lunes, diciembre 10, 2007

La Navidad ¿embellece o sólo ilumina?

¿Por qué la Navidad puede deprimir? (la fuente es Navidad Latina)


Últimamente estuve navegando por la Red y me sorprendió encontrarme con no pocos portales con un marcado sesgo anti-navideño (aunque no viene al caso entrar en detalles). Me sorprendió además descubrir la cantidad de personas que la Navidad las incomodaba o las disgustaba y lo único que querían era aislare y esperar a que estas fiestas pasaran lo más rápido posible, así que me pregunté por qué no dedicarles un texto, por qué no intentar comprenderlas…

Para tales efectos tratemos de ponernos en el lugar de ellas. Imaginemos cuáles razones podríamos tener para rechazar la Navidad: quizás por lo forzado de aparentar sentimientos exactamente opuestos a los que tenemos porque este año nos ha ido mal y no tenemos ánimos ni de celebrar ni de verle la cara a nadie; quizás por los publicistas que con sus propagandas ejercen un verdadero chantaje emocional para crearnos una serie de necesidades antes inexistentes o para recordarnos nuevamente cuántos regalos no podremos comprarles a nuestros hijos; quizás por la melancolía que por estas épocas más que nunca se acentúa por seres queridos ausentes sea por la distancia o por la muerte.

En fin, con ánimo no de ponernos dramáticos sino de entender, ¿qué podríamos decirles a esas personas que por razones diversas sienten animadversión o tristeza por la Navidad?

II

Es innegable que la Navidad podría acentuar más que ninguna otra fiesta emociones muy encontradas: alegría pero también nostalgia; unión pero también soledad; satisfacción pero también frustración. Como quiera que sea: lo cierto es que la Navidad a nadie deja indiferente…

De acuerdo, me dirán, ejemplos ya tenemos a estas alturas de por qué algunos podrían sentirse deprimidos en Navidad. Pero ¿por qué incluso a ellos la Navidad no podría representarles aunque sea algo de alivio? ¿Por qué más bien parece agudizarles la tristeza? Es decir, alguien por motivos diversos y comprensibles podría estar pasándola mal, pero en Navidad es cuando siente a su estado más agravado todavía. Claro, me insistirán, si por ejemplo estamos solos, la Navidad únicamente acentuaría más nuestra situación al compararla con la de otras familias felices y unidas… Pero vayamos más allá…

Para comenzar, incluso el caso de un presunto odio contra la Navidad no es necesariamente negativo, pues finalmente hasta para odiar algo debe importarnos mucho… Y cuanto más odiamos algo más nos importa, lo que bien explicaría ese refrán de que del odio al amor sólo hay un paso…

Y hablo de un presunto odio porque no creo que existan personas que odien la Navidad. Lo que se odia muchas veces es no a la Navidad en sí misma sino a sus falsas versiones o a sus caricaturas.

Paradójicamente, bajo el supuesto odio a la Navidad podría subyacer la frustración por el contraste entre muchas navidades pre-fabricadas y nuestro anhelo de una auténtica Navidad, esto es: creemos que la Navidad es una cosa y los demás creen que es otra cosa, y de allí asumimos que estas fiestas son una farsa y las terminamos u odiando o sintiéndonos o bien amargados, por no compartir las alegrías navideñas, o bien algo tontos, por fingir sentimientos que no nos nacen por motivos diversos.

No obstante, me arriesgaría a afirmar que ni el más escéptico o disgustado con la vida odiaría su imagen ideal de lo que debería ser la Navidad; imagen que él defiende en su corazón justamente rechazando a esas otras navidades impostoras… En resumen, aun en casos extremos, se odia no a la Navidad en sí misma sino a sus pobres versiones

Sin embargo, hasta la más pálida de las representaciones de la Navidad es por lo menos un eco muy lejano de nuestra Navidad ideal. Tiene siempre resonancias en nosotros y podría incomodarnos por más agnósticos o frívolos o materialistas que seamos… Sí, la Navidad puede incomodarnos e interpelarnos, incluso a través de sus manifestaciones más apagadas, algo no necesariamente malo, y ya explicaré por qué…

III

Frecuentemente tenemos muchos conflictos que ordinariamente aprendemos a sobrellevar pero que podrían sentirse especialmente intensos en la Navidad. Pero ¿por qué? ¿Por qué que la Navidad podría entristecer o aburrir incluso a personas que tienen todo para ser felices y que no adolecen por ejemplo de soledad pues están cerca de sus seres queridos?

