martes, junio 29, 2010

Otra reseña sobre la película La Ola

Sobre el film germano La Ola, sugiero esta interesante reseña de Marta Salazar, abogada chilena, quien ubica a esta película dentro de un contexto más detallado por conocerlo de primera mano, pues ella actualmente reside en Alemania. Y, Marta, muchas gracias por enlazar mi texto en tu tan recomendable blog Alemania Economía Sociedad y Derecho

lunes, junio 21, 2010

La Ola: el fantasma siempre latente de una tiranía...

Fuente de la imagen: gezurrak.files.wordpress

En la película La Ola (Die Welle, Alemania, 2008), el profesor Rainer Wenger (Jürgen Vogel) aborda en un curso el tema de La Autocracia. Dentro de la clase, van planteándose algunos factores que suelen favorecer un régimen totalitario: desinterés político, crisis económica o social, etcétera...

No obstante, de acuerdo al consenso general de aquel salón, en la Alemania actual, ninguna dictadura tendría ya cabida por motivos varios: los tiempos han cambiado, el pueblo germano ha aprendido ya de sus errores, ya son inexistentes las difíciles condiciones en las que surgió por ejemplo el Nazismo, etcétera...

Empero, el profesor Wenger parece dudar de esas afirmaciones y propone a sus alumnos un experimento, a saber: todos conformarán un grupo e irán asumiendo diversos elementos que los haga sentirse cohesionados y que los distinga de otras aulas.

De esa manera, aquel grupo se denomina La Ola y comienza a usar un uniforme (una camisa blanca) y a adoptar los mismos códigos y conductas y reglas y a repetir ciertas arengas: «Fuerza a través de la unidad.... Fuerza a través de la acción...».

Posteriormente, aquel movimiento termina asumiendo un símbolo y un saludo y hasta abriendo un sitio en MySpace. Lógicamente, aquel colectivo es liderado por el maestro Wenger (quien tiene el aspecto de un skinhead otoñal reformado, aunque se le atribuye en el argumento simpatías libertarias: al inicio del film, el singular pedagogo desea enseñar no sobre la autocracia sino sobre la anarquía, aunque se ve frustrado en sus pretensiones)

II

Otros alumnos van sumándose a aquel experimento. Aquella clase va incrementándose en número... Comienza a ser separado todo aquel que piense distinto y que vista sin el uniforme, caso como el de Karo (Jennifer Ulrich). No hay lugar para las disidencias. Y en algún momento, se llega hasta a negar acceso a quien no cumpla con las reglas impuestas por La Ola...

Así las cosas, un proyecto escolar va mutando en un cierto sectarismo que empieza a destellar arbitrariedad e intolerancia, síntomas de un cierto totalitarismo a escala escolar (según el presumible planteamiento de esta cinta, aquella escuela secundaria sería como un modelo a escala de un fenómeno factible en una sociedad bajo ciertas condiciones).

III

Al inicio del film, cuando aquel experimento estudiantil empieza su proceso, nada excede a un panorama que podrá considerarse como muy particular pero que tampoco es improbable en algún centro educativo (y esto aun cuando algunos incurren en un vandalismo que sin embargo más busca llamar la atención y al que el educador Wenger acaba reprobando y controlando)... Entonces, de ser así, ¿por qué después esta agrupación juvenil va cobrando poder e influyendo y expandiéndose y hasta perfilándose tenuemente como un semillero de alguna movida ideológica o hasta paramilitar?

IV

La Ola no es en sí misma tan poderosa, pero logra imponerse y arraigarse tanto por un detalle: un terreno propicio para el fanatismo. En otros términos, los integrantes de por sí son vulnerables e influenciables, no tanto por adolecer de una inmadurez e inseguridad propias de la edad, sino por tener en sus vidas privadas muchas carencias que aquel colectivo está comenzando a suplir, aunque no de la mejor de las formas. Y esto lo vemos más claro en Tim (Frederick Lau), quien acaso ve en el docente Wenger a una figura paterna

En suma, La Ola es fuerte por satisfacer erróneamente anhelos que sus adeptos anteriormente o no habían sabido o no habían podido satisfacer. Estos anhelos son hasta en sí mismos legítimos e inherentes a todos (reconocimiento, sentido de pertenencia, seguridad, afianzamiento de la personalidad), pero pueden manipularse, si son colmados erradamente con fines no altruistas sino pragmáticos o aun inescrupulosos (o siquiera experimentales)...
V

Dentro de aquel centro de estudios, paradójicamente, frente a aquel movimiento con ribetes fascistas, los más sugestionables son quienes inicialmente quieren solamente pasarla bien y exhibir una mentalidad presuntamente más abierta y una apatía e indiferencia frente a todo. Al principio de la historia, a muchos cualquier cosa les da lo mismo y viven más por inercia.

En cambio, no por carecer de convicciones sino justamente por tenerlas algo más claras, la estudiante Karo es más inmune a las embestidas de La Ola y muestra una mayor capacidad de crítica e independencia de criterio.

En la primera parte de la cinta, en contraste con muchos otros, cuando egresara de su centro de estudios, la adolescente tiene siquiera algunas metas definidas sobre su vida: por lo pronto, desea ir a Barcelona, dadas algunas inquietudes artísticas (al parecer).

