miércoles, septiembre 10, 2008

¿La envidia es una vocación desdibujada?

Fuente: monitos.pcelectronica.cl

Por Martín Palma Melena

Recientemente disfruté de la película Fuga (Chile, 2006). Y me hizo pensar en lo tan diferentes como complementarios que en un arte pueden ser tanto sus académicos o críticos como sus genios. Y ya entenderán por qué…

II

Wolfgang Amadeus Mozart y Antonio Salieri suelen ser recordados como dos rivales paradigmáticos no sólo en la música sino quizás ya en el arte en general: sea por las leyendas que en torno a ambos se han tejido; sea por la personalidades que a ellos les imprimió una cinta como Amadeus (U.S.A, 1984), en la cual sin embargo las licencias creativas bien podrían no escasear.

Sin embargo: analicemos a Mozart y a Salieri no como personajes históricos; analicémoslos más bien como dos paradigmas (o dos perfiles, si se quiere) que siempre se encarnarán en diversos personajes y tiempos y lugares y disciplinas. Y para ello tratemos de imaginar cómo Mozart y Salieri serían percibidos hoy en día.

III

En los tiempos actuales, ¿Salieri cómo sería visto? Sí tendría talento. A su arte (en este caso la Música) lo sabría apreciar y lo cultivaría hasta con devoción, o sea: él podría entender muy agudamente a su actividad no sólo como un oficio sino además como una pasión; podría entender que debe no sólo ser competitivo en el mercado sino además trascender.

Aunque para trascender, este Salieri contemporáneo podría suponer que debe no sólo cultivar su disciplina; que debe asimismo aprender a marketearse y a moverse en y adaptarse al sistema, y para eso desarrollaría dotes no sólo de artista sino también de político y/o de lobista y/o de burócrata y/o de gerente y/o de relacionista público y/o de promotor y/o de diplomático y/ o de figura mediática y/o de arribista social y/o de adulón refinado hacia el poder, incluso quizás político (recordemos: el Salieri histórico llegó a ser compositor en la Corte Imperial de Viena, puesto que probablemente ocupó no sólo por su vocación musical…)

Sin embargo, por estar dentro de este perfil y por traslucir algunas de estas cualidades y defectos, él no necesariamente estaría condenado ya a ser un tipo siniestro: no olvidemos, ya en general, nuestras cualidades nos harán buenos o malos según como las orientemos. Por ejemplo, en el siglo XXI, nuestro Salieri podría ser muy carismático y tener gran capacidad de empatía, caracteres que podrían convertirlo en alguien muy conectado en los círculos o gremios adecuados (algo no malo en sí mismo); pero también en alguien dispuesto a venderle su alma al diablo no sólo para mejorar su arte sino para también acrecentar su influencia…

Al menos, entendido como un perfil y no como un personaje histórico, Salieri bien sería la versión de Maquiavelo en el arte; no obstante, dado que no sólo es pragmático sino además muy sensible, nuestro personaje siempre conservaría su exquisito olfato para reconocer un don, habilidad que en él podría traducirse en una oportunidad o en una desdicha, al encontrarse con un genio como Mozart.

Y ¿por qué dicha habilidad en Salieri podría traducirse en una oportunidad? Porque él podría mostrarse bastante equilibrado y maduro, y Mozart podría representarle el complemento perfecto para (re) descubrir su propia vocación y misión en esta vida (ya entenderán esto mejor); Mozart podría representarle además un estímulo para seguir mejorando y podría hasta admirarlo y estimarlo y saber valorar sus cualidades… ¿Por qué no? En esta vida no sólo ocurren cosas malas…

Y ¿por qué dicha habilidad en Salieri podría traducirse en una desdicha? Porque él, con una nitidez superior al promedio, reconocería en Mozart un genio que lo haría sufrir por no tenerlo. O sea: Salieri jamás le perdonaría a Mozart su prodigio y podría temerle y hasta odiarlo cual rival a quien debe derrotarse, aunque sea en el terreno ya no del arte sino del de prácticas non sanctas como la intriga y la difamación y hasta el escarnio. Y en este punto: ya arribaríamos al estereotipo del Salieri envidioso.

IV

Y, también en los tiempos actuales, ¿cómo percibiríamos a Mozart?

