
En suma, las historias de Babel nos muestran lo tan interconectados que estamos hoy en día en algunos sentidos, pero lo tan distanciados que también estamos en muchos otros sentidos. En esta película nos sentimos reflejados en una aldea global que puede habernos puesto abruptamente cara a cara con personas que nos son muy distintas por muchas razones, pero como seguimos mirándolas a través de la idea que tenemos de ellas y no como realmente son como humanos, todavía no estamos preparados mental ni cultural ni emocionalmente para tal encuentro…
En Babel la sospecha y la incomprensión son recurrentes y planteadas de forma muy creíble, lo que nos motiva a buscar explicaciones, tal vez la realidad nos desborda y no tenemos tiempo ni capacidad para procesarla con la celeridad que exigen los tiempos actuales, entonces preferimos enmarcarla en angostos parámetros (siempre más fáciles de comprender), como por ejemplo las burdas generalizaciones o los prejuicios, que nos convierten en victimarios (y también en víctimas) porque quienes no son desconocidos y diferentes nos intimidan y si fracasamos en el intento de entenderlos (si es que realmente hubo tal intento) preferimos enclaustrarlos en nuestros estrechos esquemas mentales, y lo mismo hacen con nosotros quienes también nos perciben como desconocidos y diferentes. Y de allí que todos nos observemos recíprocamente con dichos prejuicios, atmósfera que nos vuelve más aprensivos y temerosos de que al menor paso en falso terminemos malinterpretándonos, estigmatizándonos y sufriendo incluso consecuencias graves. Es decir, prejuicios siempre ha habido, pero ahora más que nunca porque hemos sido embestidos por una realidad tan compleja y heterogénea que no logramos decodificar y que desesperadamente queremos ordenar ubicándola dentro de parámetros que nos parecen más familiares y seguros, algo que hace que la burbuja que habitemos siga reduciéndose cada vez más. Y de allí que a inicios del siglo XXI y en plena era de la Globalización estemos más cerca que nunca antes, pero también más distanciados que nunca antes.
Todas estas digresiones bien explicarían que en el panorama presentado por Babel los personajes no se comprendan o se miren con desconfianza o ya no como personas sino como estereotipos (una forma de empobrecer la realidad).
Así, si eres una mexicana que trata de cruzar la frontera hacia Estados Unidos con dos niños gringos que criaste desde que nacieron, pues lo más probable es que los hayas secuestrado o Dios sabe qué otras cosas.
Si eres un niño marroquí, y tu padre te regaló un rifle para cuidar a tus ovejas de los chacales, pero te pones a probar tu puntería con un autobús de turistas, en el que terminas hiriendo a una ciudadana norteamericana, pues nadie niega que hiciste algo grave y que hasta tal vez merecerías ser recluido en una correccional para menores, pero como eres marroquí corres el riesgo de que ya no sólo tú sino toda tu familia termine identificada como terrorista y hasta acribillada; corres además el riesgo de que las autoridades norteamericanas crean de que Marruecos ya no es un destino turístico recomendable porque hay células terroristas…
Si eres un turista norteamericano cuya esposa fue herida en Marruecos por una bala perdida, pues te expones a que el resto de turistas, incluso compatriotas tuyos, terminen abandonándote en algún remoto pueblo, porque qué pena lo que le pasó a tu cónyuge pero todos estamos apurados…
Si eres una adolescente japonesa sordo-muda, las cosas no te serán menos desfavorables… Si ya los que pueden hablar y oír les es difícil entenderse y se muestran indiferencia, entonces ¿a ti qué te queda? Pues otorgar tus favores sexuales ya no por dinero, porque lo tienes y no lo necesitas, sino por un poco de afecto, por una simple caricia…
Si eres un padre japonés y quieres mostrarle a tu hija que te preocupas por ella, que quieres hallar un espacio dentro de tu estrecho horario para salir juntos y conversar y conocerla más, pues ella preferirá dar prioridad a las salidas con sus amigas pero sin dejar de enrostrarte lo desconsiderado que eres y la poca atención que le brindas… Y tú quieres comprenderla pero no sabes cómo pues ambos no sintonizan…
