Fuente: nisu.blogia.com
escritora de Valencia (España) y administradora del interesante blog Mujeres de Roma. Ella nos brinda sobre la Roma Antigua una historia vista y protagonizada por mujeres, una perspectiva que debiera ser más considerada por los historiadores. En el desarrollo de sus relatos, Isabel ha propuesto el tema del Amor y ha exhortado a algunos bloggers a escribir al respecto. Uno de ellos es Schatz (pseudónimo del administrador del blog El Urbanito), quien tiene un interesante texto y a quien debo agradecer por haberme recomendado el blog de Isabel. Esta vez ella me ha extendido la misma invitación, y lo menos que podía hacer era agradecerle la deferencia aceptando participar en su estimulante iniciativa.Isabel Barceló es una
Empecemos diciendo que hay distintos tipos de amor, pero me centraré en el del hombre y la mujer, el de pareja. Trataré de imaginar las muchas preguntas que alguna vez nos hemos podido hacer al respecto ¿Son lo mismo pasión y amor? ¿Son ambos tan opuestos como el agua y el aceite y difícil de reconciliar? ¿Son etapas donde una conduce a la otra? Y si así fuera ¿debe ser primero el amor o la pasión? Y ¿si la pasión fuera mala? ¿No nos hace por ejemplo a los hombres reducir a las mujeres a objetos de deseo sin considerar sus otras cualidades? Pero entonces ¿por qué la pasión nos aflora de manera tan natural que nadie está librado? ¿Por qué la Naturaleza es tan perversa al habérnosla inscrito como una pulsión que podemos controlar, pero que no podemos evitar sentir, aunque queramos? Y ¿acaso puede haber amor sin pasión y viceversa?
Supongamos que lo único existente es la pasión y que el amor sólo es su hipócrita máscara con la que busca sublimarse (por usar un término freudiano). Me pondré más freudiano todavía, ¿sólo podríamos amar a alguien por el placer que nos causa sea su belleza o las fantasías que nos despierta? Es más, ¿finalmente amamos sólo a quien puede causarnos placer? Pero ojo: eso significaría que al ver a nuestra pareja envejecer por los años ya seriamos incapaces de amarlo (a). Me pondré más dramático, y Dios no lo quiera: ¿Qué pasaría si nuestra pareja tuviera tal incapacidad física que le impediría incluso tener una vida marital? ¿Ya no habría razón para amarlo (a)? Pero ¿cuántas parejas de ancianos se siguen queriendo aunque el erotismo ya no esté presente por la avanzada edad? ¿Cuántas parejas se conocieron sin sentirse atraídos, y quizás todo lo contrario, pero con el tiempo establecieron una relación al descubrir cuánto tenían en común o cuán complementarios eran justamente por ser tan opuestos, y sólo al final la pasión hizo su aparición? Aunque sea una vez en la vida, ¿no les ha ocurrido haberse sentido muy atraídos por alguien al que no hubieran imaginado ni en la más ingenua de sus fantasías sexuales, pero que sin embargo los deslumbró por una personalidad arrolladora o una inteligencia muy lúcida? Bien podrían decirme sobre este último caso que eso no es atracción sino admiración, que también acá las hormonas y las feromonas han jugado su papel y que ya correspondería a la pubertad, si no ya a la infancia, esos amores platónicos donde idealizábamos a tal punto a la persona amada que éramos incapaces de consentirnos hasta el más casual de los malos pensamientos. También podrían agregarme que los amores adultos siempre deben tener su dosis de pasión, porque de lo contrario las personas no han madurado emocionalmente. Pero con todo lo que pudieran alegarme, ¿acaso no sólo la pasión sino también la admiración es una forma de enamorarse? ¿Acaso no siempre es posible vislumbrar que pasión y amor no son lo mismo, aunque solamos confundirlos? Más adelante entenderán que no son ociosos estos deslindes, aunque para algunos sean muy obvios.
Pasión y amor no son lo mismo, pero son complementarios. El amor siempre tiene algo de pasión, pero no porque los afectos se serenen con los años son menos auténticos. Bueno, dicho todo esto, ¿podríamos inferir que el amor no es propiamente un sentimiento? Y entonces ¿qué es el amor?
Empezaré con unas ideas iniciales: el amor es una certeza, producto del sentido que encontremos a una relación. Y reitero dos palabras claves sobre las que profundizaré más adelante para comprender el amor: certeza y sentido. Ya sé que para algunos estas afirmaciones podrían ser perogrulladas, pero profundicemos en ellas, nunca está demás…
El amor: etimología y pinceladas históricas
Párrafos arriba decía que no era ocioso el deslinde entre amor y pasión, porque si bien ahora lo tenemos claro, aunque a veces los confundamos, es gracias a un proceso que tomó siglos para hacerlos inteligibles y categorisarlos. Es decir, muchas culturas antiguas a su manera entendían que pasión y amor eran distintos, la diferencia estaba en cuál de ellos ponían más énfasis, a qué consideraban propiamente amor…
Los antiguos griegos tenían tres palabras para referirse al amor en sus diversas manifestaciones: Eros, Philia y Ágape
Eros no nacía de la voluntad o la razón. En cierto modo era arbitrario porque invadía sin pedir permiso. Conllevaba una enorme dicha y, por tanto, era el más asociado con un rapto divino, algo muy entendible, por cierto. Pero más allá del deslumbramiento sólo buscaba el propio goce. En síntesis, el Eros era muy análogo a la pasión, tal cual la entendemos ahora. Este tipo de amor era en el que los griegos ponían más énfasis.
Philia era el amor nacido de la amistad, y por su raíz etimológica es fácil asociarlo al amor filial de hijo o al amor fraternal.
Ágape era el amor más soslayado por los griegos. Era menos deslumbrante, pero era más maduro y calmado. Ya no parecía tan divino porque costaba más esfuerzo sacarlo adelante. Ya no implicaba sólo el propio goce sino también el bienestar de la pareja, algo que a veces exigía renuncias y sacrificios.
Cabe agregar que no sólo los griegos, sino también la mayoría de culturas antiguas, el amor que más asociaban con lo divino era el Eros.
Ahora, ya anotamos que el Ágape exige renuncias y sacrificios, y no siempre nos va a hacer sentir embriagados de dicha y hay que esforzarse para sacarlo adelante. Pero ¿cómo? ¿A veces en una pareja la rutina no va desgastando aquellos sentimientos que alguna vez deslumbraron? Es más, los sentimientos pueden estar incluso en contra o, si subsisten, pueden resultar muy insuficientes para enfrentar las frustraciones cotidianas. Entonces, si no son ya los sentimientos, ¿cuál será el gran motor para que una relación persevere? La respuesta me lleva a esas dos palabras que había dejado pendientes anteriormente: certeza y sentido. Pero nuevamente dejémoslas allí…
¿Todo lo expuesto significa que hay que estigmatizar al Eros porque finalmente se basa en puro sentimiento? La respuesta es no. El Eros no es malo y si no existiera la procreación podría resultar tan odiosa que quizás ya no habría humanidad. Además, el verdadero amor siempre necesita de un fuerte empujón inicial que nos saque de nosotros mismos. Vamos: si somos racionales y no existe el combustible inicial de la pasión quizás nadie se emparejaría y casaría. Imaginen todas las responsabilidades de una relación: gastos, responsabilidades, tiempo… Claro que el miedo a la soledad puede ser un impulso, pero me aventuraría a decir que ni tanto, porque si uno comienza a analizar preferiría estar solo pues siempre resulta muy incomodo estar amoldando nuestro carácter o hasta nuestras metas personales y profesionales a los de una eventual pareja. Es por eso que necesitamos de ese rapto inicial para atrevernos a llegar a esa persona especial y, al menos al inicio, olvidarnos de todos los miedos, responsabilidades e incomodidades que una relación exige. Aunque ya sugerimos que no toda relación sentimental tiene que comenzar por la pasión. Finalmente ya depende de cada quien…
No podemos culpar a los antiguos por confundir al Eros con un estado divino. Después de todo, la pasión tiene mucho de sublime. No es propiamente un instinto animal que busca saciar sus más bajas pasiones. La pobre pasión siempre ha sido víctima de muy mala prensa, cuando ella a nuestra anodina existencia la hace trascender y le despierta un anhelo de infinito gozo y felicidad con el que incluso nos hubiéramos sentido incapaces de soñar . Cuántas veces hemos creído que ya no éramos capaces de soñar y una fuerte pasión nos lleva a superar nuestro pesimismo. El problema de la pasión es que es tan efímera como una pompa de jabón, por más maravillosas expectativas que genere. Quizás por eso muchos creen que la felicidad no existe o sólo se reduce a momentos fugaces. Pero eso no significa que la pasión sea una vil mentirosa, sino que sólo anticipa aquellos deseos que sólo podrán cumplirse en el Ágape.
