Imagen: Cinencuento
Dioses (Perú, 2008) es una película que busca retratar a la clase alta limeña a partir de escenas cotidianas en un exclusivo balneario limeño: Asia.
II
Con la pretensión de exponer a este sector social con la mayor fidelidad posible, se emplean algunos recursos del género documental.
Los diálogos son más bien ligeros y reducidos sólo a lo imprescindible, aunque plagados de sutilezas y sobreentendidos que nos invitan a estarlos descifrando.
Empero, esta cinta dista mucho de ser superficial: la densidad y la riqueza la encontramos no tanto en el hilo argumental sino en las atmósferas recreadas y en los gestos y en las miradas, aun dentro de las situaciones más rutinarias.
Por eso: hay un predominio de la imagen como lenguaje; un lenguaje que paradójicamente por muy discreto resulta más persuasivo en esta producción.
Por eso, las imágenes son las que principalmente nos hablan y nos sugieren aquello implícito en la historia; más aún, sólo ellas merecen credibilidad, aun cuando nos revelen algo muy distinto a la literalidad del guión: por ejemplo, en una escena, la advenediza Elisa (Maricielo Effio) es acogida con mucha cortesía en el círculo de unas damas que están hablando sobre
De allí que los primeros planos abunden y sean despejados de cualquier interferencia que nos distraiga.
III
No obstante, también son empleados otros recursos documentales. Por ejemplo, las escenas reflejan naturalidad siendo captadas según como van fluyendo y según como los personajes se van desenvolviendo: el lente se va acomodando al devenir de los sucesos y de los sujetos y no al revés
Incluso, a ratos, la historia parecería conformada por secuencias inicialmente dispersas y no pensadas como un todo; secuencias que si en su conjunto tendrían alguna ilación habría sido más por el orden dado en una edición posterior.
Sin embargo, reitero, la historia parecería haber sido construida así; pero no nos engañemos, pues esos ocasionales efectos amateur son algunos medios empleados por el director, Josué Méndez, con varios fines: para hacer a sus escenas verosímiles insuflándoles un aire de improvisación y de espontaneidad; para aparentar una neutralidad por la cual supuestamente sólo los cuadros estarían hablándonos y guiando nuestras opiniones, sin mediar juicio alguno de valor…
En ese sentido: Méndez sabe manejar las herramientas facilitadas por el documental; él pareciera fundamentar su posición con la sola evidencia de imágenes ante las cuales ninguna refutación ya es posible (quizás por eso de que una imagen vale más que mil palabras).
No obstante, no por transmitir algo valiéndose mayormente de imágenes captadas con documental rigurosidad, ya están garantizadas la objetividad y la imparcialidad…
IV
En el film, como ya insinuamos, toda neutralidad es aparente, pues el joven director quiere hacernos juzgar sólo a partir de imágenes, pero imágenes mediatizadas por su mirada y fragmentadas por sus perspectivas.
Incluso, por momentos, pudiéramos creer estar observando solamente a través de las miradas de los personajes; pero aun esas miradas estarían mediatizadas por la de Méndez.
Bajo la lógica de la narración, se nos estaría invitando a ver a la elite limeña de la siguiente forma: por una parte, este sector social estaría atrapado dentro de sus propios vacíos y de sus propias frivolidades y de parámetros muy estrechos (que no rígidos pues la moral es más bien laxa); por otra parte, esta sociedad tendría un afán por preservar un mundo ficticio ya no diferenciándose de otros sectores sino simplemente ignorándolos (ya más adelante explicaré mejor por qué hablo de un mundo ficticio en este contexto)
Claro está, gracias a la visión de Méndez, muchos de los rasgos mencionados sí son registrados con mucho escrúpulo y reconocibles fácilmente en este círculo social…
No obstante, a pesar de esto, sobre la clase alta, la caricaturización sí existe en esta historia y está no en la falsedad o en la exageración sino en el sesgo de la visión del director: esto es, el cineasta de este sector social se enfoca en una faceta y la presenta como el todo.