En el mejor de los casos, él podría convertirse en una estrella, tras haber sido descubierto por un agente o caza-talentos o promotor, entre quienes bien podría figurar algún Salieri con espíritu empresarial.

En el mediano de los casos, nuestro personaje tendría quizás un currículum aceptable, aunque probablemente no tanto como el de muchos Salieris (quienes posiblemente serían más influyentes y hábiles procurándose oportunidades y contactos), pues este genio tal vez no sea tan relacionado e ignoraría cómo marketearse y hasta podría ser ingenuo y carente de malicia.

En el peor de los casos, para la gran mayoría, este hipotético Mozart sería visto como un perdedor o como un lunático. Y quienes le detectarían talentos serían no los Salieri caza-talentos sino los Salieri envidiosos, quienes incluso podrían hacerlo sentir como tonto o hasta como pueril… Y es que la envidia es tan perversa que a los genios pueden presentarlos como exactamente todo lo contrario.

V

Al margen del destino de los genios, ya en abstracto, la genialidad suele tener una cierta dimensión sobrenatural y distinguible incluso en la más secular de las esferas: se pueden tener todas las influencias y grados académicos y medios económicos del mundo, pero ni todo eso te garantiza el poseer genio, el que finalmente o se tiene o no se tiene y punto, sin importar si eres pobre o rico; paria o renombrado. Y de allí que ya reza el refrán: lo que natura no da Salamanca no presta.

VI

Sin embargo, la genialidad no siempre se presenta tan transparente ante los ojos del común de los mortales: a veces se confunde con excentricidad o con chifladura o con algún trastorno mental (allí está por ejemplo el pobre Van Gogh; más aún, por algún documental supe de una teoría consistente en que ciertos daños cerebrales activan ciertas potencias creadoras, caso que sería el del mencionado pintor, aunque ése ya sería otro tema)

Por eso: la genialidad necesita ser reconocida por una inteligencia igual de genial, como las de los Salieris, quienes por tanto sí tienen una misión en este mundo y no están condenados a ser unos segundones o unos eternos envidiosos y frustrados, al ver con escalofriante lucidez un talento del que carecen.

Y esto porque ya de por sí es un talento muy valioso el poder reconocer el talento en medio de la extravagancia o de algún cuadro psiquiátrico o de las maledicencias.

Y este vínculo Salieri-Mozart no sólo es aplicable a la Música sino también a otras disciplinas como a la Literatura o como a la misma Ciencia.

En la Literatura, cuán importantes son los críticos literarios, quienes también necesitan de genio y hasta de una vocación casi humanitaria: para rescatar autores de otra forma siempre desvalorados u olvidados; para escribir estudios tan prodigiosos como las obras que analizan y que de otra forma serían desestimadas o ininteligibles para el gran público (y ojo: nada impide que en una misma persona coincida el crítico y el creador y el visionario: qué mejor que un creador para reconocer a otro creador; que mejor que un visionario para reconocer a otro visionario)

En la Ciencia, un premio Nóbel como Einstein tal vez hubiera sido considerado un necio por el establishment científico si sus aportes no hubieran sido apreciados por otro genio y premio Nóbel como Max Planck.

VII

Es interesante: Mozart y Salieri podrán ser dos personajes antitéticos, pero cuanto más entendemos a uno, mejor entendemos al otro, por lo que ambos no están condenados a ser enemigos sino hasta podrían ser muy complementarios. ¿Demasiado optimista de mi parte? No lo sé… Pero reflexionemos un poco más al respecto.

Alguien me dijo alguna vez: el inteligente es quien sabe dar en un blanco que todos también pueden ver; el genio sabe dar en un blanco que nadie más puede ver (y de allí que quizás a los pobres genios no pocas veces los acaban creyendo locos).

En ese sentido, un Salieri también debe mostrar genialidad: un genio podría haber acertado a un blanco que un Salieri sí podría distinguir y hacer comprensible a la mayoría, dado que los susodichos genios no siempre son muy didácticos…

De allí que los Salieri también pueden ser visionarios y adelantarse a su época, y tanto como los genios, quienes incluso no pocas veces son irresponsables e inconcientes por ello de su propia genialidad (aunque aquí puedo incurrir en estereotipos, los que sin embargo algo de cierto deben reflejar).