Por eso tarde o temprano confirmamos que el Eros no es suficiente, por más rapto divino que nos parezca. Es allí cuando entendemos que el amor no es sólo un sentimiento y que para sacarlo adelante cotidianamente debe haber algo mucho más fuerte, porque ya no se trata sólo de nuestro goce sino también del bien del otro, y eso exige renuncias y sacrificios, no siempre agradables. Es allí cuando vemos que el amor es algo más fuerte que un mero sentimiento, es una certeza que irá consolidándose cuanto mayor sentido encontremos en una relación… Es allí cuando descubrimos que si bien anhelábamos el Eros, mucho más el Ágape. O dicho de otra forma: buscábamos el Eros cuando en realidad queríamos el Ágape, tan soslayado por los griegos… Será por eso que dicen que la pasión en sí misma es como una supernova que deslumbra sólo por un segundo hasta apagarse para siempre. En cambio, el verdadero amor es como esas estrellas que iluminan de manera tenue, pero permanente… Ya saben: el Eros es la supernova y el Ágape es la estrella…
En suma, y sin filosofar tanto, el Eros no es malo, el problema es cuando es lo único que buscamos y sólo allí nos quedamos. Es entonces cuando sólo buscamos nuestro goce egoísta y nuestras parejas se vuelven sólo meros objetos de placer y finalmente terminamos solos por más caricias que disfrutemos. Quizás vislumbramos las promesas del Eros pero las queremos realizar sólo en el propio Eros, porque aunque conozcamos el Ágape no nos es tan atractivo, pues exige responsabilidades, costos a pagar por las promesas del Eros. Repito: nadie dice que el Eros y su placer sean malos, el problema es cuando nos quedamos en él; cuando no queremos la luz sino sólo su reflejo. Es allí cuando el Eros deja de ser promesa y se vuelve espejismo.
Sin embargo, aunque no nos embriague de gozo y sea más sereno, el Ágape también tiene mucho de divino. Allí los anhelos despertados por el Eros no sólo se cumplen sino que cobran un mayor sentido. El Ágape es más calmado pero más seguro, más auténtico, más permanente y más sublime, porque ya no busca la propia satisfacción egoísta sino también la del otro, como ya dijimos, aunque eso siempre exige renuncias. Es en el Ágape cuando tenemos una mayor certeza de una relación sentimental y por eso le hallamos un mayor sentido. Es en el Ágape cuando vemos que las promesas del Eros eran ciertas.
Esto no significa que los sentimientos no cuenten. Pero una relación sentimental necesita como principales motores una certeza y un sentido para que siga perdurando, aun cuando los sentimientos no sean suficientes o, incluso, cuando sean contrarios.
Ahora, debemos aclarar que este artículo sólo pretende abordar el amor de pareja y que certeza y sentido también puede aplicarse a otras manifestaciones del amor, como a ésa que los griegos entendían como Philia, que ya merecería un desarrollo aparte… Me aventuraré a decirles algo sin fundamentarlo tanto: el amor bien entendido no es sólo motor de las relaciones sentimentales sino incluso de las mayores reformas sociales, pero ése es otro tema…
© Derechos Reservados
Bibliografía:
S.S. Benedicto XVI. Deus caritas est. México: Catholic. net, 2005.
http://www.es.catholic.net/archivos/Deus_Caritas_Est.pdf
Cortesía de la imagen:
http://nisu.blogia.com/upload/corazon%20de%20nube.jpg
Supongamos que lo único existente es la pasión y que el amor sólo es su hipócrita máscara con la que busca sublimarse (por usar un término freudiano). Me pondré más freudiano todavía, ¿sólo podríamos amar a alguien por el placer que nos causa sea su belleza o las fantasías que nos despierta? Es más, ¿finalmente amamos sólo a quien puede causarnos placer? Pero ojo: eso significaría que al ver a nuestra pareja envejecer por los años ya seriamos incapaces de amarlo (a). Me pondré más dramático, y Dios no lo quiera: ¿Qué pasaría si nuestra pareja tuviera tal incapacidad física que le impediría incluso tener una vida marital? ¿Ya no habría razón para amarlo (a)? Pero ¿cuántas parejas de ancianos se siguen queriendo aunque el erotismo ya no esté presente por la avanzada edad? ¿Cuántas parejas se conocieron sin sentirse atraídos, y quizás todo lo contrario, pero con el tiempo establecieron una relación al descubrir cuánto tenían en común o cuán complementarios eran justamente por ser tan opuestos, y sólo al final la pasión hizo su aparición? Aunque sea una vez en la vida, ¿no les ha ocurrido haberse sentido muy atraídos por alguien al que no hubieran imaginado ni en la más ingenua de sus fantasías sexuales, pero que sin embargo los deslumbró por una personalidad arrolladora o una inteligencia muy lúcida? Bien podrían decirme sobre este último caso que eso no es atracción sino admiración, que también acá las hormonas y las feromonas han jugado su papel y que ya correspondería a la pubertad, si no ya a la infancia, esos amores platónicos donde idealizábamos a tal punto a la persona amada que éramos incapaces de consentirnos hasta el más casual de los malos pensamientos. También podrían agregarme que los amores adultos siempre deben tener su dosis de pasión, porque de lo contrario las personas no han madurado emocionalmente. Pero con todo lo que pudieran alegarme, ¿acaso no sólo la pasión sino también la admiración es una forma de enamorarse? ¿Acaso no siempre es posible vislumbrar que pasión y amor no son lo mismo, aunque solamos confundirlos? Más adelante entenderán que no son ociosos estos deslindes, aunque para algunos sean muy obvios.
Pasión y amor no son lo mismo, pero son complementarios. El amor siempre tiene algo de pasión, pero no porque los afectos se serenen con los años son menos auténticos. Bueno, dicho todo esto, ¿podríamos inferir que el amor no es propiamente un sentimiento? Y entonces ¿qué es el amor?
