sábado, enero 28, 2006

Yo, Robot


Película norteamericana homónima de la obra de Isaac Asimov. En 2004 fue dirigida por Alex Proya y producida por Laurence Mark, John Davis, Topher Dow, Wyck Godfrey. Es protagonizada por Will Smith, como Del Spooner, y por Bridget Moynahan, como la doctora Susan Calvin.

En la filmografía de Proyas destaca Dark City (1998), película que habría inspirado a The Matrix (1999), según algunos sitios de la Red. Entre los productores destacaré a Mark por otra película suya basada en la obra de Asimov, El Hombre Bicentenario (1999).

A Del Spooner le encontré muchas semejanzas con Rick Deckard de Blade Runner (1982). Ambos son detectives, profesión que les permite conocer el lado oscuro de sus sociedades, por más futuristas que sean, y observarlas con mayor sentido crítico que muchos de sus coetáneos. Ambos son poco ortodoxos y viven solos y, talvez por ello, llevan sus investigaciones hasta las últimas consecuencias, al punto de cuestionar al sistema al que supuestamente sirven, algo a lo que alguien con familia no se atrevería porque arriesgaría su estabilidad. Qué mejor perspectiva que la de detectives solitarios para desafiar, sin tintes intelectuales, el optimismo actual por el mito del progreso. Aunque quizás las semejanzas entre Del Spooner y Rick Deckard sean sólo coincidencias, en fin…

Yo, Robot nos sitúa en el Chicago del 2035. Los robots son muy necesarios pues se dedican a todas las labores domésticas de los humanos, a los que no pueden dañar por estar programados con tres leyes.

Sin embargo, tras descubrir que en la muerte de un científico podría estar implicado Sonny, robot programado con sentimientos humanos, Del Spooner fundamenta sus sospechas en una intuición mundana más aguda que la racionalidad glacial de la doctora Calvin. Y así un caso policial nos lleva a una verdadera rebelión de robots…

En esta película sorprende que el robot Sonny muestre no sólo sentimientos humanos (como cuando agradece por ser considerado como alguien y no como algo), sino también discernimiento y libertad propias, cualidades que ninguna programación puede proporcionar y que también refleja V.I.K.Y., computadora central que comanda a todos los robots.

Siempre he creído que si algún día ciertos artefactos se nos rebelan será porque un hombre así los ha programado, pero no porque sean capaces de ir contra su propia programación, capacidad que conllevaría la libertad, don que es lo más propiamente humano y que nunca podrá ser replicado, salvo que ya no hablemos de robots sino de Cyborgs, que según entiendo son humanos con partes robóticas, pero humanos al fin y al cabo. Así, podremos hablar de Inteligencia Artificial pero jamás de Libertad Artificial, salvo que la idea de Libertad quede redefinida de manera muy distinta a la de ahora.

Hay películas como las diversas secuelas de El Exterminador o The Matrix que sugieren la existencia de máquinas con Libre Albedrío, pero nunca me parecieron verosímiles, rasgo necesario para que incluso la mayor de las fantasías nos deslumbre pero sin parecernos descabelladas…

Sin embargo, Yo, Robot me hizo reflexionar sobre la ciega confianza que ponemos en los adelantos tecnológicos sin ser concientes del precio que podríamos pagar.

En esta película la doctora Calvin o el teniente John Bergin (jefe de Spooner) no concebían que los robots pudieran cometer actos delictivos. Sólo a una oveja descarriada como Spooner se le podían ocurrir tales sandeces. En un primer momento Calvin y Bergin parecían incapaces de imaginar que la empresa que fabricaba los robots pudiera estar usando a éstos para cometer crímenes, aun cuando el desenlace del film es diferente.

Este elemento me llevó a una analogía con otro adelanto tecnológico en nuestra época actual: el Internet.

Una nota de la BBC hacía reflexionar sobre la facilidad con que otorgamos nuestros datos (dirección, correo electrónico, nuestras aficiones) cuando en la Red realizamos compras o nos suscribimos a diarios digitales o servicios diversos. Dicha nota citaba los comentarios de un asesor de la industria de la Internet: «Estas compañías (de la Red) poseen miles de gigabytes de datos pero no saben qué hacer con ellos, ni para ayudar a los clientes ni para su propio beneficio».