Más aún, me atrevería a decir, en esta viña del Señor, los Salieri serían tan necesarios como los Mozarts (pero, por supuesto, no los Salieri envidiosos e intrigantes).

Y ya en este punto, podríamos afirmar, en Salieri, su paradigmática envidia podría empezar a delinearse correctamente como una hermosa vocación, ésta es: la de vislumbrar genios incomprendidos; la de vislumbrar el prodigio donde el resto ve quizás únicamente trastorno.

En la película Amadeus, por ejemplo, aun cuando sus protagonistas no responderían necesariamente a una versión histórica, Salieri sería acaso el único gran narrador: aun cuando está teñida de una mezcla de admiración y de envidia, su mirada nos permite conocer a Mozart y entenderlo y valorarlo mejor; mirada sin la cual el genio austriaco nos parecería poco menos que un desequilibrado emocional, al menos en esta versión cinematográfica.

Es decir, Salieri también poseería un don tan valioso como el de Mozart; don que no obstante si él no (re) descubre ni encamina acertadamente, podría decodificarlo mal en la envidia. Sí: acaso la envidia sea una vocación alguna vez hermosa que terminó sin embargo desdibujada y que por eso fue fuente ya no de realización sino de frustración…

VIII

Bueno, me preguntarán, si estaba hablando inicialmente del film chileno Fuga, ¿Por qué tanta digresión sobre Mozart y Salieri? Porque ambos roles son asumidos correspondientemente por dos protagonistas en esta película: Eliseo Montalban (Benjamín Vicuña) y Ricardo Coppa (Gastón Pauls).

IX

Eliseo Montalbán funge del genio. Cuando niño, presenció la violación y presumible asesinato de su hermana (y digo presumible pues en el argumento sólo sospechamos que en la menor su abuso y su deceso están vinculados, pero más datos no se nos brindan).

A partir de este suceso, Eliseo libera una potencia creadora que pareciera desbordarlo, detalle que se prestaría a algunas lecturas.

Al inicio de la historia, este compositor chileno podría ser entendido no precisamente como loco, aunque sí quizás como alguien afectado psicológicamente por la barbarie que presenció en su infancia, es decir: inicialmente, nuestro sujeto tiene muchos matices y es ambivalente y ambiguo y nos dificulta por eso el trazarle las fronteras entre la excentricidad y el genio y el trauma.

Incluso, durante una regular parte de la cinta, Eliseo sigue sin parecernos exactamente desquiciado: este protagonista sería acaso más bien frágil y sensible, aunque emocionalmente desequilibrado por los dramas que constantemente lo arremeten y que le causan un dolor desahogado en toda su intensidad sólo por la música, dado un temperamento introvertido y hasta huraño.

Sí, posiblemente, Eliseo sería más bien una persona muy vulnerable y emotiva y hasta normal, aunque confrontada a sufrimientos extraordinarios que rebalsarían la tolerancia de hasta el más ecuánime (aunque los guionistas exageraron ya demasiado asociando durante todo el argumento el arte y la tragedia en la vida de este músico, a quien en pleno éxtasis creativo siempre le acontecen desgracias entre las que están no solamente la del incidente de su hermana)…

Más aún, ya en el sanatorio mental, nuestro sujeto tampoco se nos presenta como totalmente chiflado: él muestra cierta lucidez y se siente edificado ejercitando su arte.

Y como si fuera poco, en la parte final del film, cuando ya está totalmente ganado por la enajenación, Eliseo conserva reflejos musicales que todavía pueden ser estimulados, como si en él la creatividad mantuviera cierta cordura y se las ingeniera para continuar abriéndose paso aun en medio de la patología, algo que nos parece totalmente plausible, por cómo ha sido trazado el perfil de este compositor.

Y en este punto, observamos ya en general, la música sería acaso el único lenguaje capaz de tener resonancias y hasta cierta coherencia en dimensiones muy íntimas que estarían ubicadas más allá de la razón y que nunca dejarían de estar latentes aun hasta en el más orate; la música acaso sería la única forma de expresarse para personas muy tímidas o hasta autistas, quienes no tendrían otras formas de hacer inteligibles sus vivencias y emociones y estados… Entonces, podemos preguntarnos, si aun en estos casos la genialidad jamás deja de procurarse misteriosos caminos aun en medio de locura.