Empezaré con unas ideas iniciales: el amor es una certeza, producto del sentido que encontremos a una relación. Y reitero dos palabras claves sobre las que profundizaré más adelante para comprender el amor: certeza y sentido. Ya sé que para algunos estas afirmaciones podrían ser perogrulladas, pero profundicemos en ellas, nunca está demás…
El amor: etimología y pinceladas históricas
Párrafos arriba decía que no era ocioso el deslinde entre amor y pasión, porque si bien ahora lo tenemos claro, aunque a veces los confundamos, es gracias a un proceso que tomó siglos para hacerlos inteligibles y categorisarlos. Es decir, muchas culturas antiguas a su manera entendían que pasión y amor eran distintos, la diferencia estaba en cuál de ellos ponían más énfasis, a qué consideraban propiamente amor…
Los antiguos griegos tenían tres palabras para referirse al amor en sus diversas manifestaciones: Eros, Philia y Ágape
Eros no nacía de la voluntad o la razón. En cierto modo era arbitrario porque invadía sin pedir permiso. Conllevaba una enorme dicha y, por tanto, era el más asociado con un rapto divino, algo muy entendible, por cierto. Pero más allá del deslumbramiento sólo buscaba el propio goce. En síntesis, el Eros era muy análogo a la pasión, tal cual la entendemos ahora. Este tipo de amor era en el que los griegos ponían más énfasis.
Philia era el amor nacido de la amistad, y por su raíz etimológica es fácil asociarlo al amor filial de hijo o al amor fraternal.
Ágape era el amor más soslayado por los griegos. Era menos deslumbrante, pero era más maduro y calmado. Ya no parecía tan divino porque costaba más esfuerzo sacarlo adelante. Ya no implicaba sólo el propio goce sino también el bienestar de la pareja, algo que a veces exigía renuncias y sacrificios.
Cabe agregar que no sólo los griegos, sino también la mayoría de culturas antiguas, el amor que más asociaban con lo divino era el Eros.
Ahora, ya anotamos que el Ágape exige renuncias y sacrificios, y no siempre nos va a hacer sentir embriagados de dicha y hay que esforzarse para sacarlo adelante. Pero ¿cómo? ¿A veces en una pareja la rutina no va desgastando aquellos sentimientos que alguna vez deslumbraron? Es más, los sentimientos pueden estar incluso en contra o, si subsisten, pueden resultar muy insuficientes para enfrentar las frustraciones cotidianas. Entonces, si no son ya los sentimientos, ¿cuál será el gran motor para que una relación persevere? La respuesta me lleva a esas dos palabras que había dejado pendientes anteriormente: certeza y sentido. Pero nuevamente dejémoslas allí…
¿Todo lo expuesto significa que hay que estigmatizar al Eros porque finalmente se basa en puro sentimiento? La respuesta es no. El Eros no es malo y si no existiera la procreación podría resultar tan odiosa que quizás ya no habría humanidad. Además, el verdadero amor siempre necesita de un fuerte empujón inicial que nos saque de nosotros mismos. Vamos: si somos racionales y no existe el combustible inicial de la pasión quizás nadie se emparejaría y casaría. Imaginen todas las responsabilidades de una relación: gastos, responsabilidades, tiempo… Claro que el miedo a la soledad puede ser un impulso, pero me aventuraría a decir que ni tanto, porque si uno comienza a analizar preferiría estar solo pues siempre resulta muy incomodo estar amoldando nuestro carácter o hasta nuestras metas personales y profesionales a los de una eventual pareja. Es por eso que necesitamos de ese rapto inicial para atrevernos a llegar a esa persona especial y, al menos al inicio, olvidarnos de todos los miedos, responsabilidades e incomodidades que una relación exige. Aunque ya sugerimos que no toda relación sentimental tiene que comenzar por la pasión. Finalmente ya depende de cada quien…
No podemos culpar a los antiguos por confundir al Eros con un estado divino. Después de todo, la pasión tiene mucho de sublime. No es propiamente un instinto animal que busca saciar sus más bajas pasiones. La pobre pasión siempre ha sido víctima de muy mala prensa, cuando ella a nuestra anodina existencia la hace trascender y le despierta un anhelo de infinito gozo y felicidad con el que incluso nos hubiéramos sentido incapaces de soñar . Cuántas veces hemos creído que ya no éramos capaces de soñar y una fuerte pasión nos lleva a superar nuestro pesimismo. El problema de la pasión es que es tan efímera como una pompa de jabón, por más maravillosas expectativas que genere. Quizás por eso muchos creen que la felicidad no existe o sólo se reduce a momentos fugaces. Pero eso no significa que la pasión sea una vil mentirosa, sino que sólo anticipa aquellos deseos que sólo podrán cumplirse en el Ágape.
Por eso tarde o temprano confirmamos que el Eros no es suficiente, por más rapto divino que nos parezca. Es allí cuando entendemos que el amor no es sólo un sentimiento y que para sacarlo adelante cotidianamente debe haber algo mucho más fuerte, porque ya no se trata sólo de nuestro goce sino también del bien del otro, y eso exige renuncias y sacrificios, no siempre agradables. Es allí cuando vemos que el amor es algo más fuerte que un mero sentimiento, es una certeza que irá consolidándose cuanto mayor sentido encontremos en una relación… Es allí cuando descubrimos que si bien anhelábamos el Eros, mucho más el Ágape. O dicho de otra forma: buscábamos el Eros cuando en realidad queríamos el Ágape, tan soslayado por los griegos… Será por eso que dicen que la pasión en sí misma es como una supernova que deslumbra sólo por un segundo hasta apagarse para siempre. En cambio, el verdadero amor es como esas estrellas que iluminan de manera tenue, pero permanente… Ya saben: el Eros es la supernova y el Ágape es la estrella…
En suma, y sin filosofar tanto, el Eros no es malo, el problema es cuando es lo único que buscamos y sólo allí nos quedamos. Es entonces cuando sólo buscamos nuestro goce egoísta y nuestras parejas se vuelven sólo meros objetos de placer y finalmente terminamos solos por más caricias que disfrutemos. Quizás vislumbramos las promesas del Eros pero las queremos realizar sólo en el propio Eros, porque aunque conozcamos el Ágape no nos es tan atractivo, pues exige responsabilidades, costos a pagar por las promesas del Eros. Repito: nadie dice que el Eros y su placer sean malos, el problema es cuando nos quedamos en él; cuando no queremos la luz sino sólo su reflejo. Es allí cuando el Eros deja de ser promesa y se vuelve espejismo.
Sin embargo, aunque no nos embriague de gozo y sea más sereno, el Ágape también tiene mucho de divino. Allí los anhelos despertados por el Eros no sólo se cumplen sino que cobran un mayor sentido. El Ágape es más calmado pero más seguro, más auténtico, más permanente y más sublime, porque ya no busca la propia satisfacción egoísta sino también la del otro, como ya dijimos, aunque eso siempre exige renuncias. Es en el Ágape cuando tenemos una mayor certeza de una relación sentimental y por eso le hallamos un mayor sentido. Es en el Ágape cuando vemos que las promesas del Eros eran ciertas.
Esto no significa que los sentimientos no cuenten. Pero una relación sentimental necesita como principales motores una certeza y un sentido para que siga perdurando, aun cuando los sentimientos no sean suficientes o, incluso, cuando sean contrarios.
