sábado, abril 24, 2010

Paradojas de Internet: ¿es lo mismo conocer verdaderamente y conocer completamente?

Imagen obtenida de este sitio: Marnaluz.Net

Karen vive en México y su novio nigeriano, en Italia. Rafael es de Perú y tiene desde hace un año una novia japonesa en el otro lado del mundo. A Paola le pidieron matrimonio en un chat. A Neltlanesi la dejaron por una mujer virtual. A José Miguel la voz de su pareja le llega en Skype («El amor en los tiempos de Internet»).

Muchos aspectos han sido revolucionados por Internet en nuestra existencia. Entre ellos, se encuentran las relaciones personales (sentimentales, profesionales, etcétera).

En esta materia, como todo en la vida, a la Red (y a sus nuevos espacios comprendidos dentro de términos como redes sociales y Social Media) puede usársele para bien o para mal...

Sin embargo, en este tema (sobre todo vínculo personal en el Ciberespacio), enfoquémonos ahora en el lado positivo aunque para reflexionarlo

II

En Internet, podríamos conocer personas a quienes nunca hemos visto presencialmente pero tratamos más frecuentemente y sentimos más al alcance y tenemos más cosas en común en relación a mucha gente en nuestro entorno físico más próximo. Esto no lo planteo como regla general; pero podría darse...

A esto añadamos otro detalle: nuestros mensajes atraviesan vía virtual por un proceso con menos interferencias o filtros; nuestras ideas recorren un trayecto bastante despejado y corto desde la mente al teclado y a la persona o al público al otro lado del monitor; y esto al punto de poderse hablar no ya de rapidez sino de tiempo real.

Pero este proceso en tiempo real opera al exteriorizar no sólo nuestros mensajes sino además nuestros criterios de búsqueda; criterios que al digitarse en algún buscador, nos permite acceder a una información a veces tan sólo deseada mentalmente unos segundos antes...

Dados estos factores, incluso en comparación a la vida real, ubicamos con mayor rapidez y exactitud personas con la cuales compartimos los mismos intereses o aficiones o vocaciones o ideas o etcétera (esto gracias a diversos foros o grupos formados en redes sociales diversas como Twitter o Facebook); personas a quienes en la vida real o nunca hubiésemos conocido o hubiésemos conocido localizándolas en proporción muy inferior y demorándonos muchos años...

III

Así las cosas, estaríamos ante un escenario signado por el tiempo real y por grupos virtuales cada vez más afines en sus intereses y más sencillos de hallar; un escenario signado además hasta por cierta inclinación a digitar lo primero que pensamos (esto debido no necesariamente a irresponsabilidad sino a cierto automatismo y precipitación y coloquialidad condicionados por las nuevas tecnologías de la información)

Por todo esto, en el ámbito virtual, aun sin proponérnoslo, podríamos revelar ante otro cibernauta facetas nuestras muy auténticas e incluso jamás descubiertas por nadie dentro de nuestro mundo real más cercano; facetas quizás hasta inconscientes aunque activadas por la irreflexión y prisa e informalidad ya sugeridas en la comunicación en línea...

Y esto en sí mismo no es forzosamente malo, pues tampoco me estoy refiriendo a casos donde dos personas estén online desatando su lado oscuro y ventilándose confidencias o intimidades (aunque esto también pueda darse pero no venga al caso abordarlo); me estoy refiriendo más bien a aspectos nuestros totalmente diáfanos y legítimos que nos evidencian tal cual somos y que no precisamente ocultamos pero que suelen transparentarse y desarrollarse únicamente en un clima propicio, como cuando encontramos en la Red a otros con quienes coincidimos en muchas cosas y tratamos en este particular escenario signado por los elementos ya antes destacados; otros que incluso también podrían estarnos revelando dichas facetas...

IV

Sin embargo, si bien hasta este punto nada grave tendría por qué haber (aunque siempre sería recomendable cobrar consciencia de todo aquello que proyectamos), esta situación podría brindarnos la falsa ilusión de conocer en su integridad a un eventual interlocutor virtual, cuando se le estaría conociendo en una dimensión quizás sí genuina y hasta profunda pero no completa (y esto en el mejor de los casos): genuino y profundo y completo son adjetivos entre los cuales haya tal vez sí conexión pero no sinonimia; verbigracia, una mirada telescópica podría ser muy genuina y hasta profunda pero incompleta; más aún, algo verdadero y hasta profundo puede ser falseado con tal sólo presentarlo a medias…

V

Podría parecer controvertido atribuir una dimensión profunda a algún eventual vínculo online; sin embargo, valga la aclaración: una cosa es conocer a otro en ciertas dimensiones profundas y auténticas (que quizás puedan percibirse en línea pero que aun así continuarían siendo sesgadas); otra cosa es conocer a otro a profundidad y a plenitud (algo difícil aun en el mundo real, donde a muy pocos conseguimos verdaderamente conocerlos tanto, aun cuando los veamos físicamente)...

Dentro de esta lógica, si los romances online pueden parecernos siquiera verosímiles; entonces, verosímiles también podría parecernos alguna dimensión profunda en tales romances posibles incluso no por alguna atracción física; sino por afinidades psicológicas o intelectuales o espirituales que casi por definición son hondas pero que en la red seguirían mostrando sólo parcialmente a una personalidad...

VI

En suma, obviamente, dadas las características tan particulares del ciberespacio, sí podemos llegar a sentir un aprecio legítimo por alguien, aun cuando jamás lo hubiésemos visto personalmente, (sin tampoco llegar al extremo de alguna relación sentimental), algo normal hasta cierto punto; empero, en el mejor de los casos, ese aprecio se basará en un conocimiento telescópico que por ende estaría fragmentado y sujeto a las limitaciones propias del Internet. Y esto aun cuando entre dos cibernautas sí exista sinceridad.

VII

En nuestra comunicación, sólo una parte es verbal y escrita; otra gran parte es corporal: con todo nuestro ser y con todo nuestro caminar o desenvolvimiento o gestos o hasta vestir solemos expresarnos y revelar cosas adicionales o hasta opuestas a aquellas expresadas simplemente mediante palabras; cosas que jamás podremos percibir en la Red por las restricciones del medio…

Porque en el ciberespacio al otro sólo podremos conocerlo parcialmente: mientras a él o a ella los conozcamos no en la vida real sino sólo en la virtual, nuestro trato y comunicación nunca serán presenciales ni por tanto integrales, al estar mediatizados por textos escritos (en mayor medida) y por audio y video (en menor medida), al menos hasta cuando la tecnología avance más y nos permita como cibernautas percibirnos mediante hologramas o cosas así que sin embargo tampoco en ese supuesto suplantarían ni equivaldrían al intercambio personal entre dos.

En suma, la vida real siempre será la vida real; la vida virtual siempre será la vida virtual... Ambas cosas no deben confundirse ni equipararse...

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Bibliografía

«El amor en los tiempos de Internet». Cultura y sociedad. BBC Mundo 19 de marzo de 2010

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Publicado originalmente en Donare

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