En suma: Eliseo como personaje está muy bien interpretado y delineado; y si roza lo caricaturesco, es no tanto por él mismo sino por vivir dramas ya algo inverosímiles y hasta surrealistas (y no en el mejor sentido que Breton podría darle a este útimo adjetivo).

X

Pero en esta producción chilena, merece destacarse también a Ricardo Coppa, músico argentino que compra a bajo precio una partitura incompleta y creada originalmente por el propio Eliseo: esta partitura es la fuga que da título a la película.

Inicialmente, Ricardo funge del clásico Salieri envidioso: quiere hacer pasar como suya a esta pieza musical, cuyas partes faltantes para tales efectos él quiere reconstruir con cierta lógica, y por eso pide ayuda a unos colegas.

No obstante, en algún momento, Ricardo ve descubiertas sus intenciones de plagio. Y aun así sigue obsesionado en su proyecto de conocer integra la partitura. Y esto a pesar de que a él ya no le es posible atribuirse la creación de esa obra, cuyo estilo y autor son conocidos por músicos con muchos años en el medio.

Y ¿por qué este compositor argentino da este giro volviéndose tan desprendido y hasta idealista, si ya no va a obtener beneficio alguno? ¿Él se habrá vuelto el bueno de la película así porque sí? A simple vista, Coppa podría parecer mal estructurado: presentaría vacíos, pues sería sólo un oportunista que sufriría un cambio muy positivo pero tan repentino como inexplicable.Empero, en mi opinión, este personaje es más ambiguo y complejo de lo que aparenta: o bien debió destacársele más ciertos matices; o bien debemos observarlo más detenidamente.

Conscientemente o no, Ricardo comienza a evolucionar de un Salieri envidioso y mediocre y privado de genio a un Salieri que va encontrándose consigo mismo y (re) descubriéndose un talento distinto pero más propio: el talento de reconocer la genialidad en medio del trastorno.

Así, nuestro sujeto empieza a descifrar sus anhelos correctamente, ya no envidiando y apropiándose de creaciones ajenas, sino intuyendo una vocación que le es más auténtica y que no por eso deja de ser hermosa: la vocación de vislumbrar la genialidad en medio de la locura de Eliseo y de su sórdida historia personal.

Por decirlo de algún modo: Ricardo no es forzosamente una persona ética; él sólo comienza a presentir por dónde podría estar su más genuina realización, y él entonces ya por su propio peso comienza a actuar honesta y desinteresadamente y a atravesar con sus colegas muchas peripecias para incluso encontrar el paradero de Eliseo y conocer y rescatar del olvido la versión original y completa de la partitura, empresa cuyo éxito aun así ¿estará garantizado?

La bondad siempre es un acto conciente y libre y exige esfuerzo; no obstante, a veces, al principio, algunas personas no son intencionalmente buenas, aunque comienzan a serlo cuando van aprendiendo a descifrar correctamente los anhelos de su corazón y de su auténtica vocación, y sólo entonces recién la bondad comienza a caer por su propio peso; comienza a aparecer aun cuando inicialmente sea sólo por inercia o sólo por decisiones tomadas sin querer queriendo, como diría un célebre cómico mexicano, y algo así le pasa a Ricardo Coppa.

XI

Por la manera como vuelve a actualizar las figuras de Mozart y Salieri en los respectivos personajes de Eliseo Moltaban y de Ricardo Coppa, la película Fuga me agradó…

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Bibliografía

Fuga. Guión de Pablo Larraín, Mateo Iribarren, Hernán Rodríguez Matte. Dirección de Pablo Larraín. Actores. Benjamín Vicuña, Gastón Pauls, Alfredo Castro, Luis Dubó, Mateo Iribarren, Paulina Urrutia, María Izquierdo, Marcial Table, José Soza, Willy Semler, Héctor Noguera, Francisca Imboden. Productora Chilena Fábula, 2006.

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Nota (viernes, 19 de septiembre): 

Hablando de Mozart, gracias a la BBC me entero que han descubierto recientemente una pieza inédita suya. Mayor información aquí.

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Nota (Jueves, 1 de Enero del 2009)

Este texto ha sido publicado en CinemaNet, un portal de Cine

11 comentarios:

Papeto dijo...

