Fuente: Photobucket
¿Alguna vez se han preguntado por qué no nacimos perfectos? ¿Por qué tenemos tales o cuales defectos? ¿Qué sentido tienen? Y si tal vez están predestinadas a ser verdaderas ventajas en el lugar y momento oportuno. Desde la perspectiva de dos niños próximos a la pubertad, estos temas me sugirieron la película El Gran Simón (U.S.A., 1998); película que entiendo en otras latitudes la conocen como El inolvidable Simon Birch o Simon Birch.
Simon Birch (interpretado por Ian Michael Smith) y Joe Wentworth (interpretado como niño por Joseph Mazzello y como adulto por Jim Carrey) son dos menores que tienen en común el sentirse distintos en su pueblo por razones diversas: Simon tiene el Síndrome de Morquio y padece por tanto un enanismo y deformidad que se traducen sin embargo en un peculiar carisma sobre todo para con los niños; Joe es hijo natural de Rebecca (Ashley Judd) y desconoce a su padre.
Simon y Joe habitan una localidad cuyos residentes son conservadores más por una moral burguesa en la que muchas veces escrúpulo y virtud se desdibujan en prejuicio e ignorancia. En otras palabras, hablamos del típico pueblo que se aferra a las buenas maneras no tanto por convicción como por preservar las apariencias por pánico a las habladurías.
En este contexto, si bien no está en los roles protagónicos, Rebecca es un personaje interesante. Ha sido algo estigmatizada en aquel pueblo por ser madre soltera. Y por razones que ya se irán develando a lo largo de la cinta, ella no le dice a su hijo quién es el padre. No obstante, es desprejuiciada pero en un sentido positivo: tiene la capacidad de sobreponerse a las presiones sociales y maledicencias para continuar con su vida, sacar adelante a Joe y aproximarse a Simon con mucha naturalidad para darle afecto trascendiendo su aspecto físico y haciéndolo olvidar cuán diferente es.
Más aún, paradójicamente, por esa suerte de estigma que sufre, ella pareciera ser más humana que muchos en aquella localidad y haber agudizado más su sensibilidad. De allí que sabe cómo entender a Simon y cómo hacerlo sentir bien, al punto de casi representarle una madre sustituta, mientras el resto del pueblo y hasta el propio Reverendo Russell (David Strathairn) no pueden mostrar por aquel pequeño más que conmiseración o condescendencia, sentimientos que lejos de equivaler a aceptación o cariño, aumentan más todavía las barreras aunque disfrazándolas de falsos respetos o de amabilidad.
Por su parte, Simon no ignora que es distinto y que lo ven como distinto. Incluso, su padre no se esfuerza en disimularle el rechazo que le tiene. Por ejemplo, en una escena, muestra un abierto desinterés cuando el pequeño lo llama por teléfono para explicarle que todavía no ha llegado, a pesar de ya ser muy tarde, porque está en casa de Joe.
Como si fuera poco, a Simón el propio Reverendo Russell trata de desalentarlo de grandes aspiraciones. ¿Es que acaso aquel niño con Síndrome de Morquio no se da cuenta de sus limitaciones y de sus deficiencias físicas? ¿No sería mejor que fuera más conformista? ¿Eso no lo libraría de posteriores decepciones?
Sin embargo, Simon tiene la serena certeza de que ha nacido para un propósito en esta vida, para algo grande… Esto no significa necesariamente que él haya perdido la perspectiva de la realidad o que esté soñando con aventuras extraordinarias para compensar sus carencias. El pequeño sí es un soñador, pero es muy conciente de sus limitaciones y tiene los pies bien puestos en la tierra. Él es optimista sobre todo porque sea cual fuere la misión para la que haya nacido, esa misión por más modesta que sea, debe ser muy grande al ser valorada no por su espectacularidad sino por su significado.
Simon Birch (interpretado por Ian Michael Smith) y Joe Wentworth (interpretado como niño por Joseph Mazzello y como adulto por Jim Carrey) son dos menores que tienen en común el sentirse distintos en su pueblo por razones diversas: Simon tiene el Síndrome de Morquio y padece por tanto un enanismo y deformidad que se traducen sin embargo en un peculiar carisma sobre todo para con los niños; Joe es hijo natural de Rebecca (Ashley Judd) y desconoce a su padre.