Ahora, debemos aclarar que este artículo sólo pretende abordar el amor de pareja y que certeza y sentido también puede aplicarse a otras manifestaciones del amor, como a ésa que los griegos entendían como Philia, que ya merecería un desarrollo aparte… Me aventuraré a decirles algo sin fundamentarlo tanto: el amor bien entendido no es sólo motor de las relaciones sentimentales sino incluso de las mayores reformas sociales, pero ése es otro tema…
© Derechos Reservados
Bibliografía:
S.S. Benedicto XVI. Deus caritas est. México: Catholic. net, 2005.
http://www.es.catholic.net/archivos/Deus_Caritas_Est.pdf
Cortesía de la imagen:
http://nisu.blogia.com/upload/corazon%20de%20nube.jpg
44 comentarios:
Martín, has hecho un trabajo magnífico. Me gusta mucho la orientación del artículo y el desarrollo que haces de los aspectos distintos que tiene el amor de pareja. Creo, además, que esa distinción entre Eros y Ágape y las dificultades que a veces se presentan para pasar la frontera entre ellos, viene como anillo al dedo a la historia de Catulo y Clodia y creo que la explica muy bien. Catulo no pasó del eros, nunca dejó de considerar a Clodia como el objeto de su deseo y, desde ese punto de vista, no la ve como ser humano completo y con derechos. Te felicito porque es un artículo muy esclarecedor. Ya he hecho una nueva entrada y anunciado en ella este artículo tuyo. Espero que sea también un vehículo para poner en contacto a personas que tengan cosas en común. Saludos muy cordiales.
Estimada Isabel
Gracias por tus palabras. Y tienes razón, los sentimientos que Catulo tiene hacía Clodia no pasan del Eros. Es más, me atrevería a decir que en el fondo el sufrimiento de Catulo no es tanto por el amor no correspondido sino quizás más por la vanidad herida… Pero quizás eso ya sea una opinión personal. Está bien trabajada tu historia «La muchacha de Catulo». Ya terminé sus diez capítulos. Has sido muy minuciosa hasta en los pequeños detalles para recrear la vida cotidiana de la Roma de aquel entonces.
Saludos muy cordiales
Martín
Estimada Danza
Muy acertada tu apreciación y coincido contigo. Toda persona tiene cuatro facultades: inteligencia, voluntad, libertad y capacidad de amar
Inteligencia es capacidad de pensar (obvio)
Voluntad es capacidad de querer
Libertad es capacidad de actuar o no actuar (y actuamos movidos por la voluntad, por querer algo)
La capacidad de amar, que es debida a la libertad (no podemos amar en contra de nuestra libertad). Y ya vimos que el motor de la Libertad (de actuar o no) es la voluntad (el querer).
Te agradezco, Danza, porque tu interesante comentario me ha hecho repasar algunos conceptos. Te sugiero que visites el siguiente enlace, donde hallarás más ampliado lo que te he expuesto:
Y tienes razón: este tema da para más
Saludos
Martín
Otra idea, Danza, antes de que me olvide. Si detrás de la capacidad de amar está la Libertad (capacidad de actuar) y la voluntad (capacidad de querer), tanto libertad como voluntad deben estar motivados al amar no sólo por el sentimiento (muy deslumbrante en el Eros) sino sobre todo por una certeza y un sentido (más propio del Ágape). A eso apuntaba con mi artículo. Y nuevamente agradezco tu agudo comentario.
Saludos
Martín
Hola, Danza
Es decir, para ti el amor es una construcción social o ideológica, y ¿si las diversas culturas han reflejado en el fondo (con los más diversos matices, aunque a veces distorsionados) un mismo amor inscrito en la naturaleza de todo hombre de toda época y lugar? Y ya no hablo sólo del amor de pareja sino del amor en general.
Quizás podrías criticar mi comentario como demasiado esencialista, pero es que ¿acaso el amor no sería algo que estuviera más allá de una simple construcción ideológica y cultural? Sólo dejo la pregunta abierta, pues tampoco me creo dueño de la verdad.
Y por si acaso, ese link me pareció interesante sobre todo por su contenido, y si bien yo tengo mis propias ideas tampoco me considero un fundamentalista… =)… Este blog está abierto a personas de todo credo, convicciones o ideologías, que también tendrían reflexiones muy valiosas que aportar sobre este tema…
Y la «certeza» a la que apunto creo que es algo más que aquélla en la que quieres despertarte todos los días al lado de la persona amada. La tuya es sin duda una aproximación interesante, en la que sin embargo habría que ahondar un poco más... =) Aunque la mía es sólo una opinión… Pero gracias por tus comentarios, Danza…
Y como bien dices: tanto se ha hablado del amor que, finalmente, este artículo sería sólo un grano de arena
Saludos
Martín
Hola Martín. He visto que en Perublog apareces en el ranking de los mejores artículos por éste post. Me causa mucha alegría y te felicito. Saludos cordiales.
Me halaga mucho el que te hayas percatado de mi posición en el ranking de Blogs Perú. Aprecio mucho el gesto, en serio…
Saludos muy cordiales
Martín
Sí, el Blog de Isabel es excelente, también me gusta mucho.
Tu desarrollo del tema merece también felicitaciones.
Gracias, Magda, tus comentarios siempre son un estímulo, y me alegra que también te guste el blog de Isabel. Su narración está muy bien documentada históricamente.
Un cordial saludo
Martín
Yo creo que el amor - y todo lo demás en la vida adulta - tiene que ver con las experiencias infantiles, con mamá y papá.
Estupendo texto, Martín. Y gracias a Isabel por sus aportes y comentarios inteligentes.
Un abrazo,
Coincido contigo, Erika, el amor tiene que ver mucho con las experiencias infantiles. Los padres son nuestro referente más importante al momento de establecer una relación de pareja. Y sí: los aportes de Isabel son muy buenos. Y más cuando nos esclarece las diferencias entre Eros y Ágape a partir de sus personajes Catulo y Clodia. Te recomiendo que visites el blog de Isabel para que sepas de qué trata su blogonovela histórica. Y me alegra saber de ti después de tanto tiempo.
Saludos
Martín
Hola martín, vine a verte. Veo que sigue muy animado el debate sobre el amor. Un tema que nunca deja de interesar y de hacernos sentir e, incluso a veces, pensar... Saludos cordiales.
Hola, Isabel
Tienes razón. En realidad el amor es un tema que siempre dará qué hablar porque nos apela a todos. Finalmente todos sólo podemos tener algunas aproximaciones hacía él, desde nuestras propias opiniones y experiencias; aproximaciones que podrán ser complementarias pero que nunca podrán agotar este tema.
Saludos
Martín
En esta noche de insomnio ando vagando por los blogs y me encontré con esta joya. Un interesante blog. Felicidades.
Bueno, algo debo añadir a tu Post. Que no eran tres, sino cuatro tipos de amor lo que los griegos tenían. Los tres que mencionas, más STORGUÉ que significa el amor a la familia.
El amor ágape yo lo he conceptuado de una manera más sencilla: es un amor basado en principios. Es un amor racional, justo como Erich Fromm lo idéntifica en su libro "El arte de amar". Es una amor que necesita de la voluntad razonable.
Soy de la opinión que este tema es complicado. Siempre hay diferentes filosofías. La mía es que el amor no se debe analizar, simplemente sentir y vivir. Y me parece el acertijo más complicado que nunca lograremos decifrar.
Te he añadido a mis favoritos. Seguro volveré.
Saludos
Tienes razón, Guinevere, el amor es algo muy complicado para analizar, y lo más que podemos hacer es ensayar algunas aproximaciones. Ahora, en la bibliografía que consulté el Storgué no figuraba, pero era lógico que tuviera que existir en la lengua griega. Así como había un Eros (pasión), un Ágape (amor que no es egoísta o de principios, como bien dices) y un Philia (amor de amistad), con mucha más razón tenía que haber algún vocablo que designara a un amor tan importante como el de la familia, el Storgué. Sinceramente, muchas gracias por tus aportes, Guinevere.
Y «El Arte de Amar» de Fromm es una de esas obras que tengo pendiente y que algún día quiero leer.
Un abrazo
Martín
y pensar que me quedé en la imagen...
el amor es tan efímero como una nube???
o tan bello como la ilusión??