Hola Martín. Bueno, te confieso que leí alegremente el paralelo Salieri/Mozart, aunque me salté a grandes brincos la parte en que tu planteamiento inicial se lo aplicas a la película "Fuga", tal vez por pereza (?) o mejor por que no he visto la película de marras, y por tanto, no podría saber si estoy o no de acuerdo contigo.

No obstante, me divirtió mucho el análisis que haces sobre el binomio Salieri / Mozart. ¡A veces casi pides disculpas por parecer ingenuo, u optimista con tus conclusiones! (¡Cómo me choca que comúnmente amabos términos sean tomados como sinónimos por algunas personas!) No creo que incurras en uno u otro pecadillo, por decirlo así. Tienes razón que, desde una óptica cristiana, se tienda a realzar el caracter de complementariedad que los caracteres, dones, atributos y personalidades de los seres humanos tienen entre sí.

Eso es muy cierto y es la razón por lo que por naturaleza los seres humanos, al necesitarnos entre sí, tendemos a vivir en grupos (o por decirlo en estilo naturalista: somos gregarios) y solemos vivir como parte de un gigantesco cuerpo social, en el cual en teoría se busca el bien común.

Pero no menos cierto es que el ser humano es intrínsecamente egoísta... y su búsqueda procura el bien personal, a veces difícilmente conciliable con el bienestar del núcleo familiar, por no hablar de una convivencia armónica en comunidad. Supuestamente se debe buscar el punto de equilibrio entre el bien individual y el bien colectivo, el cual a mi humilde parecer no existe, si tenemos en cuenta que al buscar un beneficio grupal la intención interior es encontrar un beneficio personal... pero en fin, eso es lo que creo (y me tachan de negativo, y que conste que soy muy optimista, jajajaja).

Creo que Salieri es el arquetipo, dentro del contexto de tu propuesta, del tipo de inteligencia emocional bien desarrollada: es la persona empática de manera natural, amistosa, sociable, recursiva, que tiene una correcta opinión de sí mismo y que conforma una red social de apoyo fuerte y estable gracias a lo cual puede alcanzar una posición de liderazgo o preeminencia. En lo demás es inteligente, lo cual no es malo.

Mozart -dentro de tu planteamiento- es por el contrario el arquetipo del genio: retraído, tal vez huraño, asocial, excéntrico, quien tiene desarrolladas por encima del promedio habilidades y destrezas musicales, estéticas, plásticas, linguísticas... en fin, alguien cuya inteligencia emocional no está debidamente desarrollada y por eso requiere ser descubierto por un caza talentos, requiere de un representante o manager para poder alcanzar el éxito y reconocimiento que su genialidad amerita.

Pero bueno, el Mozart histórico del que conozco era un tipo de espectáculo, un "showman", un tipo que derrochaba simpatía, carismático y exhuberante en sus creaciones artísticas... me atrevería a decir que se trataba de una "estrella de rock" actual, lo cual aunado a su genialidad le había llevado a un sitio de reconocimiento en el mundo de la música sin igual... Y no me refiero a la caricatura que sobre él hizo Hollywood, pero ¿Qué más se puede esperar de esa gente?

En fin... la capacidad que alabas de Salieri de reconocer en Mozart un genio superior y un talento monstruosamente brillante se debe, sin duda, a su propia sólida inteligencia y a su capacidad empática. Pero la envidia como tal no es una vocación. Es un sentimiento que nace por desear algo que no es propio y que reconocemos no tenemos, ojo: no que nos hace falta.

Seguramente Salieri al ver en Mozart semejante despliegue de creatividad pudo reconocer su propia inferioridad y le odió por eso. Si luego la envidia le corroyó el corazón, me dan razones para opinar entonces que Salieri no tenía un amor propio adecuadamente desarrollado, por lo tanto, pudo haber llegado a sentirse amenazado por Mozart.

Si Salieri hubiera representado a Mozart, Salieri se hubiera sumido en una sombra inexpugnable tras bambalinas, algo en contra de la naturaleza histriónica de Salieri... De pronto Mozart hubiera llegado a un sitial más alto y Salieri hubiera llegado a amasar una fortuna impresionante, pero el estar en la sombra era una idea insoportable.