Simon y Joe habitan una localidad cuyos residentes son conservadores más por una moral burguesa en la que muchas veces escrúpulo y virtud se desdibujan en prejuicio e ignorancia. En otras palabras, hablamos del típico pueblo que se aferra a las buenas maneras no tanto por convicción como por preservar las apariencias por pánico a las habladurías.
En este contexto, si bien no está en los roles protagónicos, Rebecca es un personaje interesante. Ha sido algo estigmatizada en aquel pueblo por ser madre soltera. Y por razones que ya se irán develando a lo largo de la cinta, ella no le dice a su hijo quién es el padre. No obstante, es desprejuiciada pero en un sentido positivo: tiene la capacidad de sobreponerse a las presiones sociales y maledicencias para continuar con su vida, sacar adelante a Joe y aproximarse a Simon con mucha naturalidad para darle afecto trascendiendo su aspecto físico y haciéndolo olvidar cuán diferente es.
Más aún, paradójicamente, por esa suerte de estigma que sufre, ella pareciera ser más humana que muchos en aquella localidad y haber agudizado más su sensibilidad. De allí que sabe cómo entender a Simon y cómo hacerlo sentir bien, al punto de casi representarle una madre sustituta, mientras el resto del pueblo y hasta el propio Reverendo Russell (David Strathairn) no pueden mostrar por aquel pequeño más que conmiseración o condescendencia, sentimientos que lejos de equivaler a aceptación o cariño, aumentan más todavía las barreras aunque disfrazándolas de falsos respetos o de amabilidad.
Por su parte, Simon no ignora que es distinto y que lo ven como distinto. Incluso, su padre no se esfuerza en disimularle el rechazo que le tiene. Por ejemplo, en una escena, muestra un abierto desinterés cuando el pequeño lo llama por teléfono para explicarle que todavía no ha llegado, a pesar de ya ser muy tarde, porque está en casa de Joe.
Como si fuera poco, a Simón el propio Reverendo Russell trata de desalentarlo de grandes aspiraciones. ¿Es que acaso aquel niño con Síndrome de Morquio no se da cuenta de sus limitaciones y de sus deficiencias físicas? ¿No sería mejor que fuera más conformista? ¿Eso no lo libraría de posteriores decepciones?
Sin embargo, Simon tiene la serena certeza de que ha nacido para un propósito en esta vida, para algo grande… Esto no significa necesariamente que él haya perdido la perspectiva de la realidad o que esté soñando con aventuras extraordinarias para compensar sus carencias. El pequeño sí es un soñador, pero es muy conciente de sus limitaciones y tiene los pies bien puestos en la tierra. Él es optimista sobre todo porque sea cual fuere la misión para la que haya nacido, esa misión por más modesta que sea, debe ser muy grande al ser valorada no por su espectacularidad sino por su significado.
Así, en este film observamos que cuando tenemos certeza de haber venido con un fin a este mundo, nuestras mayores limitaciones y adversidades cobran un mayor sentido y nuestra vida asume novedosas perspectivas del mundo que nos hacen tomar derroteros muy distintos que cuando sólo nos abandonamos al escepticismo.
De allí que esa sola certeza tiene repercusiones muy concretas en el presente y en nuestras conductas y decisiones más cotidianas, las que en su conjunto forjan un gran destino.
Al final de la película, gracias a Simon, aprendemos la importancia de reconciliarnos con nosotros mismos (con los que nos gusta y con los que nos disgusta de nuestra identidad), pues sólo entonces descubrimos que incluso nuestros mayores defectos (sean éstos físicos o incluso psicológicos) siempre han sido verdaderas virtudes que sólo necesitan el momento y lugar adecuado para ser canalizadas… Y aquel niño sabe que conservando esa convicción recién será capaz de asumir misiones que solo él y más nadie será capaz de realizar.