¿Qué pasaría si a algunas de estas empresas se les ocurriera sacar provechos dudosos de estos gygabytes? No olvidemos que información es poder, que quien lo ostente difícilmente podrá ser controlado. Quizás alguien deberá ser medio oveja descarriada para denunciar tal situación, pero muchos de nosotros bien podríamos llamarlo paranoico, activista alienado de teorías conspirativas. Talvez en el fondo sepamos que algo de razón tenga, pero hay verdades que preferimos evadir al desbordarnos y que nos hará rechazar a quien nos las revele. Por eso quizás sólo un desadaptado del sistema se atrevería a tan quijotescas denuncias. Es allí cuando películas como Yo, Robot, dentro de toda su ficción, logran proyectar algo de la realidad de nuestro tiempo…


Fuentes

Yo, Robot
La Butaca


Conveniencia o privacidad
Tim Weber
BBC
27 de enero del 2006

Comparación de los films Dark City y The Matrix
Jorge Morales Ruiz
Revista Quinta Dimensión.
Este artículo de Morales Ruiz me llamó la atención porque compara treinta escenas de Dark City y The Matrix que sugieren muchas semejanzas.

Cortesía de la imagen:
http://homepage.mac.com/pifas/iblog/myblog/C1048451701/E1063213367/Media/FX-1.jpg

lunes, enero 16, 2006

Las Crónicas de Narnia (El león, la bruja y el ropero)

Producida en el 2005 por la factoría Disney y dirigida por Andrew Adamson, a quien debemos también las dos cintas de Shrek, esta película se basa en un libro que fue segundo de una colección de siete, pero que fue sugerido para ser leído primero por su autor, C.S. Lewis…

Esta producción sería muy dramática en una versión adulta. La codicia de un hombre puede más que la lealtad a sus hermanos, a quienes traiciona sólo por beneficios y poder, haciendo incluso peligrar sus vidas. En algún momento es descubierto y cuando va a ser ajusticiado otro lo salva reemplazándolo en el castigo… Entonces siente una mezcla de gratitud y hambre de expiación y muestra una gran entrega y sacrificio para luchar contra el mal, al punto de resultar mortalmente herido.

En lo personal, de esta historia puede deducirse algunas ideas: incluso personas de vida muy honesta, pero muy instalada, no serían tan capaces del sacrificio como un traidor arrepentido que desesperadamente desea redimirse, más aún por la gratitud a quien se sacrificó por él. En conclusión: a veces cuando mucho te han perdonado sientes la necesidad de amar mucho más… Habrás cometido muchos errores pero la caridad cubre infinidad de pecados… De acuerdo: todo esto podrá parecer muy clerical, pero ¿acaso por eso deja de ser válido? Y lo digo con el mayor respeto…

No les voy a contar más para que solos averigüen en la película quién es el traidor, quién se sacrificó por él, quiénes son los hermanos traicionados, aunque deben sospecharlo. En todo caso, ésta es toda la riqueza que puede esconder una historia infantil.

Y sí: puede ser una perfecta metáfora del Cristianismo. Creo que para un niño sería algo complicado entender todo el misterio que conllevó el sacrificio de Cristo por la humanidad, y esta película bien podría contribuir a esta tarea pedagógica.

Asimismo, estos referentes cristianos no deben extrañar en la obra de C.S. Lewis, ateo en cuya conversión al Cristianismo, afín a la tradición anglicana, ayudó su amigo J.R.R. Tolkien, abiertamente católico.

Si esto es bueno o es malo ya dependerá de las convicciones de cada quien, pero las cartas están sobre la mesa. No obstante, los mensajes implícitos en esta película son universales, no son exclusivamente cristianos y no tienen por qué afectar a ningún credo. Digo esto por algunas críticas que he leído en ese sentido…

Qué más universal que entender que aun el peor de nuestros errores puede perdonarse, que siempre podemos reivindicarnos, que tenemos derecho a una segunda oportunidad, que podemos ascender de la peor de las deslealtades a la mayor de las trascendencias… Aunque obviamente esta película tiene muchos más elementos universales a desentrañar…

Posdata (21 de enero del 2006):

Los artículos de dos lectoras dan información complementaria sobre Las Crónicas de Narnia.

Verónica Valcárcel Noce nos da algunos datos sobre la producción de esta película en El Buen Cine.