Por tanto, lo que me sugirió Babel es un mundo donde ya no somos personas individuales, únicas e irrepetibles, sólo somos perfiles… Me explico: si somos latinoamericanos o musulmanes, pues tengamos cuidado porque al menor error podemos despertar sospechas; si somos norteamericanos pues ni se nos ocurra pedir ayuda por haber pasado por un mal momento, pues nuestra sociedad puede perdonar nuestros excesos y escándalos, pero nunca nuestros fracasos, ya que finalmente Adam Smith decía eso de que, en la Libre Competencia, la ambición individual se traduce indefectiblemente en el bienestar común y, por ende, debemos ser individualistas a más no poder, y esa cuestión de la solidaridad atañe ya a la beneficencia o al Ejercito de Salvación, y bastante tienen los demás con sus propios problemas e intereses, y si los descuidan para ayudarnos ya no podrán contribuir al bien común, el que bajo esa lógica individualista nos exige vernos como competidores o con indiferencia y no como hermanos, mentalidad reflejada incluso en situaciones muy puntuales, como aquella ya mencionada escena donde un turista es abandonado junto con su esposa herida… (Valga la aclaración: siempre me ha parecido contradictoria esa frase de que la ambición individual ayuda al bien común, y ¿qué pasa si nuestras ambiciones colisionan con la de los demás? En fin, no quiero salirme del tema…)
Esta película también me sugirió que incluso un entorno donde estemos rodeados de gente de nuestra misma lengua y cultura puede resultarnos una Torre de Babel, pues finalmente la comunicación no es sólo verbal, ya que literalmente podemos tratar de decirnos muchas cosas pero emocional y mentalmente nunca sintonizamos. Dicho de otra forma, lo que hace que vivamos en una Torre de Babel no es que tengamos idiomas o culturas diferentes (obstáculos no insuperables si hay buena voluntad) sino que seamos egoístas e incapaces de captar las necesidades ajenas… Y si eso sucede con nuestro círculo inmediato ya qué podrá ocurrir en otros círculos…
En este contexto, incluso nuestro mundo cada vez más interconectado lejos de acercarnos puede distanciarnos mucho más, ya que las nuevas tecnologías de la información sólo servirían para reproducir a escala mundial nuestros malos entendidos, cuyas consecuencias podrían ser desproporcionadas en relación al hecho que las provocó. Y esta situación es muy viable mientras nos sigamos viendo como unos desconocidos, como islas entre las que no hay ningún puente…
Y no es que no podamos entendernos sino que o somos ociosos (en algunos casos) o temerosos (en la mayoría de ellos) o demasiado egoístas para conocernos un poco más cuando nos percibimos como diferentes, y por eso nos vemos no como personas sino como imágenes distorsionadas por esas ventanas empeñadas que son nuestras ideas preconcebidas: es decir, más fácil es pensar que todos los latinoamericanos, musulmanes o norteamericanos son respectivamente posibles ilegales o terroristas o imperialistas prepotentes; mucho más difícil es persuadirnos de que cada persona es única e irrepetible, que nunca está determinada por su origen y que en todos lados los hay buenos y malos, sea en China, Ecuador o Suecia; mucho más difícil es ver más allá de los prejuicios para descubrir a la persona particular y concreta; mucho más difícil es salir de nuestro ensimismamiento, que incluso podría conducirnos a que sintamos como una Torre de Babel nuestro propio hogar, y a que nos volvamos tan sordos y mudos como aquella adolescente japonesa de este film…
Babel indudablemente lleva aspectos de la realidad a extremos, que son inquietantes no por como son dramatizados sino por lo verosímil que nos resultan… De pronto no nos parece descabellado que las historias paralelas de esta cinta realmente puedan ocurrir, y eso es lo que nos deja desconcertados…
Datos de la película
Babel. Guión de Guillermo Arriaga. Dirección de Alejandro González Iñárritu. Actores. Brad Pitt, Cate Blanchett, Rinko Kikuchi, Adriana Barraza, Mohamed Akhzam, Gael García Bernal, Elle Fanning, Nathan Gamble y Koji Yakusho, 2006.