De todos modos, es irónico que Mozart a pesar de su genialidad mosntruosa tuvo que vivir a la sombra de los nobles de su tiempo, y alguna vez Beethowen señaló que Mozart subordinaba sus creaciones a la tendencia del mercado, mientras que el verdadero artista vivía y moría por la búsqueda de la perfección de su arte y en la lucha suprema de expresar libremente sus sentimientos y pensamientos.

Igual y para terminar, los estudiosos están de acuerdo en que la supuesta rivalidad Salieri / Mozart es un artificio montado sobre suposiciones sin base real, explicación que personalmente encuentro más acertada teniendo en cuenta la personalidad histórica de Salieri, y creo que un músico tan inteligente y notable se habría percatado inmediatamente ante Mozart no solo de la superioridad innata de este, sino de la futilidad de cualquier esfuerzo por obstruír su carrera.

Y es que al final la envidia es hija de un corazón orgulloso, y una persona orgullosa es aquella que tiene una idea e imagen sobrevalorada de sí mismo y cree que le asiste un "derecho divino" a poseer lo que otros tienen...

Aquí hay un par de enlaces que rápidamente saqué para que revises la supuesta rivalidad entre Salieri y Mozart: http://es.wikipedia.org/wiki/Mozart#La_leyenda y http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Salieri#Los_.C3.BAltimos_a.C3.B1os

Como siempre un saludo y un abrazo fraternal para tí desde Colombia. Cuídate.

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Altayre

Tú dices:

«Pero la envidia como tal no es una vocación»

Te respondo en términos cristianos (o más bien me pregunto):

¿La envidia acaso no pudiera ser una hermosa vocación distorsionada por el pecado original? Pero ¿sabes qué? Déjame madurar más esa intuición… A veces me gusta poner ciertas ideas a prueba para contrastarlas con opiniones tan agudas como las tuyas

Por otro lado, (y quizás esa parte te brincaste de mi texto), algo que aclaro es que no me refiero al Salieri y Mozart históricos sino a los arquetipos construidos por las leyendas en torno a ambos… Por allí va la idea…

Estimado Altayre, gracias por este pequeño ensayo que me has obsequiado a manera de comentario y que he leído a cabalidad pero que debo interiorizarlo con más tiempo para comentarlo con más fundamento…

Un abrazo

Papeto dijo...

¡Ouch! Eso por aquello de que mis comentarios son agudos... jajaja, como siempre muy amable tú, Martín.

Te pido disculpas, no quería crear la impresión de que te criticaba por no tener en cuenta los personajes históricos... realmente eso fue lo que me divirtió de tu propuesta, que te ciñes perfectamente a los arquetipos de la supuesta rivalidad entre estos dos músicos... Y también intenté, aunque no tan bien escrito como tú, seguirte el juego al escribir mi comentario.

Igual, lo que propones sobre la envidia y el pecado original suena rebueno... jajaja, creo que algo así había sido trabajado por Milton en su obra "El paraíso perdido".

Y también te pido disculpas por que tienes razón: como confieso en mi primer comentario, no leí juicioso toda tu publicación... me salté la parte en que comparas la propuesta Salieri/Mozart con la película... I'm sorry... <:-)

Igual como siempre lo he dicho, es un placer leerte y sobre todo que tengas la amabilidad de devolver los comentarios.

Un abrazo, Martín.

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Altayre

Gracias a ti más bien por tu tiempo en leerme y comentarme. Y las sugerencias y observaciones bienvenidas sean… Uno también aprende de los lectores… Y deberé leer a Milton… Parece mentira cómo algunas de nuestras intuiciones ya han sido antes pensadas por otros. Ya dicen: no hay nada bueno bajo el Sol…

Y, como reitero, mi análisis se asocia más a los estereotipos Salieri-envidioso y Mozart-Genio; no se refiere a ellos como personajes históricos, quienes fueron muy diferentes a cómo los suelen presentar las leyendas, al menos a juzgar por un documental que visioné hace poco en Biography Channel… Aunque, creo, esa idea está clara…

Un abrazo

Anónimo dijo...

hola che como estas espero que bien yo aca recorriendo este exelente blog y deseandote la mejor de las suertes que sigas con el mismo trabajo y esfuerzo era eso nada mas ha y te espero en el mio chau suerte

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Franco

Gracias por tus amables palabras. Y con algo de tiempo me daré un brinco por tu blog...