Consuelo Gonzales nos brinda en I – Elanor mayores detalles sobre cómo JRR Tolkien y C.S. Lewis se influenciaron recíprocamente.
Posdata (24 de enero del 2006)

Al decir que Las Crónicas de Narnia pueden ser una perfecta metáfora del Cristianismo no significa que necesariamente sea una apología del mismo, aunque una metáfora pueda ser además una apología…

Las metáforas representan en sentido figurado una realidad para esclarecerla, distorsionarla o sugerirla. Depende de la intención del autor…

Una apología defiende una verdad, como bien sabemos.

Si Las Crónicas de Narnia son una metáfora o una apología ya dependerá de cada quien. En lo personal, podría ser entendida más como una metáfora del Cristianismo. Y aunque no está mal que así sea, esta obra debe valorarse no sólo por eso sino también por sí misma, porque trasmite valores válidos para lectores de cualquier raza, credo o cultura.

Vincular esta obra de C.S. Lewis a un credo específico es limitar su alcance universal…

Letralia inaugura espacios para formación y traducción (nota de prensa de Letralia)

La revista literaria digital Letralia, Tierra de Letras (http://www.letralia.com/), inauguró este lunes 16 de enero, en su portal en Internet, dos nuevos espacios: Aula Letralia, un centro de formación literaria, y TransLetralia, una publicación sobre traducción, según informó su editor, el escritor venezolano Jorge Gómez Jiménez.
Aula Letralia (www.letralia.com/aula) reúne material de orientación sobre el aprendizaje del oficio literario, incluyendo textos de Julio Cortázar, Roberto Bolaño, William Faulkner, Gabriel García Márquez y otros, así como opiniones de sus lectores sobre las técnicas que consideran más apropiadas para quien desea convertirse en un escritor.
Asimismo, el sitio es un aula virtual en el que varios guías dictarán talleres literarios en línea, el primero de los cuales es “Técnica y arte del blog literario”, dictado por Gómez Jiménez. El taller consta de 12 lecciones que serán impartidas a través del correo electrónico, y en las que los participantes aprenderán sobre la historia de los blogs, cómo diseñarlos y armarlos, sitios dónde alojarlos, cómo hacer un blog que destaque y toda la información que necesitan para hacer un blog atractivo.
Por su parte, TransLetralia ( www.letralia.com/transletralia) es una publicación digital dedicada a la promoción de los traductores literarios que usan el español como lengua de trabajo. Incluye textos de autores consagrados traducidos de otras lenguas al español y viceversa, además de material ensayístico sobre el oficio del traductor.
La primera selección de textos que publica TransLetralia incluye el cuento “X-ing a Parabrab”, del estadounidense Edgar Allan Poe, traducido por el venezolano Miguel Siso; una colección de relatos breves del chino Pu Sungling cuya versión en español estuvo a cargo del venezolano Wilfredo Carrizales; poemas del estadounidense Raymond Carver traducidos por el argentino Esteban Moore y del japonés Shuntaro Tanikawa traducidos por la mexicana Cristina Rascón Castro.
Estos textos no habían sido nunca traducidos al español. Adicionalmente, TransLetralia publica un libro sobre traducción de textos religiosos hebreos del uruguayo Iaír Menachem y un capítulo de la novela El Inesperado, de Enrique Lafourcade, traducido al inglés por Nicole Lafourcade.
Con la creación de estos espacios, Letralia inicia la celebración de su décimo aniversario, que se cumplirá el sábado 20 de mayo de 2006, y complementa su oferta de contenidos para escritores y lectores de habla hispana, que incluye también una revista literaria de circulación quincenal en la que ya han sido publicados textos de más de mil autores, un directorio de recursos culturales en Internet, una editorial digital y una sección de autores invitados.

lunes, enero 02, 2006

Charly y la fábrica de chocolate



Originally uploaded by Martín Palma Melena.

Roald Dahl (1916-1990) fue un autor británico reconocido principalmente dentro del género de la Literatura Infantil. Entre sus obras llevadas al Cine figuran Los Gremlins (dirigida por Joe Dante en 1984), James y el melocotón gigante (dirigida por Tim Burton en 1996) y Charly y la fábrica de Chocolates (con una primera versión cinematográfica en 1971 y una segunda en el 2005, dirigida también por Burton).