Veo que el tema del amor propuesto por Isabel sigue dando mucho de si. Yo ya di, aunque de manera muy resumida, mi opinión, pero después de leer tu extenso y minucioso artículo sobre el tema y de leer también los comentarios, me reafirmo en mi creencia de que el amor es un sentimiento complicado, quizás del que mas se habla y del que al final casi nadie se pone de acuerdo pues siempre aparecen matices nuevos dado que cada persona lo ve a su manera.
Ahondando en el tema, voy a aportar otro dato que creo hay que tener en cuenta. Como dije en el blog de Isabel, el amor va acompañado de otros sentimientos no muy recomendables y entre ellos hoy citaré el egoísmo. Se tiende por regla general a exigir a la persona amada la misma medida de amor que se le entrega y esta exigencia que lo mismo se utiliza en el amor de pareja como en el de cualquier relación familiar suele ser uno de los motivos de ruptura en el amor ya que calibrar la medida del amor es muy difícil pues no es la misma para todo el mundo y además creo que al amor no se le debe de exigir nada, se da o no se da, se tiene o no se tiene, pero sin exigencias ni imposiciones.
Este dato se podría desarrollar mucho más, pero no quisiera alargarme demasiado en un comentario, así que finalizaré felicitándote por tu artículo que es muy bueno y esclarecedor.
Un saludo
Estimada Cheqa
Interesantes las preguntas que la sola imagen de este post te evocó; preguntas que invitan a reflexionar.
Te confieso que me demoré en escoger esta foto porque quería elegir una que expresara lo que quería decir en el título. Y eso puede parecer sencillo pero en realidad no lo es tanto…
De pronto se me ocurre que observar esa foto podría motivar a que surjan más impresiones sugerentes como las tuyas.
Saludos cordiales
Martín
Estimada Leo
Coincido contigo, el amor es complicado y hasta un misterio. Han pasado los siglos y siempre hay nuevas cosas qué decir. Y es verdad que es muy difícil ponerse de acuerdo, lo más que podemos hacer es dar nuestras propias aproximaciones desde nuestras opiniones y experiencias; aproximaciones que bien podrían ser complementarias (aunque esto creo que ya lo dije en comentarios anteriores).
Otras reflexiones que me sugieren tus comentarios, y en las que tal vez podemos coincidir, es que una persona no por ser poco efusiva quiera menos a su pareja. Quizás por diversos factores en su historia personal le cuesta exteriorizar afecto, que sin embargo lo demuestra de otras formas: en acciones o renuncias concretas (sobre todo esto último, que es lo que más sacrificios demanda). Y las acciones o renuncias por nuestra pareja pueden significar más mérito en el amor que todas las caricias del mundo. Y esto no significa que mostrar efecto no sea importante. Tú no sabes como yo, como todo humano, cuán inconsecuente me descubro a veces en hacer renuncias hacia mis seres queridos, así que tampoco me siento el más autorizado para hablar al respecto, pero por más imperfectos que seamos y por más que nos cueste superar nuestros egoísmos, al menos hay que saber hacia adónde apuntar. Y si bien no me considero el más autorizado, sólo quise compartirles algunas cosas que estuve madurando sobre un tema que, como bien apuntaste, es tan complejo.
En realidad, apreciada Leo, muchas otras reflexiones me sugiere tu comentario, y sólo me resta agradecerte por tus interesantes aportes.
Saludos cordiales
Martín
Que buen artículo, sobre el amor de pareja, acercarnos al Eros, no es lo mismo que acercarnos a la ternura y ese otro sentir del corazón.
Pasión y amor van tomados de la mano y no son lo mismo, eso creo, eso siento, ya que el amor permite la aceptación, la pasión es un estado que al combinarse con el amor ùede ser muy gratificante. La pasión separada del amor produce sólo placer, sin intercambio sentimental sino con atracción.
El amor todo lo da, a veces sin epserar nada, es sublime, generoso, el verdadero amor no es egoísta, se comparte.
Personalmente creo que la pasión es un don, así como el amor, y no existe una sin la otra, si pueden existir separadas pero en un momento dado se unen para complementar al ser humano, a la pareja.
No creo que amemos solo a alguien que nos brinde placer porque más allá de la piel y los sentidos hay muchas otras cosas, las finidades, los gustos, las conversaciones, hay muchas otras cosas por compartir. La pasión se agotaría y nos dejaría vacíos.
El amor crece o se agota, pero no quiere decir que no podamos amar o dejaríamos de amar a laguien sólo porque no nos proporciona placer, si existen otras cualidades en el ser humano que llena esos pequeños vacíos de nustra existencia. Los detalles, la sonrisa, una mirada, la coquetería, pequeñas cosas que se hacen grandes cosas y que hacen del amor un sentimiento que vale la pena sentir.
Yo soy piel, pasión, pero soy ante todo una mujer con sus cualidades y defectos, con la pasión encendida y sé que hay más allá de eso, el sentimiento, la belleza de saberse importante para alguien, no por lo que le puedes dar sólo pasionalmente, sino por lo que eres.
Y claro que la admiración y lo que nos llama la atención de laguien es una forma de anmoramiento, por allí cominza todo, por la empatía y la atracción.
Terminado de ler tu artículo, me qudda la certeza de querer el amo ágape en mi vida y me doy cuenta que los hombres buscan el amor Eros en su vida...
Estimada Enigmática
Frente a tu interesante comentario no me resta más que decirte que coincido contigo plenamente. Sólo cabría agregar, y no sé si coincidamos, que tanto hombres como mujeres anhelamos el Ágape, y que el Eros sólo es un medio para alcanzarlo. Es más, y creo que esto ya lo apunté, creemos que anhelamos el Eros cuando en el fondo, y aun sin muchas veces saberlo, anhelamos el Ágape… Pero en líneas generales, apreciada Enigmática, estamos plenamente de acuerdo. Y muchas gracias por tu valioso aporte.
Saludos muy cordiales
Martín
Hola Martin,
Te felicito por el artículo.Muy ilustrativo en el desarrollo de la evolución que el amor ha tenido en el imaginario personal del hombre a lo largo del tiempo.
Yo le he dado muchas vueltas a ese tema y a veces pienso que conceptualizar sobre el amor es como querer asir el agua usando solo las manos.Una costumbre por demás inútil.
Que bueno que hayas entablado nexos con Leo e Isabel.Me alegro por eso y sé que toda esta comunicación va a redundar en beneficios para todos.
Un abrazo
Schatz
Hola, Schatz
No sabes cuán agradecido te estoy por haberme sugerido los blogs de Isabel y Leo. Definitivamente tienes un muy buen gusto en materia de blogs. Y, como bien apuntas, también espero que estos lazos de amistad vayan estrechándose cada vez más entre todos nosotros.
También de comparto que he aprendido mucho de todas las personas que se han animado a dejar sus comentarios. Y estoy muy satisfecho en ese sentido. Es una dinámica de retroalimentación: uno no sólo escribe sino también aprende mucho de las apreciaciones de los demás. Y no sé si coincidamos, pero nunca está demás reflexionar un poco sobre el amor, hallarle nuevos matices, sin pretender, como bien dices, asir el agua con las manos.
Un abrazo
Martín
Saludos, Martín, como siempre es un placer visitar tu excelente blog, el cual me había negado desde hace meses, ya que he debido atender otros asuntos relacionados con mi carrera artística, verás, como en cualquiera de nuestros países latinoamericanos, el ejercicio de cualquier manifestación artística, solo por amor, es a veces insostenible -a no ser que tu familia sea adinerada y puedas viajar a Europa o rentar una buhardilla en Nueva York y posar de artista para la prensa nacional, jejejeje-; aunque debo confesar que pintar y dibujar me producen una gran alegría y lo disfruto mucho.