Discúlpenme el cliché al responder que la Navidad es como una luz muy intensa. Pero las luces no embellecen sino únicamente iluminan, aclaran, evidencian mucho más a aquellas realidades ya existentes aunque ordinariamente ocultas por las sombras de la rutina. En suma, iluminar y embellecer no son precisamente sinónimos. Esto no significa que la Navidad no tenga capacidad de embellecer incluso hasta a las vidas más desoladas, pero sobre eso ahondaré después…

La luz cuando ilumina y aclara, embellecerá más si una realidad antes de ser iluminada ya en sí misma era bella

La luz cuando ilumina y aclara, afeará más si una realidad antes de ser iluminada ya en sí misma era fea

En otras palabras, repito, la luz en sí misma ni embellece ni afea, sólo ilumina y aclara la belleza o la fealdad ya previamente existente en una realidad recién iluminada.

Y la Navidad entendida como una luz a las realidades no nos las embellece sino sólo nos las sincera, y justamente para embellecérnoslas pero de una manera verdadera…

Y en este punto muchas preguntas podrían surgir. ¿Cómo la luz podría embellecer más verdaderamente a una realidad sincerándola? Si nuestra vida es un desastre, ¿entonces la Navidad entendida como luz lo único que haría sería enrostrárnosla más y justamente por habérnosla sincerado? ¿Es que acaso la luz no sería la metáfora más precisa para describir la Navidad? Sigan leyendo y vayamos por partes.

Si la luz embelleciera realidades en sí mismas feas pero sin sincerarlas, no sería ni luz ni estaría realmente iluminando; sólo sería un espejismo que a dichas realidades feas probablemente sólo las estaría maquillando u omitiendo

La Navidad es una luz que hasta a las realidades más feas las embellece justamente porque al sincerarlas les otorga un mayor sentido…


Ninguna vida es totalmente mala ni totalmente buena. Claro, hay vidas con más virtudes y otras con más miserias. Sin embargo: hasta la presuntamente más virtuosa de las vidas siempre tiene algunas miserias; hasta la presuntamente más miserable de las vidas siempre tiene algunas virtudes. Y nuestras vidas comunes y corrientes frecuentemente tienen un equilibrio entre miserias y virtudes, pues no somos perfectos…

Y la Navidad en nuestra vida ilumina más que nunca nuestros defectos como nuestras virtudes; defectos y virtudes ya previamente existentes aunque ordinariamente opacados por la monotonía.

De allí que la Navidad nos confronta con nuestras mayores virtudes y con nuestros mayores defectos. De allí además que la Navidad nos hace contrastar a nuestras mayores virtudes con nuestros mayores defectos.

Por ejemplo, la verdadera Navidad a una familia le ilumina todas sus bendiciones (la unión, el afecto, las riquezas materiales y espirituales) pero también todas sus miserias (rencores, mezquindades, egoísmos, heridas abiertas). Y este contraste en sí mismo no es malo siempre que se recuerden en estas fiestas una de sus dimensiones más olvidadas, la de la reconciliación. Y será la reconciliación la que embellecerá este contraste otorgándole un mayor sentido para resolverlo. En este punto estará más clara la siguiente afirmación: la luz de la Navidad hasta a las realidades más feas las embellecerá sincerándolas, cuando les otorgue un mayor sentido gracias a la reconciliación…