En Madeinusa (Perú-España, 2005), una comunidad andina es estereotipada presentándola de manera sesgada: sus virtudes son suprimidas y sus vicios son innegables pero potenciados al máximo y a un punto que lo verosímil queda amenazado. Y Dioses a la elite limeña la estereotipa con un sesgo similar aunque más atenuado…
Empero, valgan verdades, a diferencia de la directoria Claudia Llosa en Madeinusa (donde se estereotipa a
No obstante, por más bien disimulada que esté, toda caricatura nunca deja de serlo y se presta a generalizaciones siempre posibles de empobrecer el blanco al que apuntaría una crítica, convertida ésta por lo mismo en poco persuasiva y eficaz, pues una crítica así podrá ser muy válida pero estaría orientándose ya no a personas verdaderas sino a sus simples parodias, siempre más fáciles de desacreditar (y también puede parodiarse a alguien no sólo ridiculizándolo sino además mostrándolo parcialmente sólo en sus facetas menos edificantes)
Es decir, no necesariamente en el film todos los residentes en Asia deberán sentirse representados, y quienes sí se sientan representados no lo harán en su integridad, y aun cuando sus miserias sean muy ciertas y plasmadas con documental nitidez en muchas secuencias. De allí que las herramientas documentales por sí solas no garantizan la objetividad y la imparcialidad (algo así ya había apuntado antes)…
V
En todo caso, Méndez nos estaría brindando un cuadro muy lúcido no de un sector social sino de una parte del mismo sector; y una parte a la que podría percibírsele como el todo y a la que además estaría destacándosele sólo sus lacras, y por más creíbles que éstas puedan parecernos… Y sí somos honestos: en todo estrato social (en el rico o en el trabajador o en el pobre) los defectos y las virtudes existen… (Ya sé que esto es muy obvio, pero no está demás precisarlo, dada la capacidad de los prejuicios para obnubilar las percepciones).
Sin embargo, en esta propuesta cinematográfica, la crítica social tampoco sería inviable si apuntara mejor a su objetivo, el que sería más bien una particular forma de vivir la riqueza; una forma en la que la pertenencia a una elite degeneraría ya en elitismo (1) al considerársele como un valor en sí mismo y no como un situación meramente accidental (situación finalmente propia de toda condición social); una forma en la que perderíamos noción de la realidad circundante y nos refugiaríamos en un ámbito donde todo sería impostado y nos obligarían a representar un papel como dentro de una comedia y a renunciar a ser uno mismo (dada la presión para vivir tanto de las apariencias y para colocarse tantas caretas, que alguien ya muy sensible podría sentirse sofocado, como bien sería el caso de ciertos protagonistas, a quienes ya aludiremos).
Por eso, ya había apuntado líneas arriba, esta sociedad retratada tendría un afán por preservar un mundo ficticio. Y hablaba de un mundo ficticio no por acomodado ni ya siquiera por despreocupado sino por artificial y alienado. Y, valga la aclaración, un mundo acomodado no equivale necesariamente a uno ficticio (aunque estos casos sí puedan darse): o sea, el problema es no el ser millonario sino el vivir en una mentira, idea a la que Méndez quizás más exactamente habría querido apuntar sus dardos…
VI
Aquel mundo ficticio (en el sentido ya explicado) siempre es percibido como tal tanto por Diego (Sergio Gjurinovic) y por Andrea (Anahí de Cárdenas) y por incluso la ya mencionada Elisa.
Ellos coinciden en su fragilidad y en su sensibilidad (aun cuando a estas cualidades cada uno las proyecte de manera diversa y las disimule con mayor o menor pericia).
Los tres se sienten obligados a renunciar a ser ellos mismos; se sienten asfixiados y acorralados dentro se un entorno que podrá ser de cristal pero que ya resulta intolerable, aun cuando estas personas a esos síntomas no los perciban con igual intensidad y los manifiesten diferente… (Más aún, Méndez resulta convincente sugiriendo que aun en ese mundo de Dioses sus aparentes favorecidos en cierta forma son también víctimas)
Diego fuga buscando afecto en la servidumbre y conociendo otras realidades sociales, como cuando este joven pasa unos días en el barrio popular de una empleada doméstica, experiencia que a él finalmente lo inclinaría a estudiar Sociología y ya no Administración, profesión a la que constantemente lo inducen para continuar con el negocio familiar. Y el chico fuga: en parte, por no sentirse a la altura de las expectativas paternas; en parte, acaso también por una atracción incestuosa y culposa hacia la hermana…
Andrea fuga mediante las fiestas y las borracheras y el sexo (incluso en algún momento ya ni siquiera sabe de quién ha quedado embarazada). Y aun sabiéndose bella y privilegiada, muy probablemente tendría una baja autoestima, pues se sentiría conscientemente o no desvalorada por el padre, Agustín (Edgar Saba), quien tiene una mentalidad muy machista y una opinión en general muy pobre sobre todas las mujeres; opinión que ni siquiera podría ser neutralizada por una figura materna, de la que Andrea carece… Más todavía: esta joven acaso ya intuye no satisfacer ninguna expectativa del progenitor, quien pareciera estar más pendiente de Elisa, su nueva pareja…
Elisa no busca fugar aun cuando va sabiendo cuán frívolo y vacío es ese medio: o mejor dicho, quizás ella no sabe que sabe todo eso, pues su arribismo social y sus complejos la coaccionan a negar con la razón aquello que su propia sensibilidad le va revelando (la chica probablemente no soportaría el confesarse a sí misma cuán decepcionante va resultándole ese ambiente por el que seguramente ha bregado bastante para ingresar). Al igual que Elisa, Andrea también tendría sus propios complejos, aunque por otras causas como las ya explicadas…
En cualquier caso, Elisa presuntamente ha ascendido socialmente, aunque por algún motivo pareciera no creérselo del todo (y no porque no quiera creérselo) ni sentirse totalmente integrada. Y por ende seguimos viéndola con una mirada triste y ausente. En ese aspecto,
En Elisa son risibles sus esmeros frente al espejo por imitar las conductas y entonaciones de sus nuevas amistades. Y esto no porque la muchacha carezca de inteligencia ni porque haya perdido la noción del ridículo; esto más bien porque la joven está imitando conductas y entonaciones ya de por sí impostadas en aquella clase social (al menos tal como ésta está representada en esta cinta).