Pero bueno, quería dejarte dicho que me encantó muchísimo tu publicación sobre el amor de pareja, y su distinción básica, proveniente de la cultura griega, que es la que se maneja también en el cristianismo, especialmente gracias al vigoroso impulso del asombroso Pablo de Tarso.
En efecto, si vemos de manera global el mensaje divino judeo-cristiano relacionado con el amor, aplicandolo a las relaciones de pareja hombre-mujer, en todo el antiguo testamento y de manera más clara en el nuevo, se ensalzan las virtudes del amor ágape a tal punto, que se pone identifica a este con el ideal del amor completo, perfecto, integral. Estas referencias las encontramos incialmente en el libro del Génesis, mediante el relato de las vidas de los patriarcas, los cuales según los usos de la región eran polígamos, pero siempre estaba presente la distinción entre el amor ágape sostenido entre el patriarca y su esposa, a diferencia de las relaciones amorosas mantenidas con sus esposas secundarias -creo que el término concubinas no aplica en este caso; no estoy muy seguro. En la ardua labor legislativa adelantada por Moisés se dan referencias muy claras con respecto a lo que estaba aceptado por Dios, contrario a la costumbre: no desearás a la mujer de tu vecino, aunque el cuerpo legal resultante (la Thorá es tolerante con la poligamia y contempla un mecanismo expedito de divorcio, la famosa "carta de repudio", que el varón y no la mujer, daba a su cónyugue, de tal modo que en el término de un día esta debía volver a la casa de su padre, con la deshonra del nombre familiar conllevante. Un sistema muy duro, en definitiva, para la mujer, que durante mucho tiempo trascendió el mensaje del Nuevo Evangelio y ha llegado hasta nuestros días.
Ahora bien, durante el antiguo testamento se ve cómo Dios respalda el amor ágape y señala las consecuencias desafortunadas de las relaciones basadas en el amor eros, caso patético que ilustra esta afirmación es el incesto de los hijos del rey David: Amnón, hijo de una de las esposas de David, siente tan violenta pasión (eros) por su medio hermana Tamar (hija de otra esposa de David), que incluso enferma y languidece. Mediante una estratagema Amnón la coloca en tal situación que finalmente la viola. Ahora bien, dice el relato que después de violarla "(...)la aborreció -Amnón- con tan gran aborrecimiento, que el odio con el que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado. (...)" 2 Sam. 13:15. Esta violenta historia termina con el ajusticiamiento de Amnón, quien fué asesinado por Adonías, hermano mayor de Tamar y heredero al trono, dos años después en el transcurso de una fiesta hecha por el vengador para todos los hijos del rey. Adonías huye y seis años después usurpa el trono de su padre. ¿Y cuál es el origen de esta tragedia familiar? El amor erótico experimentado por David muchos años antes por Betsabé, mujer de uno de sus generales, contra quien el rey conspira para que muera en la guerra y poderse así quedar con su esposa. La historia completa está en 2 Sam. 11, y la opinión de Dios al respecto la encontramos en la amonestación que Él envía por medio del vidente Natán al rey (2 Sam. 12:10-12). No obstante, el corolario de esta historia, amén del perdón y misericordia de la divinidad, es que el amor ágape construído entre Betsabé y David trae como fruto el segundo rey más famoso de Israel: Salomón, hijo de estos dos personajes... -una digna historia de una obra trágica griega, ¿eh?.
Durante el Nuevo Testamento y desde el mismo Jesús, es evidente la total aprobación del amor ágape por parte de Dios, en afirmaciones tan radicales como la ampliación del mandamiento de no desear la mujer del vecino: dice que hay pecado no sólo teniendo relaciones sexuales con ella, ante Dios basta desear con el corazón a la mujer ajena para ser reo del mismo delito. El mensaje es también muy claro en favor al amor ágape, ya que Jesús recuerda que en el principio Dios creó al hombre y a la mujer para ser esposos, ojo: no al hombre y a las mujeres o al contrario, aclarando que por la dureza del corazón del hombre se había tolerado hasta ese momento la poligamia y el repudio o divorcio legal. En otras palabras -y es lo que podemos evidenciar en las cartas de los apóstoles a las iglesias, especialmente las escritas por Pablo, el mensaje sería más o menos así, si se me permite parafrasearlo: que Dios considera el amor ágape como el amor ideal, que reconoce la existencia del amor eros pero que no lo aprueba debido a su futilidad, irresponsabilidad y por las consecuencias que lleva aparejadas, generalmente desastrosas para el individuo y el cuerpo social -a la familia como núcleo y base de este último-, que también reconoce la dificultad y esfuerzos que conlleva construir una relación ágape pero que los beneficios a mediano y largo plazo de esta relación son, sin duda tan buenos, que vale la pena intentarlo, ya que el individuo crece como persona, madura y aporta a la construcción de un sano tejido social. Por no alargar este comentario, podría anotar aquí que generalmente los hijos de parejas estables tienden a establecer relaciones estables y maduras emocionalmente, además que las economías familiares de estas familias son también muy sólidas y algunos son, inlcuso, ricos. Lamentablente los hijos de familias mononucleares o de "padre soltero" tienden a establecer relaciones tormentosas, pasionales, intensas pero efímeras, y a cambiar cada vez más rápido de pareja, sufriendo en su búsqueda de aquel amor ideal que parece huir de ellos cada vez más, padeciendo las consecuencias de sus errores en su búsqueda y llevando tras de sí el sino de no querer repetir la historia de sus padres... que generalmente pareciera están condenados a duplicar.
Estoy de acuerdo en la observación de Danza en el sentido de considerar también la voluntad como elemento esencial en la relación, pero me considero más que satisfecho con tu muy bien sustentada explicación a favor de la certeza y el sentido, básicos en la construcción del amor ágape. Tal vez lo más bonito del amor ágape, y lo que cuesta más, es que uno no sólamente disfruta a otra persona -que es hasta donde llega el amor eros-, sino que también se vé uno en la situación de renunciar a sí mismo, al reconocer las diferencias del otro y acpetarle tal como es, de tal modo que en una relación ágape madura, la pareja actúa como si fuera una sola persona, de tal maravilla se complementan esas dos individuales en base de sus diferencias. esto no excluye, por supuesto, los problemas de la vida cotidiana ni los inevitables enfrentamientos de pareja, necesarios en el proceso de maduración y construcción del amor ágape.
Ya para terminar -y por que definitivamente este tema dá para mucho muchisísimo más-, me gustaría dejar apuntado que de acuerdo a la revelación judeo-cristiana Dios es el amor personificado: son tres personas unidas en una sola -uno de los objetos del ágape-, por medio del sacrificio universal de Jesús todo aquel que en Él crea se vuelve hijo de Dios -mediante la figura de la adopción-, por lo que Dios pasa a mantener una relación filial con sus hijos y aquellos entre sí -como hermanos- y con Dios -como su padre- y que finalmente, después del Milenio, Jesús, hijo unigénito de Dios, será desposado con su novia la Iglesia -un solo cuerpo espiritual conformado por todos los creyentes en todas las épocas-, consumandose así el amor ágape. Resumiendo, Dios como amor es la síntesis del mismo en sus tres manifestaciones principales: eros, ágape y philos.
Saludos -¡¡¡y perdona lo extenso de mi "comentario"!!! ^_^
Mi estimado Altayre
No hay nada que perdonar, por el contrario, te agradezco tu gran aporte, que más que un comentario es todo un post y bien sustentado, dicho sea de paso.