No obstante, aun cuando la Navidad ilumine este panorama balanceado de rasgos positivos y negativos, esto bien podría no explicar todavía del todo por qué algunos sienten un rechazo tan extremo contra esta celebración. Y es que dicho rechazo podría deberse a que se presentan cualesquiera de los siguientes casos: primero, en nuestra vida los únicos aspectos iluminados que observamos son los desagradables (pero sin saber cómo a esta situación podemos reconciliarla y otorgarle un sentido); segundo, en nuestra vida los aspectos iluminados que observamos son tanto los desagradables como los agradables aunque ese contraste podría contrariarnos por generarnos remordimiento al ver qué tan mal estamos y qué tanto deberíamos cambiar (pero sin saber tampoco cómo a esta situación podemos también reconciliarla y otorgarle un sentido). Y por eso, como ya indiqué, la Navidad puede incomodarnos e interpelaros, algo no malo en sí mismo si no olvidamos la dimensión de la reconciliación….

IV


Felizmente todavía existimos aquéllos que nos gusta la Navidad, lo cual es magnífico, pero habría que preguntarnos por qué nos gusta…

Si de lo que disfrutamos es sólo de una construcción cultural de la Navidad, eso está mal porque en esta celebración todo lo reducimos a Papa Noel, a los regalos, al champagne, al pavo horneado, al arbolito, a las luces…

Si de lo que disfrutamos es sólo de una Navidad parcialmente auténtica, eso es regular porque en esta celebración todo lo vemos de color de rosa y podríamos por tanto caer en un ingenuo optimismo donde en la Navidad nos enfocamos sólo en algunas de sus dimensiones más hermosas (lo que es perfecto). Pero olvidamos a una de las dimensiones más incomodas de estas celebraciones; la dimensión de la reconciliación (aunque lo de incomodo es un decir, porque la reconciliación también puede ser muy hermosa, por lo ya explicado).

Si de lo que disfrutamos es de una Navidad íntegramente auténtica, eso sí está bien porque esta festividad iluminará en nuestras vidas a sus ángulos positivos, para potenciarlos, y a los negativos, para superarlos y cambiarlos. Y todo gracias a la reconciliación…

Bajo esa óptica, nuestros aspectos negativos en Navidad no nos incomodarán porque podremos confrontarlos gracias precisamente a la reconciliación…

Tal vez la siguiente idea parezca muy obvia por todo lo ya dicho, pero una Navidad será más auténtica cuando más integral sea. Y será integral porque estarán presentes todas sus dimensiones y no sólo aquéllas que más nos guste; estarán presentes por ejemplo nuestros éxitos y virtudes (para alegrarnos de ellos y muy legítimamente) pero asimismo nuestros fracasos y defectos justamente para reconciliarlos (razón por la que nuestra alegría además de legítima será más auténtica e integral).


Pero si la reconciliación de todas formas siempre nos resulta incomoda ¿por qué debería estar presente si bien podría confrontarnos con aspectos que mejor evadir como nuestras humanas debilidades? ¿No sería suficiente con que en la Navidad todo sea bonito y punto? ¿No sería mejor resolver nuestros conflictos en otras ocasiones más oportunas?

Frente a esto cabría responder que la Navidad es la ocasión más propicia para reconciliarnos; es la ocasión por excelencia. En caso contrario, una persona muy deprimida podría creer que estas festividades no hay ningún especio para ella, y nada más ajeno a la verdad, como después veremos

La reconciliación simultáneamente maravilla y desconcierta porque podría iluminarnos como nunca antes un contraste de opuestos muy intentos como serían los aspectos positivos y negativos de nuestra vida; contraste que hasta cierto punto podría incomodar pero que no por ello debemos evadir si aspiramos a que la luz de la Navidad a nuestra vida pueda no sólo iluminarla sino además sincerarla para embellecerla aunque de una manera verdadera; para que así nuestra felicidad sea no sólo legítima sino además integral y auténtica.