En lo personal, aun cuando a veces no se salven de los ya señalados sesgos, estos tres personajes sí me parecieron muy verosímiles en sus vacíos y en sus actitudes y en los caminos que van tomando, aunque entre ellos Diego adolece de rasgos exagerados más de lo debido.
VII
Ya había aludido a la atracción incestuosa que Diego siente por su hermana Andrea; atracción acaso insertada en el argumento no como algo gratuito sino como toda una alegoría acerca del extremo al que una sociedad podría llegar por ser tan hermética, interpretación que deduzco a partir de una entrevista donde el propio director habría explicado el porqué en este film del elemento incestuoso (como no tengo la fuente a la mano no puedo citar textualmente las palabras de Méndez al respecto).
Por tanto, según lo que podría inferirse bajo esta lógica, un sector social por su exclusivismo y discriminación terminaría pagando un precio muy alto, éste es: se descompondría por volverse un espacio tan cerrado y aislado que ya no tendría cómo oxigenarse y estaría muy enrarecido incluso para sus propios miembros, quienes por buscar solamente casarse entre sí, ya no podrían reciclar su propia sangre y acabarían degenerando en la endogamia y hasta en el ya mencionado incesto… En suma: paradójicamente, cuando a la sangre se le quiere conservar pura se la termina contaminando…
VIII
De acuerdo: muy sugerente el mensaje ¿subliminal? que Méndez habría querido trasmitirnos con el ingrediente del incesto.
No obstante, el problema no es ese mensaje en sí mismo; el problema es la alegoría que pretendería reflejar tal mensaje y que estaría encarnada por el propio Diego, mostrado cual enfermito culposo que siente una fascinación desviada por la hermana y que hasta llega en ocasiones a retozarla (características que a este personaje lo pintan con pinceladas ya muy toscas y lo hacen poco creíble, y aun cuando el joven en otros aspectos sí me parece convincente).
Y esta alegoría es problemática no por cuestiones puritanas (aunque una crítica social no tiene por qué afectar ciertas sensibilidades); esta alegoría es problemática porque podría prestarse a interpretaciones estancadas sólo en una dimensión meramente morbosa; interpretaciones que harían al ya referido mensaje o bien perderse o bien desvirtuarse o bien ser captado muy vagamente. Empero, me explicaré mejor: en el ámbito de la publicidad, hay propagandas tan extravagantes que el público consumidor acaba olvidando exactamente cuál era el producto promocionado, pues el medio acaba opacando al mensaje, y algo parecido ocurre con Dioses: aquella alegoría incestuosa bien sería un medio ya muy efectista que terminaría opacando a la crítica social que desearía transmitirse.
Acaso pudo haberse elegido una alegoría menos ambigua y sórdida para deslizar más eficazmente la idea de una elite cuyos integrantes por tan aislados acaban emparejándose solamente entre parientes (o hasta entre hermanos); idea que incluso debiera calibrarse un poco más para no hacerla lindar ya con lo descabellado…
IX
Dicho esto, no olvidemos, Josué Méndez recién está al inicio de su carrera (En Días de Santiago retrata la realidad de los ex soldados peruanos; en Dioses, la de la elite peruana). Y él va mejorando en cada uno de esos proyectos, así que tiene un futuro muy promisorio, por lo que esta cinta merece verse.
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Bibliografía
Dioses. Guión de Josué Méndez. Dirección. José Méndez. Actuaciones. Maricielo Effio, Sergio Gjurinovic, Edgar Saba, Anahí de Cardenas, Dense Dibós, Magali Solier, Pilar Brescia, Jason Day, Javier Valdez. Chullachaki Producciones S.A.C., 2008.
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Notas
(1) El DRAE (Diccionario de
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