Y esto porque si cada uno de nosotros somos seres únicos e irrepetibles, entonces también existen tareas únicas e irrepetibles a las que únicamente nosotros estamos llamados. Todo esto podemos o creerlo o no, pero por el personaje de Simón comprendemos que esa sola certeza tendrá desde ya consecuencias muy concretas en nuestra vida y aun en nuestros actos más cotidianos…
Y estas tareas pueden ser no impactantes pero quizás sí muy trascendentes. Y esto porque muchas veces podemos impactar sin trascender o podemos trascender sin impactar, reflexión que no pretende ser un ejercicio de retórica, dado que hasta nuestros actos más modestos (y totalmente desapercibidos para el común de los mortales) pueden tener alcances y efectos de lo más inesperados y eficaces, cual explosión cuyas ondas expansivas ignoramos hasta dónde podrían llegar. Con una madurez bastante precoz, el pequeño Simón intuye todo esto.
Y ¿habrá nacido aquel jovencito con un propósito en esta vida? ¿Lo encontrará? ¿Cuál será? Averígüenlo… Esta producción es muy recomendable…
Datos de la película
El Gran Simón. Guión de Mark Steven Johnson. Dirección. Mark Steven Johnson. Actores. Ian Michael Smith, Joseph Mazzello, Ashley Judd, Oliver Platt, David Strathairn, Dana Ivey, Beatrice Winde, Jan Hooks, Cecilley Carroll, Sumela Kay, Sam Morton, Jim Carrey, John Mazzello. Hollywood Pictures / Caravan Pictures, 1998.
Nota (Sábado 2 de Febrero del 2008):
Esta reseña ya se encuentra publicada en CinemaNet
14 comentarios:
Me encantó la crítica!. Había oído hablar de la película pero no la he visto nunca!
Muchas gracias por la reseña!
En cuanto a Mis Jefes, los tienes en el post del 24 de diciembre felicitando la Navidad!!
Me gustó lo que leí, seguiré viniendo.
Hola, Benita
Visioné completo el video que había en ese post que me indicaste. Ya conocí a tus niños (a tus jefes), realmente son encantadores =)
Un cordial saludo
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Hola, Letizaida
Gracias por tus palabras, y bienvenida a mi espacio…. Leí en tu perfil que eres de Venezuela, un lindo país…
Saludos
me encantaría verla! Un abrazo fuerte y gracias x tus buenos comentarios de cine!
Hola, Marta
Realmente te recomiendo esta película. Al menos a mí me agradó. Y también a ti debo agradecerte por tus siempre interesantes comentarios de Cine…
Saludos muy cordiales
Gracias por la visita a mi espacio, espero sigamos en contacto.
Si Epicuro estuviera vivo, seguro sería su película favoroita: es un buen ejemplo para el manual de ataraxia... Y a veces dicen que todo está perdido.
Hola, Giancarlo
Bienvenido a mi espacio
Bueno, por ataraxia entiendo la serenidad y tranquilidad. Y una felicidad con esas características es con la que más me identifico, porque la siento más duradera y estable. Y bajo esa lógica, tienes razón: esta película bien puede ser un perfecto manual de Ataraxia
Un abrazo
Hola Martín,
Hoy con más tiempo leí otros post, y en eso andaba cuando me fijé que linkeaste mi blog, gracias : )
Espero verte en mis espacios
Feliz fin de semana!
Hola, Letizaida
No hay nada qué agradecer. Fue un placer linkearte. Tu blog es muy interesante y ameno. Y buen fin de semana también para ti.
Saludos muy cordiales
Hola. Te invitamos a visitar nuestra publicación. Un saludo.
Martín, me alegra que pasaras por la página de Benita.
Ahora pasa por la mía, no podría repartir algo sin incluirte.
Que tengas buen día. Un abrazo. Hilda
Un post increíblemente bueno!!! Eso si me has dejado con unas ganas enormes de ver esa peli, en cuanto tenga un poco de tiempo, intento localizarla y la veo!!! Gracias por tan buena recomendación y por transmitir tan bien tus maravillosos conocimientos!!
Un abrazo muy grande amigo y FELIZ DÍA DE SAN VALENTIN!!
me pueden pasar el link de donde verla o bajarla ya la he visto pero fue ehace bastante y no me acuerdo plsss pasenme el link se los agradesco de antemano
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