Al ser contraste, la reconciliación no es sólo el malestar por el arrepentimiento, es también el alivio por perdonarnos (por aquello que no nos gusta de nosotros) y por perdonar (si nos han ofendido) y por ser perdonados (si hemos ofendido): la reconciliación es en suma una instancia para cambiar y mejorar.

Ahora, la reconciliación navideña podría ser una verdadera novedad sobre todo para aquéllos que tienen de estas celebraciones una visión o bien culturalmente construida o bien parcialmente auténtica, pero no una visión integralmente auténtica.
Y esto aun cuando, incluso a quienes en la Navidad todo lo ven negativo, la dimensión de la reconciliación podría darles una importante herramienta para lidiar con esa situación, como veremos a continuación.…

V


Curiosamente, quienes supuestamente odian la Navidad podrían tener unas concepciones de esta festividad o bien culturalmente construida o bien parcialmente auténtica (y concepciones éstas tan marcadas como aquéllos que en esta fiesta sólo vislumbran una felicidad sesgada o falsa). Y esto por dos razones: primero, porque esa luz sólo les ilumina los defectos y lo negativo de su vida (y más que en cualquier época del año) y no las virtudes y lo positivo; segundo, porque bien podrían creer que la Navidad debería ser sólo alegría y como alegres no se sienten erradamente podrían asumir que la Navidad no sería para ellos (y más si por alegría navideña entienden no a una auténtica e integral sino o bien a una también auténtica aunque incompleta o bien a una ficticia y exacerbada).

Y en este caso habría un falso y sobredimensionado contraste entre la tristeza (y una quizás ya de por sí exagerada porque creemos que el mundo se ha ido abajo por una mala racha cuando las cosas muchas veces no son tan graves como imaginamos) y una alegría navideña como cualquiera de las ya señaladas, éstas son : o bien una auténtica aunque incompleta o bien una ficticia y exagerada.

Como ya habrán adivinado: por un lado, las alegrías auténticas aunque incompletas pertenecen a las navidades parcialmente auténticas; por otro lado, las alegrías ficticias y exacerbadas pertenecen muchas veces a las navidades culturalmente construidas (y construidas muchas veces por la propaganda o por las películas).

Y esto podría explicar en parte por qué a algunos la Navidad los deprime tanto: probablemente estarían incurriendo en un equivoco y sobredimensionado contraste entre una tristeza ya quizás de por sí también sobredimensionada y entre una felicidad navideña o bien verdadera aunque sesgada o bien extremadamente alegre pero por la ficción. En suma, acá se estaría incurriendo en un falso contraste de opuestos exagerados.

En la Navidad la reconciliación sí representa un contraste, pero uno auténtico y consecuencia de una alegría verdadera e integral y de una tristeza que es vista en su real perspectiva gracias a la reconciliación y que por eso siempre tuvo espacio en estas festividades.

Más aún, la verdadera alegría navideña bien podría ser también fruto de una tristeza que fue reconciliada y que por eso siempre tuvo cabida en estos festejos.

Si la contrastamos con una auténtica y completa alegría navideña, nuestra tristeza podría hasta resultarnos siendo menos grave de lo que imaginábamos. Dicho de otra forma, si una alegría es auténtica y completa a nuestra tristeza no la margina sino nos la ilumina haciéndonosla ver quizás hasta como ya muy exagerada por nuestros ánimos antes demasiado ensombrecidos aunque ahora ya alumbrados… Y en este caso también podríamos decir que la Navidad ilumina y embellece pero sincerando…

VI

La Navidad también es una instancia para un examen de conciencia, algo que podría generar cierta tristeza al vernos qué tanto nos falta cambiar pero también qué tanto podemos cambiar. El problema es cuando nos quedamos sólo en la tristeza, no vemos más nada y olvidamos a la reconciliación.