Un abrazo

Gabriela dijo...

Interesante análisis... nunca se me hubiera ocurrido "traer" a Mozart y Salieri, desde su siglo XVIII, hasta nuestros días. Seguramente cualquiera de ellos se sentiría perdido en este mundo, tal nos pasaría a nosotros a la inversa.
Y soy yo quien te agradece por enlazar mi blog acá. Lo mío fue mera reciprocidad.
Saludos.

Hilda dijo...

Hola Martín, no he visto la película y confieso con pena que no conocía a Salieri, hasta ahorita que vi tu post me puse investigar y resulta que además fue maestro de Beethoven y Liszt. Lo cual demuestra que siempre que leemos algo aprendemos algo nuevo.

Me llama mucho la atención que vayas más allá de los personajes históricos y de la película que mencionas, y que los analices como arquetipos, digamos (si es que entendí bien) como personalidades que cualquiera tendría. Y eso es muy interesante porque en primer lugar la historia que conocemos puede o no ser real, me refiero que con el tiempo la gente agrega acontecimientos que ni siquiera existieron. Yo todavía recuerdo un mail que circulaba sobre la rivalidad – amistad entre Carreras y Plácido Domingo que todavía no sé si creer.

Con respecto al post, he de decirte que el título me genero al principio mucho ruido. De momento no entendía como un defecto podría ser una vocación, como algo negativo podría ser positivo. Hasta que entendí (espero haber entendido) que a menos que ese defecto digamos se aproveche, como cuando de la debilidad se hace una fortaleza. Es decir que todos tenemos características, como las uses las convierten "virtudes" o "defectos"

Me llamó también la atención que el Salieri contemporáneo tendría que tener dotes no solo de artista sino de político, relacionista público, etc. Me hizo recordar todos los "artistas" actuales que tal parece que no "triunfan" por talento sino por toda la creación que hay detrás de ellos. Como si el talento pudiese ser creado y no algo que está en nosotros y que tenemos que desarrollar.

Creo muy interesante lo que expones sobre que lo importante es la forma que usemos nuestros dones. Un don de descubrir la creatividad y la genialidad en otros haría que esa persona de esa forma diera regalos al mundo. Pero también podría generar dolor y envidia. En ese sentido los dones ahí están, el como los uses los convierte en bendiciones o maldiciones.

De la segunda forma me imagino que alguien tan creativo y con poder para reconocer a otro igual, tendría que a la vez ser lo suficientemente humilde y generoso para dejar que el otro brille y para reconocer que el otro quizás es mejor que él mismo. Debería ser una relación de admiración – temor – odio que necesitaría mucha madurez. Me hizo recordar algo que leí en el Louvre sobre el epitafio que le escribieron a Rafael, (me acuerdo del epitafio pero no recuerdo quien lo escribió): “Este es Rafael, por quien la naturaleza madre de todas las cosas, temió ser vencida y morir con su muerte”

Redescubrir su misión en esta vida. Creo que aquí está el quid del asunto y creo yo de tu post. Yo creo que se nos ha enseñado la ley del más fuerte, del que debes ser el mejor en todo, del que debes ser el protagonista y eso hace que exista la rivalidad. Yo siempre he creído que eso no es cierto, que lo que debe haber es complementariedad y por tanto no siempre debes brillar, cada quien tiene un lugar en los eslabones de la vida y ayudar a que otros brillen es tan meritorio como ser el protagonista. La persona atrás de, no es el perdedor, porque la persona de adelante sin el respaldo adecuado, muchas veces no es nada. Me recuerda a ex estrellas deportivas ahora siendo entrenadores, ven brillar a sus atletas quizás de la forma que no lo hicieron ellos pero sin su apoyo dichos atletas no serían lo que son ahora. Y esa es una forma de trascender y además hermosa porque estás sirviendo a otro ser humano.

Quizás lo digo por experiencia propia la cual podría ser tomada como vanidad. Pero cuando veo a un alumno mío que es un ser humano útil a la sociedad, que ha explotado sus dones en beneficio propio y de los demás, me atrevo a pensar que parte de eso tuve yo que ver al enseñarle como maestra. Quizás porque yo agradezco a mis maestros, amigos y parientes, la parte que tuvieron ver en la persona que soy ahora. Por supuesto también intento acatar la parte de responsabilidad negativa que me toca cuando es el caso.