Lo que reseñaremos será la versión cinematográfica del 2005 de Charly…

Willy Wonka es un excéntrico y reconocido fabricante de golosinas (aunque destaca más por los chocolates), pero un día despide a todos sus empleados, defraudado por un espionaje industrial, y decide aislarse del mundo. El pueblo donde queda su fábrica no sabe nada de él por años, hasta que un día se divulga una promoción consistente en que cinco chocolates marca Wonka contienen respectivamente un boleto dorado que favorecerá a los ganadores con una visita a la fábrica de Willy, pero sólo uno de ellos obtendrá adicionalmente un premio sorpresa.

Entre los niños favorecidos con el premio figuran Charly Bucket, Augustus Gloop, Violet Beauregate, Veruca Salt y Mike Teavee.

El buen Charly parece sacado de la Inglaterra del siglo XIX (parece un personaje de Dickens) y colocado en la época actual. Responde al clásico niño virtuoso de los tradicionales cuentos infantiles. Sus carencias materiales son compensadas por el gran afecto de sus padres y abuelos.

El obeso Augustus es la personificación infantil de la gula. Su madre parece del tipo sobre protectora y quizás también dominante.

Violet es perfeccionista, competitiva, frívola y vanidosa. Parece una versión precoz de una estrella deportiva e, incluso, de su propia madre, quien a ratos funge como una verdadera manager asesorándola.

Veruca coincide con Violet en algunos aspectos pero destaca principalmente como caprichosa. Sus padres la consienten, otorgándole todo lo que pide y volviéndola así una pequeña tirana. Por eso no es difícil imaginárnosla en el futuro como una lady tan sofisticada como materialista.

Mike representa a un tipo de niño muy del siglo XXI (al menos en la versión cinematográfica porque la obra data de 1964). Tiene un genio algo ácido y se jacta de su inteligencia. Su semblante y mirada proyectan algo de lunático. Está muy alienado por los videos juegos, de los que sus padres prefieren no apartarlo porque no sabrían cómo lidiar con él. Estos rasgos darían a Mike el prematuro perfil de los inadaptados adolescentes de la película Elefante (dirigida por Gus Van Sant en el 2003), inspirada en la tristemente célebre masacre de Columbine (1999). Aunque sea indirectamente, los guionistas de la película Charly... parecieron tener esos referentes al reinventar este personaje para actualizar el relato de Dahl.

Otro elemento a destacar de la película son los Oompa Loompa, tribu reclutada por Willy Wonka de algún lugar exótico para trabajar en la fábrica. Sorprende que los Oompa Loompa sean tan pequeños y con rostros tan idénticos, estereotipos que bien pudieron influenciar a Roald Dahl por sus años en África: fue empleado de la Shell Oil en Tanganica (actual Tanzania) y miembro de la Royal Air Force en Nairobi. Los Oompa Loompa destacan principalmente por su lealtad y laboriosidad, pero en la enciclopedia Wilkipedia vemos que estos personajes sufrieron modificaciones en posteriores ediciones de la obra por presiones diversas.

Charly al final gana el premio sorpresa: se vuelve el sucesor buscado por Willy Wonka para dirigir su fábrica.

Aun cuando no encaja en el típico niño superhéroe que atraviesa por espectaculares aventuras, Charly tiene el gran mérito de la renuncia a ser sucesor de Willy cuando le exigen abandonar a su familia. Esto bien podría enseñarle a todo niño que sólo bastan gestos cotidianos, pero muy significativos, para ser grandes héroes: hay renuncias que exigen más valor que el mayor de los riesgos.

A juzgar sólo por la película de Burton, el final es bastante inesperado para tratarse de una historia infantil. Es decir, al Charly acabar como sucesor de Willy, tenemos todo dado para el clásico final feliz, como el del niño pobre que termina siendo rico o poseyendo un reino. Sin embargo, uno siente que el gran premiado es Willy al haberse reconciliado con su padre y hallado una nueva familia: la del propio Charly…

Estos detalles expuestos bien podrían diferenciar a Charly y la fábrica de chocolates de muchas otras historias infantiles…



Fuentes:

Cfr: Roald Dahl
Enciclopedia Microsoft Encarta 2001

Cfr: Moraleja con Humor
Diario El Mundo (España)
17 de agosto del 2005


Cfr: Roald Dahl
Viaje Literario
Web Aloha Criticon


Cfr: Charly y la fábrica de chocolate
Enciclopedia Wilkipedia

Cortesía de la imagen:
http://www.terra.com.mx/Galeria_de_Fotos/images/125/249074.jpg