Si somos pesimistas pero por lo menos entendemos lo que debería ser la alegría propia de una Navidad auténtica e integral, nos sentiríamos no excluidos por aguafiestas sino más comprendidos, integrados y hasta aliviados. Descubriríamos que en Navidad siempre hubo espacio para nosotros no a pesar de nuestra aflicción sino justamente por ella ya que también existía la reconciliación. Descubriríamos que nuestro cuadro de la navidad era muy incompleto y/o ficticio, que por ende sólo nos enfocábamos en la aflicción y no en la alegría (o si a alguna alegría enfocábamos era o a una sesgada o a una exagerada).

Más aún, si atravesamos en Navidad o bien por un pesimismo o bien por un optimismo exagerado o sesgado, podríamos incurrir en estos dos polos opuestos en iguales errores de fondo, éstos son: por un lado, podríamos tener de estas fiestas una visión sesgada o falsa; por otro lado, podríamos haber olvidado la dimensión de la reconciliación. Y esto aun cuando en una Navidad por nuestro pesimismo sólo nos enfoquemos en lo malo o por nuestro optimismo ingenuo sólo nos enfoquemos en lo bueno.

La Navidad no es ni alegría pura ni tristeza pura; la Navidad más bien podría describirse como un oxímoron aparentemente absurdo (aunque tal vez el término oxímoron absurdo ya de por sí sea un pleonasmo); como un optimismo dramático de quienes se confrontan con sus virtudes pero también con sus errores; con la belleza de la vida pero también con todo aquello que podemos y que debemos reconciliar. Porque es precisamente en la reconciliación que ese optimismo dramático quedará mucho más claro.
La Navidad también es victoria, y las victorias son alegrías pero no porque desconozcan las miserias sino porque las han vencido. Porque de lo contrario hablamos no de victoria sino de pura alegría pero sin mérito y quizás hasta sin sentido alguno… Y esa victoria se da gracias a la reconciliación.

De allí que una Navidad integral y auténtica debe considerar a las dimensiones de la paz y de la alegría y del amor y de la humildad y de la unión; pero debe considerar además otra dimensión que interpela y que incomoda pero que también es bella: la dimensión de la reconciliación.

Sólo bajo estas coordenadas de análisis: primero, la alegría navideña será más auténtica y la tristeza tendrá un mayor sentido o será atenuada al ser iluminada; segundo, los optimistas navideños serán más auténticos y los pesimistas navideños al fin tendrán motivo para participar de la alegría de estos festejos, pero de una alegría verdadera…

Y es entonces que la Navidad hasta la mayor tristeza no sólo la iluminará sino también la embellecerá pero sincerándola; la embellecerá pero de una manera más auténtica al otorgarle un mayor sentido gracias a la reconciliación…

Por otro lado, la Navidad es un cumpleaños cuyo Dueño no quiere excluir a nadie, ni siquiera a los apesadumbrados… O quizás sea un cumpleaños donde especialmente ellos son los invitados de honor…

11 comentarios:

Benita Pérez-Pardo dijo...

Martín, tienes razón, hay muchas personas que se sienten tristes en Navidad.

Si en los cumpleaños nos olvidáramos del "cumpleañero" y nos felicitáramos todos menos a el cumpleañero, también nos sentiríamos mal!!.

Además, en el cumpleaños de Dios, la cercanía a ÉL es el mayor regalo. Este regalo se trasite con otros regalos... pero si no se ha recibido primero..nadie da lo que no tiene

Un saludo

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Benita

Es verdad. En Navidad el «Cumpleañero» es el más olvidado. Nos saludamos entre todos, menos al Dueño del cumpleaños

Saludos

A.M. dijo...