Y con respecto a Danza, estoy plenamente de acuerdo con ella y le estoy muy agradecido por haberme recordado la importancia de la voluntad, pero ya algunos comentarios más arriba he hecho un desarrollo al respecto. He leído tu ensayo comentario, pero debo leerlo nuevamente pues es para interiorizarlo y, así, compartirte más reflexiones que me pueda sugerir.
Un abrazo
Martín
¡Changos, casi lo olvido! Me perdonarás, Martín, que le haga una pequeña adición a mi extenso comentario anterior, pero es que hay un dato curioso muy interesante en la Biblia, con respecto al amor ágape: en la Biblia, cuando se refiere a que los esposos hacen el amor, pone: y fulanito se llegó a su esposa y la conoció, y concibieron un hijo; contrario a como alude las relaciones sexuales antes o fuera del matrimonio, fruto del amor eros: fulanito se llegó a fulanita y durmió con ella, o bien se acostó con fulanita.
Ahora bien, siempre pensé que esa distinción era o arbitraria o teñida de prejuicios morales por parte de los traductores, pero cuál sería mi sorpresa cuando descubrí que tanto en el arameo como en el griego, los idiomas principales en que fué escrita la Biblia, se utilizan estas palabras, diferenciando de este modo -según me explicaron-, ambos tipos de relaciones sexuales, subrayandose así las relaciones ilícitas de las lícitas, según la ley mosaica. Bueno, eso está bien para el AT, pero, ¿por qué el uso en el NT? Por la misma razón, podría decirse, pero sobre todo por una más poderosa: para mantener intacto el mensaje revelado por la divinidad con respecto a la relación que Dios desea establecer con el hombre.
Para comprenderlo mejor, diré a vuelo de pájaro que la palabra conocer, tal y como está usada, tiene connotaciones sexuales y alude a las relaciones sexuales de pareja mantenidas en una relación ágape. Pero en los pasajes en que Dios invita y llama a los judíos primero y luego a toda la humanidad a través de Jesús, utiliza la misma palabra: Conózcanme a mí, dice más o menos... y con la misma significancia.
¡Horror de horrores! ¿Significa esto que la divinidad desea tener relaciones sexuales con sus creaciones humanas? De ningún modo. Dios desea que establezcamos una relación tan íntima, tan madura, tan plena y tan satisfactoria con el hombre, del mismo modo en que se tiene con el cónyugue: esa intimidad especial, esa compenetración, en fin, esos lazos tan profundos cuya expresión más completa se dá durante la relación sexual, en la cual, según la visión judeo-cristiana, el hombre y la mujer se vuelven una sola persona. ¿Recuerdan la oración de Jesús durante la última cena de Pascua, momentos antes de su captura por la traición de Judas? En esa oración, transcrita en el evangelio de Juan, se encuentra el siguiente pasaje: "Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te hé conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, (...)" Juan 17:25-26a, y unos versículos más arriba Jesús habla de la unidad de Él y el Padre en la divinidad y de cómo desea que esa misma unidad sea entre Dios y los creyentes (Juan 17:21-22 y ss.).
Bueno, las declaraciones de la divinidad en ese sentido son muy extensas: Dios afirma siempre en el AT que es "Dios celoso" -y en el sentido marital- con su pueblo Israel y por extensión con la Iglesia, y compara el abandono de su culto por parte de su pueblo a la infidelidad conyugal, diciendo que Israel -o la virgen hija de Sión, etc- se encuentra fornicando y adulterando con "otros dioses que sus padres no habían conocido", y alude a su amor por su pueblo haciendo analogías al amor ágape del esposo a la esposa, y cosa inaudita, poniendose Él en el lugar del marido burlado o "cornudo". Hay pasajes muy lindos por su lirismo en el cual describe su amor eterno a su pueblo infiel, el dolor que experimenta por la traición conyugal y la promesa de perdón a aquellos que vuelvan al conocimiento de Él.
Bueno, quería compartir contigo y tus selectos lectores esta definición de amor, espero me perdones primero no haber visitado tu blog tan a menudo como solía hacerlo y segundo, que cuando lo hago, inserte sendos comentarios a tu muy buena publicación sobre lo etéreo del amor.
Saludos desde Colombia y cuídate mucho, Martín.
Estimado Altayre
La verdad es que los temas que abordas son propios de la Exégesis Bíblica, que, según entiendo, es toda una rama de la Teología. Es decir, es un tema bien erudito donde para traducir una palabra en su sentido original hay que conocer todo un contexto histórico y social. Y como bien sabes, hay muchas traducciones de la Biblia y los católicos y diversos credos evangélicos y protestantes tienen su propia exégesis y no siempre se ponen de acuerdo (en general, no es fácil llegar a un consenso en materia de Religión). Pero cada uno tiene derecho a tener sus propias opiniones y, en un clima de tolerancia como el que aspiro a generar, al menos debemos de tratar de entender la posición del otro.
En ese sentido, siéntete como en tu casa y en la libertad de explayarte todo lo que desees. No tienes de qué disculparte. Tus comentarios son bien desarrollados y se ve que te han costado tiempo y esfuerzo, algo que aprecio mucho, Altayre. Y por eso te agradezco mucho los aportes que nos compartes, tanto a mí como a los demás lectores que se animan a visitar este espacio. Yo siempre estaré gustoso de acoger en este pequeño foro las opiniones de cualquier credo o ideología, siempre que se guarde el decoro, por supuesto.
Dame algo más de tiempo para analizar tu texto como se merece. Ahora me has sorprendido algo apurado.
Un abrazo
Martín
Martín, sólo un breve saludo porque estoy fuera de casa. Volveré a leer con detenimiento, porque veo que hay varios comentarios muy sabrosos que no me quisiera perder. Sólo quería decirte que sigo pendiente de tu blog y tus contertulios. Un abrazo.
Hola, Isabel
Realmente se ha originado un intercambio virtual muy interesante. Todos los visitantes han dado aportes muy valiosos desde sus propias visiones, de las que he aprendido mucho. Y muchas gracias por estar pendiente.
Saludos muy cordiales
Martín
Caigo hasta aquí desde el mismo atrio que te incitó a escribir esta última entrada. como detesto mentir, y no tengo tiempo ahora, me llevo la otra mitad para leerla más tarde. Simplemente quería decir que sin haberlo recibido, recogeré el guante, con algún escrito sobre el amor, en breve.
Felicitaciones a los dos, sobre todo por seguir alimentando esa inmensa minoría que somos, amantes de las letras, e inconformistas.
Un saludo.
Hola, Sergi
Estaré atento para cuando recojas ese guante. Me gustaría leer qué tienes que decir robre el amor. Y qué gusto conocer a otro inconformista que guste de las letras… =)
Un abrazo
Martín
Celebro en encuentro entre vosotros, martín y sergi bellver. Ambos disfrutáis de plumas agudas y profundas. Un beso a ambos.
Estimada Isabel
Antes que nada quiero disculparme por la demora en responderte. Acá en Lima hubo problemas con el servicio eléctrico. Sólo quería agradecerte por tus siempre generosas palabras. Realmente son un gran estímulo. Y tienes razón: Sergi tiene una muy buena pluma. Estuve visitando su blog y me pareció muy agudo su post titulado «Comentarios sobre literatura y crítica VIII». Llama a reflexión. Aunque tengo que regresar para leer sus otros escritos.
Más bien, Sergi ha apuntado que recogerá el guante de tu propuesta para escribir sobre el amor, escrito que espero con mucho expectativa.
