
En la filmografía de Proyas destaca Dark City (1998), película que habría inspirado a The Matrix (1999), según algunos sitios de la Red. Entre los productores destacaré a Mark por otra película suya basada en la obra de Asimov, El Hombre Bicentenario (1999).
A Del Spooner le encontré muchas semejanzas con Rick Deckard de Blade Runner (1982). Ambos son detectives, profesión que les permite conocer el lado oscuro de sus sociedades, por más futuristas que sean, y observarlas con mayor sentido crítico que muchos de sus coetáneos. Ambos son poco ortodoxos y viven solos y, talvez por ello, llevan sus investigaciones hasta las últimas consecuencias, al punto de cuestionar al sistema al que supuestamente sirven, algo a lo que alguien con familia no se atrevería porque arriesgaría su estabilidad. Qué mejor perspectiva que la de detectives solitarios para desafiar, sin tintes intelectuales, el optimismo actual por el mito del progreso. Aunque quizás las semejanzas entre Del Spooner y Rick Deckard sean sólo coincidencias, en fin…
Yo, Robot nos sitúa en el Chicago del 2035. Los robots son muy necesarios pues se dedican a todas las labores domésticas de los humanos, a los que no pueden dañar por estar programados con tres leyes.
Sin embargo, tras descubrir que en la muerte de un científico podría estar implicado Sonny, robot programado con sentimientos humanos, Del Spooner fundamenta sus sospechas en una intuición mundana más aguda que la racionalidad glacial de la doctora Calvin. Y así un caso policial nos lleva a una verdadera rebelión de robots…
En esta película sorprende que el robot Sonny muestre no sólo sentimientos humanos (como cuando agradece por ser considerado como alguien y no como algo), sino también discernimiento y libertad propias, cualidades que ninguna programación puede proporcionar y que también refleja V.I.K.Y., computadora central que comanda a todos los robots.
Siempre he creído que si algún día ciertos artefactos se nos rebelan será porque un hombre así los ha programado, pero no porque sean capaces de ir contra su propia programación, capacidad que conllevaría la libertad, don que es lo más propiamente humano y que nunca podrá ser replicado, salvo que ya no hablemos de robots sino de Cyborgs, que según entiendo son humanos con partes robóticas, pero humanos al fin y al cabo. Así, podremos hablar de Inteligencia Artificial pero jamás de Libertad Artificial, salvo que la idea de Libertad quede redefinida de manera muy distinta a la de ahora.
Hay películas como las diversas secuelas de El Exterminador o The Matrix que sugieren la existencia de máquinas con Libre Albedrío, pero nunca me parecieron verosímiles, rasgo necesario para que incluso la mayor de las fantasías nos deslumbre pero sin parecernos descabelladas…
Sin embargo, Yo, Robot me hizo reflexionar sobre la ciega confianza que ponemos en los adelantos tecnológicos sin ser concientes del precio que podríamos pagar.
En esta película la doctora Calvin o el teniente John Bergin (jefe de Spooner) no concebían que los robots pudieran cometer actos delictivos. Sólo a una oveja descarriada como Spooner se le podían ocurrir tales sandeces. En un primer momento Calvin y Bergin parecían incapaces de imaginar que la empresa que fabricaba los robots pudiera estar usando a éstos para cometer crímenes, aun cuando el desenlace del film es diferente.
Este elemento me llevó a una analogía con otro adelanto tecnológico en nuestra época actual: el Internet.
Una nota de la BBC hacía reflexionar sobre la facilidad con que otorgamos nuestros datos (dirección, correo electrónico, nuestras aficiones) cuando en la Red realizamos compras o nos suscribimos a diarios digitales o servicios diversos. Dicha nota citaba los comentarios de un asesor de la industria de la Internet: «Estas compañías (de la Red) poseen miles de gigabytes de datos pero no saben qué hacer con ellos, ni para ayudar a los clientes ni para su propio beneficio».
¿Qué pasaría si a algunas de estas empresas se les ocurriera sacar provechos dudosos de estos gygabytes? No olvidemos que información es poder, que quien lo ostente difícilmente podrá ser controlado. Quizás alguien deberá ser medio oveja descarriada para denunciar tal situación, pero muchos de nosotros bien podríamos llamarlo paranoico, activista alienado de teorías conspirativas. Talvez en el fondo sepamos que algo de razón tenga, pero hay verdades que preferimos evadir al desbordarnos y que nos hará rechazar a quien nos las revele. Por eso quizás sólo un desadaptado del sistema se atrevería a tan quijotescas denuncias. Es allí cuando películas como Yo, Robot, dentro de toda su ficción, logran proyectar algo de la realidad de nuestro tiempo…
Fuentes
Yo, Robot
La Butaca
Conveniencia o privacidad
Tim Weber
BBC
Comparación de los films Dark City y The Matrix
Jorge Morales Ruiz
Revista Quinta Dimensión.
Este artículo de Morales Ruiz me llamó la atención porque compara treinta escenas de Dark City y The Matrix que sugieren muchas semejanzas.
Cortesía de la imagen:
http://homepage.mac.com/pifas/iblog/myblog/C1048451701/E1063213367/Media/FX-1.jpg