Maravilloso post! Bueno yo te voy a dar mi opinión de la Navidad lo que me gusta y lo que no me gusta. He de reconocer que con el paso del tiempo me gusta menos.
Cuando eres pequeña, te encanta la Navidad, regalos (el 16 de diciembre es mi cumple entonces por partida doble, jajaja), no hay cole, nieva (a veces).
Pero cuando vas creciendo, en mi caso ha perdido un poco de ilusión, pues me dá mucha impotencia ver los típicos programas maratones en busca de dinero para aquellas personas menos afortunadas y ahí es donde me pregunto, y el resto del año, que pasa, no no acordamos de ellos?¿?, tiene que llegar la Navidad para que nos acordemos de que hay gente que desgraciadamente viven en peores condiciones que nosotros. Y la gente en este época como que es más buena, incluso te felicitan las Navidades gente que en otras situaciones ni te miraría a la cara... o se es bueno todo el año o no se es.
Luego se me cae el alma cuando veo a personas que tienen que pasar solas estas fiestas tan familiares, es muy duro, o mirar la mesa y ver que hay sillas que están vacias.
Todas estos detalles no los aprecias cuando eres pequeño. Yo cada día veo estas fiestas más comerciales y más superficiales, no les veo la finalidad religiosa que tenían hace años, si cuando yo era pequeña aquí en España a penas se conocía Papa Noel, ahora se regalan los regalos de Papa Noel, los Reyes Magos,... consumismo!!
Eso es lo que me duele de estas fiestas, ver que ya no hay espírutu Navideño, si no espíritu comercial!

Luego parece que te obligan a ser bueno en esta época, a perdonar a aquellos que te han hecho daño el resto del año,es como si en esta época hubiera que hacer una tregua de paz, y el resto del año??¿??, debería ser siempre Navidad para que la gente se perdonara o fueran más caritativos, pues yo creo que No! Hay que saber perdonar sea la época del año que sea, y no forzarnos a que sea en Navidad,pues a lo mejor eso nos produce frustración, pues se nos están obligando a algo que a lo mejor en ese momento no estamos preparados, cada uno necesita su tiempo para esas cosas, y cada uno es un mundo, pero desde luego cuando esas cosas se hacen, deben de ser desde el corazón, sin mirar si es Navidad, Semana Santa o Carnavales.
Por eso yo creo que algunas personas le tienen un poco de manía a esta época porque es como un poco fachada, todos mostramos nuestro lado bueno, pero por qué? Lo sentimos realmente o creemos que ese debe ser nuestro correcto comportamiento por la época del año que es?

Pero bueno no todo es malo,he de reconocer, que me encanta ver las calles llenas de luces, la alegría y la cara de felicidad de esos niños cuando reciben sus regalos, y algunos no tan niños! Me gusta ver adornadas las casas, y demás lugares con hermosos belenes, que demuestran la verdadera magia de esta época, y la verdadera celebración del cumpleaños de alguien que a veces parece un poco olvidado en estas fiestas que son suyas!

Yo quiero una NAVIDAD AUTÉNTICA!!!!

Un abrazo enorme amigo! :)

Mariana dijo...

Hola, Martín, a mí me pasa un poco como a Iris: me irrita terriblemente la comercialización de esta fecha, y más desde que empecé a trabajar en un jardín de infantes!!! Se supone que los chicos deberían estar felices y sólo están pendientes (la mayoría) de qué van a recibir de regalo...

Además, es cierto que por la postal de la Navidad ideal que todos tenemos adentro, en esta época me pesan más los conflictos con mi familia.

Pero ya sé lo que me vas a decir: que debería estar feliz por tener una familia, que muchos ni siquiera cuentan con ella, y que problemas en todo caso tenemos todo. Es verdad. Con ese pensamiento intento encarar las Fiestas, pero qué se le va a hacer, no siempre me sale.

En cuanto al tema de la fe, el verdadero significado de Navidad y su importancia religiosa, hace tiempo que al respecto tengo más preguntas que certezas. Y si bien intento rezar y aferrarme a mi fe, a veces siento que la he ido perdiendo con el paso del tiempo...

Benita Pérez-Pardo dijo...

Iris, entiendo lo que piensas. Es una realidad. A mí también me llama la atención acordarse sólo de los más desfavorecidos en Navidad. EL otro día pensaba lo mismo.