Saludos muy cordiales
Martín
la verdadera unión de espíritus no puede ser etérea
Hola, Mameri
Plenamente de acuerdo contigo, y esa unión de espíritus en el amor se llama comunión. Muchas gracias por tu aporte
Saludos cordiales
Martín
Hola Martín, pasé a saludarte y agradecerte tus visitas y aportaciones. Saludos muy cordiales.
No hay nada que agradecer, estimada Isabel, siempre es un placer para mí dejar comentarios sobre algunas ideas que me sugieren la lectura de tu interesante blog, del que estoy aprendiendo mucho
Saludos
Martín
Veo que no actualizaste ¿es que estás de vacaciones?.
Un abrazo y espero tu vuelta.
Hola, Leo
No es que esté de vacaciones sino que mi maestría comienza este lunes y debo terminar algunas lecturas previamente. Pero espero darme un tiempo para actualizar un día de éstos
Saludos
Martín
Hola, hoy he descubierto tu Blog. Me ha gustado mucho; te visitaré.
ANIMO Y ADELANTE
Saludos!!!
Hola, José
Gracias por darme ánimos. Creo que es primera vez que me visitas. Bienvenido seas.
Saludos
Martín
Martín, un placer leer un artículo tan interesante, comparable con el hermoso ensayo "El arte de amar" de Erich Fromm. Tus ideas de certeza y sentido para comprender al amor, me hicieron recordar la idea de Fromm de que el amor verdadero necesita: responsabilidad, respeto, cuidado y conocimiento. De ahí que algunos autores se refieran al amor como un acto de voluntad.
Me encantó la parte donde hablas del amor como ágape, porque si bien existe eros y philia y son importantes, la visión de ágape es la que me parece más enriquecedora y dificil de lograr más no imposible. Me hizo recordar una frase de Saint Exupery que me parece hermosa y que es citada en un hermoso libro llamado Vivir, amar y aprender de Leo Buscaglia. S. E. dice: "El amor es guiar gentilmente al otro hacia su propio conocimiento" Si vemos la definición de ágape vemos que S. E. no andaba tan perdido.
Si los seres humanos pudiésemos aplicar en nuestra vida diaria estos conceptos el mundo sería mejor.
Un gusto ver que los autores dediquen sus tiempos a hablar de temas tan importantes.
Saludos. Hilda
Hola, Martín: felicitaciones por este artículo, pero no te digo nada nuevo: todos tus artículos son muy exhaustivos y siempre los desgranas desde todos los puntos de vista posibles.
Isabel Romana me encanta por su escritura, de una sencillez nada sencilla, pues basta leerla para percatarse que tras la aparente sencillez escribe con 'arte y sin artificio'. Esto es algo que yo ya le comenté a ella.
He encontrado pocas personas, si no es ella la única, que en mis Retahílas 'siempre' llega al fondo de lo que expreso en mis textos de amor. Es increíble su capacidad para llegar al trasfondo de lo que yo escribo por muy enrevesado que sea, ella entiende lo que expreso(y de lo que escribimos sobre estos temas).
Bien, elogios merecidos aparte para ti como ensayista y para ella como escritora, te daré mi modesta opinión.
En mi versión del amor por la pareja, cuando yo escribo, casi siempre trato la vertiente del 'desamor'. Trato de entender los mecanismos del 'amor perdurable' buscando respuestas en el 'amor no perdurable'. Es una peculiar forma la mía de buscar respuestas -témome que no las haya- porque la esencia misma del amor verdadero se haya en la individualidad.
Si me preguntas a mi, yo te contesto: el amor es darlo todo sin pedir nada a cambio; el amor es no tener nunca que decir lo siento, y así te soltaría frases, y no llegaríamos a parte alguna.
'Amar al prójimo como te amas a ti mismo', según nuestra religión. Cierto. Y entre amar al prójimo y amar a una sola persona que se convertirá en el eje de nuestra vida no hay más diferencia que la abismal e insondable ceguera pasional.
Científicamente, el amor comienza como atracción química, ¿mal llamada pasión? Si esa atracción sólo sirve para mantener la especie, vamos mal. De ahí no sale amor auténtico, amor real.
Si nos enamoramos por la personalidad quizá logremos llegar a la duración del amor. Y aquí entro en el debate de otro de los puntos que tú ya señalas. Otra arista en la cual profundizar, Martín.
Química según la Ciencia, eso dicen que es el amor. Y explicaría que nos enamoremos de quien no debemos o no nos conviene.
Personalmente, para mi el amor es el sentimiento que mueve al Mundo en todas sus facetas; todo nace y muere desde el mismo instante en que sentimos nacer y crecer la chispa del amor por otra persona.
Luego, cada cual, por su experiencia, te contará una cosa diferente. Y es que, parece que no hay mayor 'dislate' que estar enamorado y a la vez, mayor 'felicidad'.
La frase, 'Hasta que la muerte nos separe' sólo hallará resultados cuando el entorno de la pareja y sus circunstancias hagan que ese amor -iniciado de forma errónea o acertada-, sea libre de amarse o dejarse de amar. Sin las circunstancias adversas nada se fortalece, pero sólo cuando llegan desde el centro de la pareja; cuando llegan como influencias ajenas, el amor se desmorona o se enfría.
Yo creo en mi amor, no puedo estar segura del amor que sienten por mi. No sé si me explico...
En fin, Martín, hermoso debate con mil y una aristas que tocar. No se puede tener mejor tema y más material para escribir un libro de ensayo que sobre este tema. ¡Anímate!
Espero que mis intentos por dejar mi personalísima opinión del Amor te haya dado algún otro punto de inflexión y podamos seguir reflexionando sobre ello. Porque no se trata de 'sentar cátedra' ni estamos nadie en posesión total de la verdad. La verdad la hacemos nosotros, al igual que hacemos el Amor o el Desamor, así, en mayúsculas.
Ay, cuántas cosas me dejo sin escribir, pero estoy abusando de espacio... me quedo con la impresión de que no he dicho nada nuevo.
Felicitaciones de nuevo por este y todos tus artículos. A mi también me gusta este género, pero en mis blogs trato más la literatura romántica -me siento algo encasillada por mis lectores-,o hablo de Literatura, sin más.
Que pases buen domingo de Resurrección, Martín.
Un abrazo, amigo.
Alicia (Puri)
Hola, Alicia (Puri)
Qué bonito ensayo-comentario me has obsequiado en este blog. Gracias !!
Es verdad, Isabel Romana escribe con mucha sencillez. Y ese detalle habla de una gran destreza. Aunque parezca mentira: escribir con sencillez requiere de mucha experiencia y talento.
Ahora, me parece muy acertado que empieces por el amor no perdurable (usualmente asociado a la pasión o lo que aquí se califica como eros) para analizar al amor perdurable (asociado con lo que aquí se califica como ágape)
Por otro lado, hablar de la esencia del amor es complejo porque finalmente es un misterio, aunque más que a un sentimiento (que también está implicado) lo vincularía con la certeza y el sentido; más que a una individualidad lo vincularía con una comunión (que en el amor de pareja ya se refiere a dos personas)
Además, sí estamos de acuerdo en que entender el amor como una atracción química (como una cuestión de hormonas o feromonas) es tener una visión muy reduccionista del amor. Y por eso coincidimos que de allí no sale el auténtico amor.
Y tienes razón: no se trata de sentar catedra; este tema es hermoso y complejo y tiene muchas aristas
Y jamás abusas de mi espacio, con lo valiosos que son tus aportes, ¿cómo puedes decir eso?
Y feliz Domingo de Resurrección también para ti
Saludos
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