Y bueno, si como bien dices, esa cualidad o característica no se descubre, si no se le encuentra sentido, entonces esa sería la razón de la cual un don podría ser una maldición que frustre y no enriquezca.

Descubrir donde los demás ven un trastorno, que genial suena. Como cuando los demás ven a un alumno maldoso y un maestro más atinado ve en el a alguien que sufre y que tiene problemas. Lo confieso, es algo que a mí todavía me falla y debo pulir.

Termino diciendo que esa rivalidad y esa energía que puede ser creadora o destruirte, la vi también en otra película excelente con Hugh Jackman El gran truco (the prestige) http://cinemex.com/boletos/peliculas.php?Peli=4519 aunque en esta me temo que no hay la evolución de lo negativo hacia lo positivo como en la película Fuga que nos mencionas. Lo cual por cierto da esperanza de que cuando una persona quiere cambiar puede hacerlo. Maldad y bondad están en nuestro ser, depende de nosotros que hacemos surgir. Y aunque la bondad no sea tan conciente, creo que es igual de beneficiosa que cuando es conciente. No importa como dices que se haga "sin querer queriendo, diría El chavo del 8" a veces lo importante es que se haga.

En fin, estas y otras más impresiones como siempre me despiertan tus interesantes post, ignoro si coinciden con las tuyas pero te las comparto con el gusto de siempre. Y como siempre tus post inician de una forma y terminan aterrizando en algo tan humano y tan sabio, gracias por compartirlo.

Un saludo, Hilda

Martín Palma Melena dijo...

Hola, Gabriela

Gracias por tu comentario. Y qué gusto tenerte de visita en mi espacio… Y la hipótesis que planteas es muy posible: si Mozart y Salieri vivieran en nuestro tiempo, sí estarían un poco perdidos

Muchos saludos

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Hola, Hilda

Gracias por la visita. Leí tu comentario y has captado ideas muy medulares de mi texto.

Por ejemplo, tú señalas:

«Es decir que todos tenemos características, como las uses las convierten "virtudes" o "defectos"».

Exacto, por allí iba la idea de unas de mis principales intuiciones.

Me alivia de que esa idea se haya captado

Saludos

César Santivañez dijo...

Saludos, Martín. Vaya tema, el que planteas en este post. Delicioso, por decir lo menos.

Creo yo que Salieri observa varias características que en su época fueron desdeñadas, pero que en el mundo de hoy en día, son esenciales para todo músico. Me refiero al resentimiento, la rabia, y a esa oscura pasión que seguramente impregnó cada una de sus obras.
Mozart, en cambio, era del tipo "solar", como dirían los italianos. Una persona hipnóticamente carismática, y siempre con una sonrisa a flor de labios. En resumidas cuentas, un genio con espíritu de niño. Casi casi una estrella pop. Y vaya que lo fue, y lo sigue siendo, hasta nuestros días.

Nótese que NO estoy utilizando el término "pop" en sentido despectivo, como muchos suelen pensar. "Pop" no es más que la abreviatura para "música popular", y no es el nombre de algún demonio cultor de la vacuidad, como suelen pensar aquellos que viven envueltos en la bandera de la contracultura.

El mundo globalizado ofrece tantas posibilidades. Pero, claro, al final la última palabra la hubiéramos tenido nosotros. ¿El genial pop de Mozart, o la iracunda creatividad de Salieri? La decisión es de cada uno, como siempre.

Un gusto, Martín. Confieso ser un asiduo lector de tu espacio. Sigue así.

Por cierto, el blog "El Jardín de las Delicias" ahora cuenta con dominio propio, y nuevo nombre: www.piensoencomics.com -- Te agradecería actualices el enlace que tan gentilmente me haces desde Carta Náutica.

Un abrazo, y mucha suerte.

Martín Palma Melena dijo...

Hola, César

Gracias por la visita y por tu amable comentario. Y ya hice el cambio de link respectivo: ya enlacé tu nuevo blog. Por otro lado, en general, creo que nuestras intuiciones sobre Mozart y Salieri coinciden bastante… Y muy interesantes las ideas que nos compartes

Muchos saludos