Pero hay personas que se acuerdan todo el año y, al o mejor, hay gente que se anima a continuar ayudando más allá de las Navidades.

Supongo que podemos, cada uno, pensar que en Navidad el niño nace y se queda con nosotros todo el año y la alegría permanece o, lo que parece aparentemente más extendido, que el niño nace y... desaparece!!

Leodegundia dijo...

Creo que el gran problema es que en estas fechas se olvidó por completo cual es el espíritu de la Navidad para convertirlo todo en una fiesta vacía de sentido y llena de consumismo, sólo se piensa en regalos y en grandes comilonas y todos se olvidan de lo que se celebra en realidad.
Espero sinceramente que se vuelva a recuperar ese sentido y el motivo real de la misma.
Un abrazo.

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Iris

Comparto lo que dices. Por lo pronto creo que coincidiríamos plenamente en que al perdonar a ciertas personas en Navidad, no significa quedarnos sólo en una «tregua».

En estas fiestas debemos con ellas no «conciliar» sino «reconciliarnos». La conciliación sí es un pacto más o menos provisorio entre dos o más partes. La reconciliación es más permanente.

Uno puede conciliar con alguien por necesidad o urgencia, para lograr un pacto provisional por cuestiones prácticas, para atenuar un conflicto, pero eso no significa que perdonemos o que pidamos perdón…

Cuando nos reconciliamos, no aspiramos sólo a un pacto provisorio, sí aspiramos más bien a algo más duradero, a perdonar y a ser perdonado…

Y es verdad que en estas fiestas el Dueño del cumpleaños está bastante olvidado. Y recordarlo es un primer paso para recuperar la auténtica Navidad. En ese sentido comparto lo que ya sugirió Benita: en Navidad el Niño llega para quedarse, no es que viene sólo para visitarnos sólo un día para después irse de nuevo hasta el próximo año…

Saludos

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Hola, Mariana

Interesante tu comentario. Sólo te compartiría algunas ideas. En algún momento señalas: «Además, es cierto que por la postal de la Navidad ideal que todos tenemos adentro, en esta época me pesan más los conflictos con mi familia».

Lo que podría decirte es que sobre la Navidad hay que tener no una «postal ideal» sino una noción más auténtica que no por eso será menos hermosa. Las «postales ideales» a veces responden muchas veces más a construcciones culturales que a la realidad, tal como ya sugerí en mi artículo.

Ahora, si en estas épocas tus conflictos familiares pesan más que nunca, pues la Navidad también está hecha para ellos, para otorgarles un mayor sentido (comprenderlos mejor) y reconciliarlos… Aunque sobre esto también he ahondado en mi texto…

Sé que lo que te digo puede sonar muy abstracto, pero la idea es que estos criterios lo interiorices y los apliques a tu caso concreto, el que tú mejor que nadie conoces…

Y es que sólo se puede hablar en abstracto cuando se desconoce la vida familiar o privada de cada persona

Saludos

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Hola, Leo

Yo también espero que se recupere ese espíritu navideño. Y creo que recuperar el sentido de la Navidad pasa primero por recordar de quien es el «cumpleaños». Sólo así estas fiestas dejarán de ser vacías y sin razón de ser para muchos

Saludos

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Hola, Benita

Gracias por tu nuevo comentario, el que ha aportado bastante a este tema…

Saludos

Hilda dijo...

Martín, por fin vacaciones para poder leer tus excelentes publicaciones. Veo que tienes otra pero ahora solo me referiré a la navideña.

Que linda reflexión, para variar nos otorgas un texto de gran calidad humana. Leyéndote recordé cosas olvidadas. Disculpa lo extenso de mi mensaje pero ya sabes que hablo mucho y no quiero dejar de compartirte lo que me provocó tu mensaje.