Asimismo, a diferencia por ejemplo de su novio Marco (Max Riemelt), la muchacha siquiera pertenece a una familia razonablemente estable

Debido a estos rasgos, por contar con menos vacíos en comparación a otros (aunque esto en términos relativos), la chica cuenta con mayores recursos para sobreponerse a las presiones y al aislamiento social, para presentar oposición a la mayoría, para rebelarse negándose a usar uniforme y a adoptar el ideario y las prácticas impuestas por aquel grupo vestido con camisas blancas. En medio de todo, la joven es más lúcida al percibir en el resto algo que está o siendo anormal o descontrolándose.

VI

Hoy en día, las convicciones firmes y las verdades absolutas se asocian con la intolerancia o con el fundamentalismo o hasta con el fascismo (o con las connotaciones usualmente atribuidas al término fascismo). Más aún, en situaciones extremas, bajo esta lógica, tal vez hasta debas resignarte a algo: tus creencias podrán ser muy válidas y bien sustentadas, pero serán siempre relativas y refutables (y esto acaso podría denominarse relativismo), si acaso mejor te resulte estar privado de convicción alguna...

VII

Sin embargo, en sociedades que gocen de bienestar y de circunstancias normales y estables, no una crisis social o económica sino otros factores más sutiles vuelven a una tiranía un fantasma latente: escepticismo o apatía (todo me da lo mismo o no me importa nada), el renunciar a pensar (para qué filosofar tanto si mi sueldo siempre será el mismo), el individualismo (cualquier gobierno me da igual mientras mis intereses estén a salvo), la indolencia total no sólo hacia la Política sino también hacia cualquier ideal o cualquier asunto público o causa cívica o social (cuestiones no necesariamente vinculadas a algún proselitismo ideológico, pues todos tenemos derecho a nuestra independencia política, sin ser por esto considerados como irresponsables), escenario más agravado todavía si corresponde ya no a una clase de alumnos sino a una porción mayoritaria de una determinada población...

VIII

No obstante, curiosamente, contra toda dictadura, una sociedad estará más protegida no por adoptar un pleno relativismo ni por carecer de compromiso cívico alguno; sino por contar siquiera con unas cuantas certezas (a las que tampoco es imposible arribar por consenso en una democracia avanzada): o sea, más allá de una eventual pluralidad de pareceres (pluralidad en sí misma muy válida), hay ciertas cosas que siempre serán buenas o malas y que respectivamente deben defenderse o rechazarse (No por apuntar esto me estoy oponiendo a la tolerancia necesaria en toda sociedad civilizada para convivir con opiniones diversas y hasta opuestas, aunque ciertamente tampoco en todos los casos una mayoría determinada tiene la razón: verbigracia, en varias escenas, Karo es aparentemente la más intolerante y terca; empero, paradójicamente por lo mismo, ella acaba estando entre las pocas con el coraje suficiente para desafiar el sectarismo de los demás)

IX


Empero, aun en un caso extremo, si somos ya muy alérgicos a cualquier idealismo o activismo (postura por cierto muy respetable), bien nos favorecería por lo menos tener posiciones bien definidas ante ciertos temas. Porque un totalitarismo paradójicamente encuentra territorio fértil en quienes renuncian a creer en todo y en todos y restan importancia a cualquier asunto ajeno a la propia conveniencia, personas así descritas son semejantes a vasos vacíos que pueden llenarse con cualquier cosa... Porque finalmente en algo siempre acaba creyéndose, para bien o para mal (aun cuando presuntamente todo lo que te importe en la vida sea sólo pagar tus facturas)... En este contexto, cobra mayor sentido un viejo refrán repetido por algunas abuelitas: una cabeza vacía es el taller preferido del diablo...

X

En lo político o en lo social o en lo moral (o en cualquier aspecto imaginado), un relativismo puro sea acaso una ficción o vuelva más vulnerable a una sociedad. Pues en ese contexto algunas ideas siempre acabarán prevaleciendo de todas formas (para bien o para mal). Y porque son no forzosamente las mejores ni las más sensatas; sino porque son promovidas e impuestas por quienes gozan no precisamente de más prestigio sino de más fuerza o de más poder económico o político o mediático...

La verdadera libertad está no en carecer de ideas. La verdadera libertad está en tenerlas y hacerlas valer ante la amenaza de alguna manipulación o coacción o tiranía... Obviamente, también podemos ser libres hasta para ser descreídos de todo (y hasta esa libertad debe defenderse incluso en la hipótesis muy improbable de que no pudiese creerse en absolutamente nada)

Empero, de ese modo, seremos más frágiles, pues si no tenemos ninguna convicción, nada tenemos para hacer valer: seremos como una barca que estará a la deriva y que será arrastrada por cualquier Ola (como la del film)...

Así las cosas, dentro de esta película, el educador Wenger pudiera estar ignorando que la anarquía (su materia favorita) le representa a la autocracia no una antítesis sino un prolegómeno o un primo hermano... Pues en una anarquía plena (entendida ésta sea como utopía social o sea como uso coloquial) el más fuerte siempre termina imponiéndose...


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Publicado originalmente en Donare

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