina

Acertada tu apreciación: la tragedia termina volviéndose una estadística más, cuando terminamos no valorándola más que, por ejemplo, los fríos índices de producción de un sector económico determinado. Y de allí que podría hablarse de una confusión, como bien señalas, o de una banalización, aun cuando, como ya anoté, no queramos ser indolentes ante el sufrimiento ajeno …

Saludos


Hola, Altayre

Como siempre, nunca dejo de apreciar el tiempo y esfuerzo dedicados a los interesantes comentarios que dejas en mi blog. Por ahora lo que puedo decirte, a partir de leer lo que has apuntado, es que, como bien sugieres, la realidad peruana y colombiana coinciden en muchas cosas, y lamentablemente no sólo en las positivas…

Un abrazo


Hola, Milanta

Creo que es la primera vez que me visitas. Gracias por tu comentario. Y sí: puede que mis posts sean a veces largos, pero tampoco posteo con toda la frecuencia que me gustaría, así que de alguna manera debo compensar tal situación…

Saludos

Anónimo dijo...

La sobreinformación a la que estamos siendo expuestos, amenaza totalmente nuestra, capacidad para decidir y sobre todo para dar un punto de vista acertado sean las cuestiones que sean. Lo verdaderamente importante es empezar a darnos cuenta de que este fenómeno ( PODER ) que están aprovechando tanto medios de comunicación, como sistemas políticos
y anuncios televisivos con aspectos subliminales, son una verdadera amenaza a nuestra integridad. Anulando nuestros verdaderos valore, para inculcarnos unos ideales totalmente a disposición de unos cuantos que quieren poseer un tipo de control sobre la masa.
Es importante que personas como tu nos mantengan alerta sobre este asunto y nos hagan pensar.
Un abrazo.
Y me alegro que haya sorprendido lo del León Irlandes
ARTHUR CHARLAN

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Arhur

También es importante tener lectores como tú, con los cuales compartir estas intuiciones, intuiciones en las que coincidimos plenamente…

Más bien gracias por tus palabras y tu visita… En realidad tu comentario a complementado mi texto

Un abrazo

Martín