En lo particular tu mensaje me resultó muy útil. La navidad siempre fue hermosa para mí, pero desde hace algunos años nos mudamos de mi ciudad natal a raíz de la enfermedad de mi mamá. Desde entonces mi familia viene y en lugar de fiestas navideñas, tengo trabajo por atender visitas. Agrega que mi hermano no está con nosotros por su divorcio, así que me vi reflejada cuando mencionaste que las circunstancias de la vida te hacen no festejar con tanto gusto la navidad como antes lo hacías.

Es muy cierto que tenemos ideas prefabricadas de navidades ideales con toda la propaganda de películas, anuncios televisivos, etc. y al compararlas nos provoca frustración.

Me gustó mucho lo que pusiste de ponerse en el lugar de las personas, eso es algo que debemos hacer para comprender a los demás.

Para variar tu mensaje muy en la línea de nuestro común autor favorito Frankl: buscando un sentido, aún a la tristeza y a la alegría. Sin sentido las cosas no valen la pena ser vividas.

Por supuesto que ninguna vida es perfecta y eso es lo hermoso, una vida totalmente miserable sería insufrible. En mi país decimos: no hay mal que dure cien años ni enfermo que los aguante.

La reconciliación creo que es la moraleja de tu mensaje y me pareció hermoso porque es lo que olvidamos quienes creemos en la navidad a pesar de todo. Porque ese es el mensaje de Jesús, la reconciliación del hombre con su creador y consigo mismo. A veces somos peores jueces que nuestro Creador. Y como bien dices tendemos a ver solo lo negativo, sufriendo por lo que no tenemos y dejando de disfrutar lo que sí tenemos.
Y es obvio, todos tenemos sueños que deseamos se cumplan y eso está bien, lo que no está bien es vivir solo para eso y olvidar lo que ya está presente en nuestras vidas.

De ahí lo importante de encontrar un sentido a las cosas desagradables, hacer lo posible por mejorarlas y superarlas, así como seguir sembrando las cosas positivas. Y eso como dices da una gran satisfacción, la satisfacción de levantarte aun cuando has caído. De vencer a la adversidad.

Que hermoso lo que mencionas de que el dueño de este cumpleaños nos convida como invitados de honor, precisamente por ser humanos, por tener pesadumbre, porque lo necesitamos como dueño y señor de nuestras vidas.

Gracias Martín porque para variar tus mensajes son útiles para mi, los otros para mis clases y este para mí persona porque recordé lo que siempre he creído pero que yo misma olvido dadas las circunstancias.

Que la luz de la navidad embellezca e ilumine realmente tu vida y la de tus seres queridos: FELIZ NAVIDAD MARTÍN. Saludos cordiales, Hilda

Martín Palma Melena dijo...

Estimada Hilda

Gracias por tu esmerado comentario. No sólo complementas mi texto sino además lo haces compartiéndonos tus experiencias, y eso es muy valioso y le da vida a reflexiones como las tuyas.

Y me satisface que entendieras que la clave de este post es la reconciliación, sólo así se redescubrirá el sentido de la Navidad.

También me alegra que destaques al Dueño del cumpleaños, entre cuyos invitados busca casualmente a quienes atraviesan por alguna tristeza, tal como sugieres.

Y Feliz Navidad para ti, Hilda

Un abrazo desde Lima

Anónimo dijo...

Creo que ilumina, pero poco. Como he leido solo es consumismo puro y duro. Antiguamente las familias se reunian en el portal de Belen a cantar villancicos y luego ir a la misa del gallo; eso se ha perdido, todo es comprar y comer, cuanto más marisco, aunque lo pages a precio de oro, mejor.
Han cambiado el Belen por el árbol y a los Reyes Magos por el gordo.
Yo hace años años que he suprimido el árbol solo pongo el Belen y los regalos se hacen el dia cinco de enero,en conmemoracíón de los regalos que los reyes le dieron al niño.
el espiritú navideño como realmente es, pocas personas lo práctican, eso se ha perdido hace mucho tiempo.
En casa porque hay niñas pequeñas, sino las navidades las olvidaría de mi vida.
Ángela Ruano.

Anónimo dijo...

thanks